Basándonos en la observación de la vida cotidiana de los niños en nuestras ciudades, parece un tanto inverosímil tener que hacer un llamado para que se les permita caminar y correr. Ello, porque se constata en las calles, que cada vez más niños, incluso de cinco o seis años, son llevados permanentemente por sus padres en cochecitos plegables con gran incomodidad, ya que éstos son elaborados para lactantes.
Puede entenderse que a veces sean usados para realizar alguna gestión rápida o cuando las veredas no son las más adecuadas para niños pequeños, pero privarlos de caminar y correr habitualmente es un riesgo importante para su salud y bienestar. Sobre todo cuando la mayoría vive en departamentos o espacios reducidos.
En Chile esta tendencia de andar en coches o de niños obesos ha ido en aumento tal como lo señalan diferentes estudios; demás está decir todos los problemas que genera este sedentarismo a tan corta edad. La sugerencia entonces sería, no sólo a propiciar que los niños caminen y corran cuando salen a pasear con su familia, sino a realizar juegos que los motiven y diversos tipos de movimientos reiteradamente. Cabe destacar el aporte que tenían los juegos tradicionales del folclore popular como: "la guaraca", el "mandandirun-dirun-dan" o las rondas, entre tantos otros. Éstos junto con estimular la motricidad gruesa en forma entretenida, beneficiaban las relaciones entre niños.
Hoy hay proyectos educativos en nuestro país que están favoreciendo este tipo de actividades. Los párvulos deben salir a explorar su medio: vayan a museos, talleres artesanales, mercados, a los parques entre otros.
Además, el apoyo de las familias para salir es difícil, lo cual concluye en que los niños casi no pasean. Por ejemplo en los países europeos, en especial los nórdicos con su duro clima de nieve y frío, los niños y niñas salen a explorar activamente su medio desde la sala cuna. Van a los bosques, caminan mucho, se equilibran en pasarelas naturales, trepan a los árboles caídos. Es decir ejercitan ampliamente su motricidad gruesa en actividades con sentido.
Quizás por nuestra idiosincrasia más sobre-protectora no podamos llegar a tanto, pero por favor, padres y educadores, dejemos que los niños jueguen en los pasajes, cites, canchas, plazas, parques y organicemos juegos colectivos que propician esta motricidad.
M. Victoria Peralta,
Académica U. Central