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Estudiarán 20 mil estrellas enanas rojas en busca de vida extraterrestre

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En los próximos dos años científicos del instituto SETI (Búsqueda de Inteligencia Extraterrestre, por sus siglas en inglés) se estudiarán 20 mil estrellas enanas rojas -relativamente frías- en búsqueda de señales radioeléctricas artificiales.

Los investigadores del SETI buscan desde 1984 vida extraterrestre, hasta ahora sin éxito y quieren ampliar su búsqueda a las estrellas enanas rojas.

"En el pasado, las estrellas rojas recibieron relativamente poca atención por parte de los investigadores del SETI", explicó en un comunicado Jon Richards del instituto. "Eso se debe a que los científicos hicieron la suposición aparentemente plausible de que otras especies inteligentes se encontrarían en planetas que orbitasen estrellas similares a nuestro Sol", agregó.

Por el contrario, las enanas rojas no se consideraban un destino prometedor ya que sus zonas habitables son mucho más escasas que en estrellas más grandes. Los astrónomos consideran zonas habitables las áreas alrededor de las estrellas en las que las temperaturas permiten la existencia de agua líquida.

Incluso aunque podría haber planetas en la zona habitable de una enana roja, estos orbitan tan cerca de sus astros que normalmente siempre muestran la misma cara a la estrella. Eso supondría, que en la cara diurna haría un calor insoportable y en la nocturna un frío helador, dándose malas condiciones para la vida.

Nuevos descubrimientos muestran, sin embargo, que los posibles océanos y atmósferas de esos planetas podrían distribuir mejor de lo que se pensaba el calor entre las caras diurna y nocturna. Según las investigaciones actuales, entre una de cada seis o de cada dos enanas rojas tienen planetas en su zona habitable.

"Los sistemas solares más antiguos tuvieron más tiempo para producir especies inteligentes", señaló el astrónomo de SETI Seth Shostak.

1984 fue el año en que los científicos del SETI comenzaron su búsqueda de vida extraterrestre, hasta ahora sin éxito.

300 mil millones de estrellas enanas rojas existen en la Vía Láctea y los científicos se propusieron investigar 20 mil.

El ambiente es tan gravitante como los genes en la depresión

ESTUDIO. Científicos comprobaron que mejorar el entorno y la calidad de vida disminuye los síntomas de ratas predispuestas a esa enfermedad.
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Carolina Collins

Los genes no son el único factor determinante en el desarrollo de una depresión. El ambiente sería tan importante como los genes a la hora de gatillar o prevenir esa enfermedad. Así lo confirmó un estudio llevado a cabo por expertos de la Facultad de Medicina de la Universidad de Northwestern que fue publicado en la revista Translational Psychiatry.

La investigación, que fue llevada a cabo con ratones, sería extrapolable a humanos, según explicó Eva Redei, académica del departamento de psiquiatría y ciencias conductuales.

Redei tiene vasta experiencia en la investigación de la depresión. La académica aplicó en 2014 el primer marcador sanguíneo para detectar ese mal en adultos y antes hizo lo mismo con adolescentes.

Esto con el objetivo de observar cómo varía el estado anímico de las ratas. "Queríamos saber si los sucesos adversos, como un ambiente estresante y lleno de restricciones, o las pautas de crianza, en este caso un ambiente lleno de estímulos, podrían modificar el comportamiento depresivo y los marcadores sanguíneos en un modelo de ratón para esta patología", explicó la experta.

Para concluir que el ambiente puede influenciar el desarrollo de la depresión, la investigadora expuso a ratas que comprobó que tenían tendencias depresivas genéticas en un ambiente en el que los animales podían explorar su entorno y hacer ejercicio.

Así fue que comprobó que los ratones genéticamente predispuestos, mostraron mejorar en sus síntomas depresivos y en otros factores, comparando a esos animales con otros de control, que no teniendo genes con tendencias depresivas tenían los mismos comportamientos.

Las pruebas

Para llegar a esas conclusiones, los expertos pusieron por un mes a ratas que determinaron por pruebas con marcadores sanguíneos que habían heredado genes vinculados a la depresión, en jaulas amplias con juguetes nuevos y lugares que podían explorar. Una especie de parque de diversiones para ratas.

"Lo llamamos psicoterapia para los roedores, porque el enriquecimiento del lugar donde viven permite que interactúen con el medio en el que viven y con otros roedores", señaló Redei.

"Los resultados de un mes en ese patio de recreo hicieron que el comportamiento depresivo de las ratas se redujera drásticamente", concluyó la investigadora.

Luego sometieron a las ratas a una prueba que consiste en ponerlas en un tanque de agua. Ese test es para medir el ánimo en ratones. Aquellos sin predisposición genética a la depresión nadan alrededor del tanque buscando cómo escapar, mientras que las ratas deprimidas se quedan quietas.

Después de un mes en la jaula, las ratas con tendencias depresivas intentaron frenéticamente escapar del estanque.

Redei mira con optimismo el resultado del estudio, porque "sugiere que incluso con una alta predisposición a este trastorno del estado de ánimo, la psicoterapia o una terapia de activación conductual puede aliviarlo".

La terapia de activación conductual consiste en enriquecer la vida de las personas con depresión con el objeto de mejorar el ánimo y la calidad de vida.

Un mal ambiente lleva a la depresión

Los científicos hicieron el experimento a la inversa, para comprobar que un ambiente adverso puede provocar una depresión. Para eso sometieron a ratas que no son genéticamente predispuestas a la depresión a un aislamiento e inmovilización por dos horas diarias por dos semanas. Los animales mostraron un comportamiento depresivo en la prueba del tanque de agua, sin intentar buscar una forma de salir. Ese comportamiento depresivo es aprendido.