El mercado laboral para las personas mayores
Sara Caro Puga
Paula Miranda S.
Don Eduardo Lara tenía 71 años, era chileno y padre de tres hijos. Falleció el 21 de mayo como víctima de un ataque incendiario que afectó su lugar de trabajo. Don Eduardo se desempeñaba como guardia del edificio del Concejo Municipal en la ciudad de Valparaíso. Era una persona mayor, que ya había cumplido la edad legal de jubilación de nuestro país: 65 años para los hombres y 60 para las mujeres. Don Eduardo representa una realidad que aún no hemos visibilizado, mucho menos abordado: la participación de las personas mayores en el mundo del trabajo. Chile es un país que vive un envejecimiento avanzado, y cada vez serán más las personas que cumplida la edad legal, no estén dispuestas a jubilar. Las personas de 60 años y más necesitan, quieren y pueden mantenerse en el mercado laboral. El informe final de la Comisión Bravo, sobre el Sistema de Pensiones, presenta entre sus propuestas la necesidad de ampliar la edad de jubilación y generar propuestas para promover e incentivar el trabajo de las personas de 60 y más. Por su parte, instituciones públicas como el Ministerio del Trabajo (MINTRAB), el Servicio Nacional de Capacitación y Empleo (SENCE) y el Servicio Nacional de Adulto Mayor (SENAMA), así como organismos de la sociedad civil, han iniciado hace algunos años diversos estudios y sistematizaciones que han permitido -de forma incipiente, por cierto- dimensionar esta situación a partir de cifras actualizadas que no dejan de impactar. Al respecto, se identifica que cerca del 20% de las personas de 60 y más años se encuentra trabajando, y el 53% de ellas no quiere dejar de hacerlo (UC - Caja Los Andes, 2013). Junto con esto, se estima que en el año 2025 (en tan sólo nueve años más) habrá en Chile 3,3 millones de personas jubiladas, sin embargo, la fuerza laboral activa disponible sólo alcanzará a cubrir un tercio de esas vacantes (Fundación Avanza Chile, 2015).
Los profesionales que trabajan con personas de 60 y más años también han evidenciado lo relevante del trabajo en la vida de estas personas, detectando la necesidad imperiosa de hacerlo y la exposición que enfrentan al emplearse en trabajos precarios, informales, con baja remuneración, así como otras condiciones adversas. Tal como el trabajo que puso a don Eduardo en una situación riesgosa y que finalmente terminó con su vida.
La decisión de jubilar es una decisión cada vez más difícil de tomar en Chile, cuando la esperanza de vida sobre pasa los 80 años, y por lo tanto, pueden ser veinte años o más en los cuales los chilenos tendrán que vivir con el monto mensual correspondiente a la pensión, lo que se vuelve un factor de riesgo en la vejez.
Es fundamental que los gobiernos abran la discusión en dos temas fundamentales para avanzar en modificar la legislación y facilitar las vías de implementación de políticas públicas que contribuyan por un lado, 1) a tener un sistema de pensiones que se posicione en la lógica de una sociedad envejecida, y 2) a construir un mercado del trabajo que se adapta a estas transformaciones, que visibiliza y regula el trabajo en las personas de 60 años y más, y que previene la exposición de éstos a trabajos precarios que los vuelven más vulnerables de lo que ya son.