Uno de los problemas que deja al descubierto la crisis minera es la excesiva dependencia a una sola área productiva en nuestra región, lo que deja al descubierto que no hemos aprendido mucho para diversificarnos y buscar otras matrices como generar empleo en la energía renovable, un mejor aprovechamiento de nuestro mar, tecnología minera que pueda ser vendida a otros países productores, potenciar en serio el turismo en la provincia o definitivamente sacar más provecho a nuestro vasto desierto.

De acuerdo al INE la desocupación en Calama tiene a 7.254 personas sin trabajo, y que se ve reflejado en la drástica caída de empleos para empresas contratistas, la activación de tres mil subsidios de cesantía y unos tres mil currículos, muchos de ellos de profesionales, que se acumulan en la Oficina Municipal de Inserción Laboral.

El tema es complejo, porque se estima que la crisis no está cerca de terminar, y tampoco se ven planes efectivos para absorber mano de obra.

Dado que la crisis minera se mantendrá por un tiempo y que la reactivación económica podría llegar a principios del 2018, se necesitan no sólo planes para reducir costos, sino que también iniciativas que impulsen la economía, que generen fuentes de empleo, capacitación, creación de nuevos negocios, subsidios para quienes creen nuevas fuentes de trabajo y medidas macroeconómicas para impulsar la reactivación.

La activación de algunos proyectos de la minera Estatal también podrían ayudar a paliar la cesantía en la zona siempre y cuando se privilegie la mano de obra local.

Por otro lado no se deben desaprovechar oportunidades de negocios que se dan en la zona, como el caso de un plan para construir viviendas para clases emergentes en la ciudad y que curiosamente se declaró desierto porque no hubo oferentes. Y esta no es la primera vez que ocurre que no hay interés en determinadas licitaciones estatales.

Es de esperar que pronto pueda verse algunas medidas que sea efectiva para frenar el desempleo en la provincia de El Loa.

La decisión de abandonar el país en que se ha nacido para radicarse en otro, puede provenir de diversas causas: huir de una devastadora guerra, de la violencia, de la persecución, o simplemente para buscar mejores condiciones de bienestar en general.

Actualmente nuestra región se ha trasformado en el destino predilecto de inmigrantes que buscan un nuevo horizonte laboral que sus países de origen no pueden ofrecerle. La entrada, permanencia y salida de los inmigrantes de nuestro país, se rige por el Decreto Supremo N° 597. Ahora bien, una vez que el extranjero ha sorteado con éxito, los requisitos para poder ejercer una labor remunerada en nuestro país cabe preguntarse ¿Qué derechos laborales son aplicables a este trabajador? La respuesta es sencilla: el trabajador extranjero detenta los mismos derechos y garantías que cualquier trabajador chileno.

En efecto, el ordenamiento jurídico laboral ampara a todos los trabajadores sean chilenos o extranjeros, ya que descansa en dos grandes pilares: el principio de protección y el principio de no discriminación. El trabajador migratorio padece no sólo la hostilidad del entorno, sino que además es objeto de graves violaciones de sus derechos, que no son denunciadas en el caso de trabajadores ilegales favoreciendo una situación de extorsión aprovechada por empleadores inescrupulosos o peor aún, por redes de trata de personas.

Por ello, una vez que el extranjero cruza legalmente nuestras fronteras o regulariza su situación migratoria, goza de los mismos derechos que la Constitución y las Leyes le otorgan a todos los habitantes de la República, posea o no un contrato de trabajo escriturado, específicamente, detenta el derecho a la no discriminación, a la libertad de trabajo, igualdad ante la ley y tutela judicial efectiva frente a vulneración de derechos laborales, entre otras garantías.

Consecuentemente, el Estado fiscaliza el cumplimiento de la normativa laboral a través de la Inspección del Trabajo y brinda asesoría y representación judicial gratuita a trabajadores chilenos y extranjeros a través de la Oficina de Defensoría Laboral de la Corporación de Asistencia Judicial. Para concluir, se debe tener en cuenta que la migración es un proceso inherente a la actividad humana, que estimula el desarrollo social y económico del país receptor.

José Luis Ossandón,

abogado oficina Defensoría Laboral Calama, CA

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