La más trágica de las finales se disputó en Chile
Mussimessi controla ante la arremetida de meléndez.
Para el torneo que por quinta vez organizaba el país, el DT Luis Tirado convocó a un grupo de grandes jugadores. En el Sudamericano de 1955, al que llegaron Ecuador, Paraguay, Perú, Argentina y Uruguay, Misael Escuti -el relevo de Sergio Livingstone-, Enrique "Cua Cua" Hormázabal -el mejor jugador del torneo y quien anotó en esta edición el gol número mil de la copa-, Jaime Ramírez y los hermanos Eduardo y Jorge Robledo estuvieron a punto de conseguir para la Roja su primer torneo.
Chile fue una tromba: El 27 de febrero inauguró el torneo ante 60 mil espectadores en el Estadio Nacional, quienes vieron el 7-1 ante Ecuador.
Luego vendría una guerra de goles ante Perú, con 5-4 a favor de Chile. Cuando miles de personas festejaban el 4-1 parcial a los 10 del segundo tiempo, los del Rímac tuvieron una reacción magnífica para ponerse iguales a 4 a los 83'. Pero Jaime Ramírez puso al Nacional de pie al desnivelar a seis minutos del final.
Una semana después Chile remonta en dos oportunidades para empatar al poderoso Uruguay, que cinco años antes había deslumbrado al mundo al consagrarse campeón ante Brasil en el "Maracaná", mientras el 20 de marzo supera con comodidad por 5-0 a Paraguay. Eran 19 goles en cuatro partidos, cartel de candidato al título. La última fecha fue ante una Argentina que parecía imbatible con la delantera de Independiente de Avellaneda (Michelli, Cecconatto, Bonelli, Grillo y Cruz) más el despliegue de Ángel Labruna, miembro de "La Máquina" de River Plate junto al "Charro" Moreno, Juan Carlos Muñoz, Adolfo Pedernera y Félix Loustau.
En una decisión sin precedentes, la organización hizo que las 65 mil entradas se vendieran durante la misma jornada del partido (30 de marzo). Una avalancha quiso llegar a Ñuñoa para conseguir ticket con resultado fatal: 5 personas murieron en el tumulto, un sexto falleció al desplomarse una galería construida para el evento y se registraron al menos 500 heridos.
Pero el juego igual se llevó a cabo, con Chile y Argentina empatados en puntos y goles en la última cita.
A los 60' Balay cedió para Labruna, que remató violento a centímetros de Escuti. El rechazo le bastó a Rodolfo Micheli, goleador del torneo con ocho tantos, para sentenciar el partido y lograr el décimo título trasandino.