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Ciudadanos Pokémon Go

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1966. ¿Se acuerdan de esas entretenidas gymkana que hacíamos los cincuentones de hoy cuando estábamos en el colegio por allá por la década de los 60'? Salíamos en grupos (muchas veces de scout) a buscar las pistas que los jefes habían puesto en algunos escondites estratégicos y que había que encontrar para alcanzar la meta. Qué manera de reírnos, de correr, de pasar vergüenzas, de compartir con personas que no conocíamos y -finalmente- de aprender.

Terminábamos extenuados pero felices y -de paso- habíamos entrado a la Catedral de Santiago y visto la misteriosa tumba de Diego Portales, recorrido el Parque Forestal con su imponente Fuente Alemana donada por esta comunidad inmigrante para el Centenario, comido algodones rosados y pegajosos que vendía un señor, hace ya décadas, en la Plaza de Armas y ¡cómo no! nos sentíamos más ciudadanos que nunca.

2016. Ha pasado medio siglo bajo el puente y Chile y el mundo son otros. ¡Qué duda cabe! Sin embargo, ¿nos encontramos ante esta verdadera locura? mundial que ¡ojo! no distingue geografía, ni sexo, ni edad, ni raza, ni nivel socioeconómico -es decir- es uno de los juegos más democráticos del mundo: Pokémon Go. Atrapar las criaturas virtuales que se esconden por los lugares más emblemáticos e insólitos de las ciudades del planeta (aplicación creada por la empresa Niantic junto a Nintendo y The Pokémon Company) es el delirio actual. ¿Acallarlo? ¿Prohibirlo? ¿Esconderlo?

Jamás. Guiados por el GPS, vamos tras los Pokémon Go, capturémoslos y aprovechemos de mirar con otros ojos nuestros edificios históricos, plazas, museos, parques, mercados, cementerios y rincones. Es esta una gran oportunidad para conocer nuestro patrimonio urbano y crear conciencia que éste nos habla a gritos de lo que somos y hemos sido como país.

Es la primera aplicación de la historia que se contacta in situ con la vida, obra y milagros de nuestras principales ciudades. Las poképaradas pueden ser grandes aliadas a la hora de rescatar nuestra identidad. Asimismo, aunque hay que tener cuidado al cruzar las calles y no enviciarse, este juego nos saca del encierro y el aislamiento (y el consecuente y preocupante sedentarismo) y nos dispone a encontrarnos en los sitios públicos, esos que nos pertenecen a todos. ¡No lo dejemos pasar!

Magdalena Piñera Echenique

La mayoría de los perros prefiere cariño de su amo antes que comida

AYUDA. Un estudio asegura que hay canes más capaces en tareas sociales y otros que son mejores en labores solitarias, como de rescate.
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Carolina Collins

Todo aquél que tenga un perro en su casa sabe que no hay nada que pueda atraer tanto su atención como la comida. Los alimentos sirven como premio durante un entrenamiento y como elemento distractor, de ser necesario.

Sin embargo, una investigación liderada por Peter Cook, de la Universidad de Emory, que fue publicada en la plataforma Biorxiv y que será reproducida por la revista Social Cognitive and Affective Neuroscience, asegura que algunos perros destacan por su fidelidad hacia sus dueños e incluso tendrían una reacción mucho más intensa cuando se trata de cariño que cuando se enfrentan a comida.

Algo difícil de creer si se ha estado con un perro en un asado. Sin embargo, según publicó la revista Science, los descubrimientos de este estudio no sólo son revolucionarios desde la mirada del entrenamiento canino -porque podrían contribuir a modificar sus técnicas-, sino también desde el punto de vista de la comprensión que tenemos de esta especie.

Esto porque los resultados de la investigación probarían un nuevo nivel de la fidelidad canina a sus amor, llegando al punto de que prefieren una caricia a recibir un pedazo de comida.

Activación cerebral

Para llegar a esas conclusiones, los investigadores realizaron escáners de la actividad cerebral de perros en distintas situaciones, con el objetivo de poder observar la activación de los circuitos cerebrales en cada momento.

Para eso reclutaron 15 perros de distintas razas a los que les mostraron un objeto justo antes de darles una recompensa, que podía ser un trozo de comida (salchicha) o una caricia.

A partir de esas pruebas, los investigadores a cargo del estudio observaron que 13 de los 15 perros analizados tuvieron iguales o mayores niveles de actividad cerebral en la zona del cerebro relacionada a la toma de decisiones y de recompensas cuando recibieron una caricia, en comparación a cuando les dieron un pedazo de salchicha.

Amo o comida

posteriormente los investigadores llevaron a cabo una segunda prueba en la que incluyeron a los dueños de los perros.

Para eso pusieron un recipiente con comida junto al amo del animal y luego observaron su reacción.

Así fue que comprobaron que la mayoría de los perros prefirió acercarse a su dueño. Sin embargo, los animales que en la primera prueba tuvieron una reacción más fuerte por la comida que por una caricia, eligieron el plato de alimento en la segunda fase del experimento.

A partir de ese resultado los expertos concluyeron que estas diferencias y el que puedan ser observadas mediante un escáner, podrían permitir mejoras a la hora de asignar perros para tareas específicas. Por ejemplo, en caso de querer usar un perro con fines terapéuticos, será más eficiente uno que prefiera las caricias a la comida, mientras que en labores de rescate, podría ser más útil un perro que prefiera el alimento, porque podría ser estimulado con recompensas de ese tipo.

Más información en http://biorxiv.org/.