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"Los festivales son una instancia para que las películas se vean mucho más"

CINE. Michael Silva habla de su trabajo en "El Cristo ciego", que se estrenó en Venecia y debutará en San Sebastián.
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Flor Arbulú

En el 2014, el actor Michael Silva (29) debutó en la pantalla chica, interpretando al músico Jorge González de Los Prisioneros en la serie "Sudamerican Rockers" (CHV). Ese mismo año comenzó a conversar con el realizador Christopher Murray ("Manuel de Ribera") para protagonizar su nuevo proyecto, el cual comenzó a rodar en mayo del año siguiente poco después que terminara de emitirse la miniserie "Zamudio" por TVN, en la que también participó. Luego, a solo dos semanas de finalizar la filmación, comenzó a trabajar con Pablo Larraín.

Intensas de semana de trabajo que hoy por hoy lo tienen en dos de las películas que están dando que hablar fuera de Chile: "Neruda", que fue elegida como la representante chilena a los premios Oscar, y "El Cristo ciego". Esta última tuvo su estreno mundial en el pasado Festival de Venecia, compitiendo ni más ni menos que por el León de Oro, máximo galardón del certamen, el que finalmente terminó llevándose el filipino Lav Diaz por "The woman who left".

Una apuesta arriesgada

Ahora la cinta está ad portas de debutar en el 64° Festival de San Sebastián, donde participa en la sección competitiva "Horizontes Latinos". "Lo que uno espera como actor, y también se me imagina como realizador, es que las películas y lo que uno hace se vean lo más posible. Creo que los festivales son una instancia para que las películas se vean mucho más, y que también las vean compradores y la distribuyan. Creo que uno de los mayores premios que uno puede tener", asegura Michael Silva.

La producción se centra en Michael (30), un mecánico que dice haber vivido una revelación divina en el desierto. Pero lejos de creerle, sus vecinos lo tratan como al loco del pueblo. Una tarde se entera de que un amigo de la infancia ha sufrido un accidente en un pueblo lejano, por lo que decide abandonarlo todo para hacer un peregrinaje a pie descalzo y sanarlo con un milagro. Su andar comienza a llamar la atención de la gente explotada por las empresas mineras y adicta a las drogas, quienes le ven como un Cristo capaz de aliviar la cruda realidad del desierto chileno.

La propuesta creada por Murray es una especie de experimento entre cine y antropología, ya que es el fruto de largas conversaciones y encuentros con habitantes de la Pampa de Tamarugal, quienes además actúan en la cinta, interpretan sus propias historias, con sus propios trajes y en sus casas.

"No hay actores profesionales, estoy yo no más que tengo estudios. Christopher asumió un riesgo enorme al trabajar con más de 40 personas en medio del desierto, que no tenían ninguna experiencia, ninguna relación tan estrecha tampoco en lo artístico", destaca Silva, que reconoce que fue un proceso "complejo" a la hora de enfrentarlo.

"Yo construyo lo que construyo a partir claramente de la idea que Christopher tenía de este rol, de lo que me entrega el guión y por sobre todo, y esto es muy importante, de las personas", asegura. Y detalla: "Me armé en base a sus experiencias y me posicioné del lugar en qué me sucedería a mí si yo me encontrara con todo este tipo de personas y con todas estas experiencias, cómo lo tomo yo y eso traté de conjugarlo con la visión de Christopher y con el guión".

"Lo más importante -continúa- es que no quería que se notara que soy actor y manejo ciertas técnicas y ellos no. Por tanto, me tuve que 'olvidar' de algunas cosas que sé y que de antemano quería ya instalar al momento de grabar, y me tuve que sumar a una dinámica que era más propia de ellos que mía".

Según comenta en la medida que se iba relacionando con la comunidad a través de la ficción "también iba entendiendo cuánto tenía que dar emocionalmente, cuánto tenía que retener, cómo quería trabajar el gesto en mi cuerpo, en las miradas, en los silencios... Es muy complejo, porque es más fácil trabajar con un colega que maneja códigos muy similares a los de uno".

Recepción del público

Respecto al resultado, Silva dice que "la película es muy buena. Lo que Christopher hace es muy arriesgado y muy distinto". Es precisamente ese rasgo distintivo el que le gustaría que fuese un factor a la hora de convocar público a los cines cuando se estrene en Chile, para lo cual aún no hay fecha.

"En la mayoría de las películas chilenas hay elencos con actores y actrices ya reconocidos, que tienen una trayectoria y tienen premios fuera, entonces es más fácil acercarse a eso. Pero cuando no es así, que es este caso, como que las personas no se atreven, de alguna u otra forma, a mirar algo distinto, como que piensan que no puede ser lo suficientemente bueno", comenta y añade: "Era una apuesta muy arriesgada y creo que de alguna u otra forma eso debiera ver y valorar la gente al momento de saber que la película va a estar en cartelera".