No es un misterio que nuestra región es de gran atractivo económico para negocios ligados a la minería, pese a sus actuales dificultades, pero también cada día existe más conciencia de los problemas medio ambientales que le afecta, lo que está ahuyentando a personas mayores y familias con niños pequeños a la Cuarta y Quinta regiones.
Además el alto costo de la vida en nuestra región exige que trabaje más de uno en el grupo familiar o altas rentas para vivir en la zona.
Según cifras del INE proyectadas, nuestra región es la que tiene más jóvenes promedio del país, con una cifra de 231.086 personas en el rango etario de ente los 15 y 40 años de edad, y que representa al 37,7 por ciento del total de la población.
Claramente la zona se ve como un destino de oportunidades laborales en el sector minero, aunque hoy existe una externalización de los procesos productivos que ha provocado una reducción de los sueldos. Pero aún así los jóvenes esperan una oportunidad.
Pero para sostener esta fuerza de trabajo joven, se requiere que las grandes ciudades de la región puedan implementar buenos servicios y ofrecer atractivos amigables para vivir en ellas.
Por el contrario, el alto costo de la vida, la presencia de zonas saturadas por metales pesados y la falta de lugares que ofrezcan una mejor calidad de vida a familias jóvenes y adultos jubilados, provoca que muchos de ellas vendan sus propiedades y opten por partir a zona más limpias y de bajo costo, principalmente a ciudades como La Serena, Coquimbo, Quilpué, Quillota, Viña del Mar, Valparaíso entre otras.
Entonces, se deben hacer esfuerzos por cautivar a los jóvenes que viven en nuestra región, con el fin de potenciar la zona como un gran centro productivo y así los jóvenes puedan convertirse en un factor de cambio.
Y estos esfuerzos deben estar orientados en tener una zona más limpia de contaminación y con una mayor oferta de zonas de interés en cultural, vivienda, educación, salud y sanas distracciones.