V. Toloza Jiménez
"Queremos que Antofagasta sea el puerto del Paraguay", dijo ayer el canciller paraguayo, Eladio Loizaga en el almuerzo que el ministro de Relaciones Exteriores chileno, Heraldo Muñoz, le ofreció ayer en la capital regional.
Ese fue el ánimo que Muñoz observó durante toda la jornada y que él mismo enfatizó: "Con Chile se puede obtener todo en la medida que lo hagamos con amistad".
Pero más allá de eso, el acuerdo logrado con el Paraguay, aparece como una pieza más en el complejo engranaje de consolidar un corredor biocéanico que una el sur de Brasil, Paraguay, el norte de Argentina y pase a Chile a través de los pasos de Sico y Jama, para desplegarse hacia los puertos de Arica, Iquique, Mejillones y Antofagasta, con carga de los países vecinos.
Según el canciller, Antofagasta debe consolidar una plataforma de servicios para ello.
¿Cómo debe ser leído en el largo plazo el acuerdo con Paraguay?
-En la perspectiva de integración y de la visión que Chile tiene de servir como plataforma para los países del Atlántico, o de países sin litoral, como Paraguay, para proyectarse en dirección al Asia Pacífico. Hoy tenemos una economía global donde importan mucho las cadenas de valor y si al comercio, que es un paso importante, le agregamos la producción, estaríamos beneficiando tanto a Paraguay como a Chile.
Además, esta es otra expresión de cómo Chile cumple el Programa de Viena, para los países sin litoral, con sus objetivos y prioridades.
En Antofagasta, hace mucho, se intenta consolidar una plataforma de servicios para el cono sur americano y esto va en ese sentido, pero qué más hay que concretar.
-Antofagasta es un puerto clave porque además estamos trabajando en el corredor bioceánico con Paraguay. Por primera vez hemos avanzado más allá de la retórica, con proyectos concretos, para conectar al centro oeste brasileño, a través de Paraguay, Argentina, saliendo en dirección a Antofagasta y el resto de los puertos del norte. Hoy tenemos proyectos de pavimentación en Paraguay, puentes que se están discutiendo, de modo que estamos avanzando en una aspiración de conexión bioceánica. Por lo tanto, debemos pensar en cómo utilizamos la capacidad del puerto de Antofagasta, como un puerto de servicios para el resto de los países que quieren proyectarse a través de nuestra costa.
¿Hay que pensar esto considerando a todo el Norte Grande? Digo, Arica, Iquique, Mejillones, Antofagasta?
- Sí. Porque si somos capaces de atraer volúmenes, vamos a necesitar puertos con mayor calado, con mejores servicios, bancarios, de seguros y la estabilidad que ofrece Chile, que es uno de los elementos más fundamentales y más valorados por el resto de los países.
Operación
Uno de los datos más relevantes para la concreción del "Corredor Capricornio" es el enorme esfuerzo paraguayo para dejar expedita una vía terrestre de unos 547 kilómetros (en esa nación), lo que les costaría unos US$600 millones.
Por esta razón, se estima que la plena operación del circuito que abarcará los cuatro países estaría en operaciones en unos cinco años, según altas fuentes del MOP. El éxito local será determinado por la eficiencia de los terminales portuarios y, en general, de toda la cadena de servicios y logística que esté vinculada a la materia.
Un aspecto importante es que son iniciativas de largo aliento.
-Sí, pero hay que empezar ya, porque si no proyectamos los corredores bioceánicos, serán otros los países que se beneficien y queremos que Chile sea capaz de ser un puente hacia las economías del Asia Pacífico y eso no admite retrasos.
Definitivamente está el gobierno convencido de la conveniencia de este tipo de iniciativas.
-Absolutamente, estamos convencidos de eso. El futuro de la integración sudamericana pasa por los puertos chilenos. Si somos capaces de atraer a nuestros vecinos y por eso es importante que vengan personalidades como el canciller y el ministro de Obras Públicas del Paraguay.
"Si somos capaces de atraer volúmenes, necesitaremos puertos con mayor calado, servicios bancarios, de seguros y la estabilidad que ofrece Chile"."
Caso boliviano
Ya ha pasado tiempo desde la visita del canciller Choquehuanca al país y da la impresión que Bolivia ha morigerado su discurso. ¿Cómo lo evalúa?
-Lo que sí quiero decir es que aquí hay un claro contraste. Una visita del canciller boliviano, sin invitación, rompiendo todas las prácticas mínimas de la diplomacia, con actitudes ofensivas y desconociendo las múltiples facilidades que le otorga Chile de acuerdo al Tratado de 1904. Eso por un lado. Y ahora, una visita de un canciller que viene invitado por nuestro país, valorando lo que Chile le ofrece y con actitud de amistad e integración. Las conclusiones las tienen que sacar -creo- los observadores imparciales. ¿Se puede conversar hoy con el gobierno de Evo Morales? -Mire, lo que hace el gobierno de Evo Morales… Habla mucho de diálogo, pero no lo practica porque Chile ha ofrecido conversar... yo se lo he dicho al canciller Choquehuanca, hace más de un año, cuando ya habían presentado su demanda marítima en la Haya, y la respuesta fue negativa. Chile va a seguir defendiendo sus intereses, va a resguardar su soberanía y el resto se verá en La Haya. Lo demás no es nada más que ruido. Lo complejo de la relación entre Chile y Bolivia es que es asimétrica. ¿Cuánto nos pesa eso? -En los desafíos de la economía mundial, lo que debiéramos pensar no es en asimetrías, sino en cómo buscamos ser compatibles y complementarios, pero evidentemente que este gobierno boliviano no tiene ninguna voluntad política para ir en esa dirección.