El renacer de la agricultura loína
Exitosas experiencias con lechugas hidropónicas, alfalfa y viñedos hacen volver la miera a una actividad que no es extraña para la zona. La asociatividad permitirá que suelos fértiles o que de experiencias como invernaderos se puedan cosechar productos para satisfacer la demanda regional.
La zona norte es reconocida por su condición minera y por aportar las riquezas suficientes para el crecimiento económico del país. Pero muchos olvidan que antes que la minería existía una tradición agrícola que cedió su paso al avance industrial.
Sectores como el valle de Calama y los que en los tiempos de la colonia se conocieron como Atacama la Grande (San Pedro de Atacama) y Atacama la Chica (Chiu Chiu), fueron conocidos por su fertilidad. En estos lugares existió y aún persisten, pese a las dificultades, zonas agrícolas que producían cantidades mayores a las del autosustento, y que fueron claves en el desarrollo comercial de las rutas caravaneras que unían la costa del Pacífico con el altiplano.
Eran tierras productivas y por ello no es de extrañar que en la actualidad los proyectos agrícolas que allí se emprenden tengan positivos resultados. Ello gracias al apoyo de empresas privadas, estatales y a convenios con Indap y otras reparticiones del Ministerio de Agricultura.
Esos ejemplos hoy se lucen orgullosos y literalmente reverdecen una agricultura que se adapta a la actual escasez de agua que se vive.
La experiencia del cultivo hidropónico de lechugas en Socaire, la alfalfa de Talabre y la producción del vino de altura en Toconao, abren buenas expectativas en este rubro y bien podría transformarse en un polo de desarrollo económico complementario a la minería.
Siempre y cuando este tipo de iniciativas se replique en otros poblados, donde la asociatividad permita que suelos fértiles o que de experiencias como invernaderos se puedan cosechar productos para satisfacer la demanda regional, como en la actualidad se hace con las zanahorias y betarragas de Chiu Chiu.
No es descabellado volver la mirada hacia la agricultura más ahora que existe la convicción que la minería tiene que utilizar agua desalada para sus faenas liberando los acuíferos de la provincia, los que deberían volver a destinarse al consumo humano y a la agricultura.