Momentos de profunda tristeza se vivieron ayer en el Servicio Médico Legal, ya que fueron entregados los restos que lograron ser identificados de víctimas de la Caravana de la Muerte por su paso por Calama. De estos, dos estaban como desaparecidos y la misma cantidad estaban reconocidos, pero sus familias no tenían nada para sepultar.
La entrega comenzó cerca de las diez de la mañana y uno por uno fueron saliendo los osarios, los que fueron trasladados por los mismos familiares, quienes una vez más debieron vivir el proceso de reconocimiento y velorio.
En la jornada fueron entregados los restos de Mario Argüellez Toro, Luis Gahona Ochoa, Manuel Hidalgo Rivas, Rolando Hoyos Salazar, Rosario Muñoz Castillo, Fernando Ramírez Sánchez, Roberto Rojas Alcayaga, José Saavedra González y Jorge Yueng Rojas.
A ellos se sumaron las osamentas de Víctor Ortega Cuevas (34, agricultor) y Sergio Ramírez Espinosa (29, empleado de Chuquicamata), quienes se mantenían como desaparecidos. Estos no llegaron hasta Calama.
En tanto, también fueron entregados dos osarios, uno con restos culturales, es decir, trozos de prendas, botones y otras pertenencias de los ejecutados. El segundo, con objetos encontrados en el lugar donde se hallaron las osamentas.
Durante la tarde se realizó el velorio en la CUT y hoy a las 16 horas será el funeral en el Cementerio Municipal.
Heridas que se abren
El pasado 19 de octubre las familias de las víctimas de la Caravana de la Muerte recordaron los 43 años de los fusilamientos, día en que también se trajo a la memoria la incansable labor que han hecho las mujeres de la Agrupación de Familiares de Ejecutados y Detenidos Desaparecidos Políticos de Calama, quienes, prácticamente, barrieron el desierto buscando a los que fueron sus padres, hijos, hermanos, parejas o esposos.
"Hay ratos tristes y alegres. Felices por un lado porque algunas familias vamos a tener un huesito para enterrar, pero faltan otras cuatro que todavía no logran identificación. Son sentimientos encontrados, porque hemos luchado tantos años para que todas tengamos algo, pero se ha dado así y tenemos que asumirlo", comentó la presidenta de la agrupación, Violeta Berríos.
En su caso, el 31 de enero de 2014 recibió la noticia que su esposo había sido reconocido, pero tras la prueba de ADN nuclear se había destruido el único vestigio que quedaba de él, sólo recibiendo un documento que lo acreditaba. Con la entrega que se hizo ayer, hoy sí podrá sepultar lo que quedó de Mario Argüellez Toro.
"Nunca lograremos la tranquilidad, porque la angustia y el dolor siguen, es una herida que se abre en octubre y tratamos que se cierre, pero eso lo lograremos cuando ya no estemos en este mundo, porque el cansancio se va notando. Las mujeres que empezamos esta búsqueda tenemos más edad, yo ya tengo 77 años", se refirió Violeta Berríos.
Precisó que el proceso ha sido agotador, pues en este caso, los restos llegaron en marzo al Servicio Médico Legal y recién ayer fueron entregados. Esta práctica "es algo que nos mantiene los nervios de punta, porque uno espera que sea rápido para no seguir pasando por esta situación, de recordarlo todas las semanas. Después nos avisaron que venían, pero sin saber nada más. Lo recibes como un golpe".
Joven dirigente
Para la familia de José Saavedra González (18) también fue un proceso difícil, pues en 1995 recibieron varias osamentas que tras ser sometidas a exámenes de ADN se comprobó que pertenecían a cinco personas distintas, pero no a él. En 2014 fueron exhumados los cuerpos de sus padres para comparar otras muestras y después de dos años, les confirman que una costilla y cinco vértebras sí eran del joven. Por primera vez sepultarán los restos de su hermano.
"Esto ha sido muy fuerte y doloroso, porque mantuvimos por 19 años un maxilar, restos de cráneo, de nariz y un pie pensando que era mi hermano, a quien visitábamos en el cementerio. Teníamos la tranquilidad que algo se había encontrado, pero fue muy duro saber que nada pertenecía a él", dijo una de sus hermanas mayores, Victoria Saavedra.
Tras esa noticia sólo quedó en su nicho la chaqueta que usaba para salir con sus amigos. "Debieron exhumar los cuerpos de mis padres, les extrajeron los fémures y se mandó una pequeña muestra al extranjero y se comprobó que una costilla y cinco vértebras son de él, que es lo que estamos recibiendo ahora".
Saavedra enfatizó, tal como Violeta Berríos, que ha sido un proceso largo y muy doloroso. "creo que encontramos un poco de tranquilidad, porque una parte de él está en esa urna, pero cerrar este proceso es imposible, más aun cuando no tenemos los resultados de los juicios que se están llevando en Santiago".
La secretaria socialista
Entre los familiares que se congregaron en el Servicio Médico Legal estaba Grimilda Sánchez, quien en su pecho llevaba las fotografías de dos hombres. Su esposo y su hijo, este último víctima de la caravana.
Si bien ha vivido el mismo dolor de la búsqueda, su historia lleva la carga de también haber sido una detenida y torturada.
Para el 73 era la secretaria regional del partido Socialista y estaba en comisión de servicio en la gobernación de El Loa, junto a Edmundo Checura Jeria, quien ocupaba el principal cargo provincial.
"Me detuvieron, pero me llevaron a mi casa, desde donde no podía salir porque había una patrulla en la esquina. Ese mismo día detuvieron a mi hijo, Fernando Ramírez Sánchez (26)" quien había estudiado programación en la Universidad de Chile y trabajaba como supervisor en la mina Exótica, además de desempeñarse como secretario de la juventud socialista.
Comentó que se lo llevaron sin cargos. Ella transgredió la orden de no salir de su vivienda y por las noches ayudaba a personas que estaban en peligro de ser detenidas, situación que incluso también vivió en varias oportunidades, hasta que no la dejaron en libertad.
Se encontró con su hijo en una sala "me torturaron delante de él y yo vi lo que le hacían a él. Fue terrible", contó con sus ojos con lágrimas.
En su proceso, conoció a todos los ejecutados por la caravana y fue testigo el día en que se los llevaron, incluido su hijo.
En cuanto a su esposo, Luis Ramírez, "se lo llevaron porque un compañero, a quien estaban torturando, dio su nombre. Yo sabía que irían por él. Lo mataron el seis de octubre, día en que se había creado el Comité de Cooperación para la Paz en Chile", que posteriormente fue disuelta por Agusto Pinochet.
Grimilda Sánchez fue condenada a muerte, pero gracias a la Cruz Roja pudo conseguir que Francia la albergara por casi 18 años. "Yo los conocía a todos. Nos llevaron y nos hicieron de todo por pensar diferente", reflexionó.
26 hombres fueron torturados y ejecutados por la Caravana de la Muerte. De estos, cuatro siguen como desaparecidos. En tanto, hay osamentas encontradas que no pertenecen a ninguno de ellos.
23 piezas fueron enviadas nuevamente a Austria para someterlas a examen de ADN. Se hizo esto porque ahora es posible analizar muestras de tres gramos.
100 restos culturales y objetos que estaban en el lugar donde los hallaron fueron entregados a los familiares en dos osarios, que también serán enterrados en el memorial.