Cuando creemos que hemos avanzado en el tema y vamos dejando esa pesadilla en el recuerdo, que nuestros esfuerzos para eliminarla al fin dan fruto, otra vez la cruda realidad nos estremece: Calama debe lamentar una nueva víctima de la violencia de género. El martes de madrugada un hombre de 63 años disparó y mató a su pareja; las razones del porqué se las llevó a la tumba, ya que luego se suicidó. La verdad que esas razones poco importan, cualesquiera que hayan sido no justifica ni remotamente tal brutalidad.
Toda forma de violencia contra un semejante es mala, condenable, y debe erradicarse, pero cuando esa violencia se ejerce contra quien es nuestra compañera sentimental, con quien nos unen lazos de amor, que muchas veces han fructificado en descendencia, o esperamos que así sea algún día, no sólo es abyecta, sino inentendible, ilógica ¿qué explicación puede haber para violentarnos contra una parte de nosotros mismos, para dañar a quien sólo queremos proteger?
Más grave aún, su presencia no sólo se circunscribe a una determinada localidad, condición social, nacionalidad o cultura. De acuerdo a cifras de ONU Mujeres, a nivel mundial el 35% de las mujeres (1 de cada 3) han sufrido violencia física o sexual por parte de un compañero sentimental en algún momento de su vida. En Chile, la cifra es similar, casi el 32% de las mujeres han sufrido algún tipo de violencia intrafamiliar en algún momento de su vida; en 3 de cada 4 casos, el agresor es la pareja o ex pareja.
Contribuye a la violencia el machismo aún prevalente, que niega derechos de igual a la mujer. Los crudos números asustan, 120 millones de niñas en el mundo (cerca de una de cada diez) ha sufrido algún tipo de relación sexual forzada, siendo el hechor en la mayoría de los casos el marido, ex marido, novio o compañero. Más escalofriantes son las cifras de prácticas que nos cuesta creer que aún continúen, avanzado el siglo XXI: 700 millones de mujeres actualmente vivas en el mundo se casaron siendo niñas o adolescentes, de ellas 250 millones aún no habían cumplido los 15 años. Más macabro aún, 200 millones de niñas, adolescentes o mujeres que viven en 30 países han sufrido algún tipo de mutilación genital, la mayoría antes de cumplir 5 años.
Es doloroso, pero esto es otro síntoma más de una sociedad enferma, violenta e individualista, centrada en el tener y no en el ser, y que requiere cura con urgencia.
Francisco Grisolía Cirera,
director regional Servicio Médico Legal