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Planificar las actividades de ocio las hace menos entretenidas

TIEMPO LIBRE. Expertos sugieren realizarlas de forma improvisada o con la menos programación posible para disfrutarlas más.
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Mabel González

Entre planificar un asado y hacerlo espontáneamente, la mejor opción es la segunda, al menos si lo que se quiere es tener entretención garantizada. Esta es la conclusión a la que llegó una investigación desarrollada por la Universidad Estatal de Ohio, que encontró que programar una actividad de ocio puede hacerla más aburrida.

Esto ocurriría porque poner en el calendario panoramas como tomarse un café con un amigo o ver una película lleva a las personas a esperar menos placer y a disfrutar menos estas acciones que si no hubiesen sido planeadas, según indicaron los encargados del análisis en su paper publicado en la revista Journal of Marketing Research.

La profesora asistente de Marketing de la Universidad Estatal de Ohio y coautora del estudio, Selin Malkoc, explicó que, en general, la gente asocia los horarios con el trabajo y que, cuando se trata de tiempo destinado al ocio, lo que queremos es que todo "fluya".

"Se supone que el tiempo debe volar cuando lo estás pasando bien. Cualquier cosa que limite y restrinja nuestro ocio socava el disfrute", sostuvo la académica en el sitio web de la casa de estudios norteamericana.

13 estudios

El equipo de la profesora Malkoc desarrolló 13 estudios por separado que analizaron de qué manera las actividades de ocio afectan la forma en que las pensamos y las experimentamos.

En el primero de ellos, un grupo de estudiantes universitarios recibió un calendario lleno de clases y actividades extracurriculares. Los académicos les pidieron pensar en esta programación como su horario real para la semana.

La mitad de los voluntarios debió hacer planes con dos días de anticipación para tomarse un helado con un amigo, mientras que el resto tuvo que imaginar que se encontraba con un conocido y decidían ir por un helado inmediatamente.

Al evaluar las actividades, aquellos que programaron el panorama con su amigo lo percibieron más como un "compromiso" y una "tarea" que aquellos que improvisaron.

Eso llevó a los profesionales a inferir que programar actividades divertidas lleva a las personas a pensar en características laborales.

En una segunda prueba, esta vez llevada a cabo a través de Internet, los expertos le pidieron a los participantes elegir un video en YouTube. Mientras algunos optaron por verlo en seguida, otros eligieron una fecha y hora determinada para hacerlo y lo anotaron en su calendario.

Este ejercicio arrojó que aquellos que vieron el video en un horario programado lo disfrutaron menos que quienes lo hicieron inmediatamente, según recogió la universidad estadounidense en su sitio web.

No es malo del todo

Sin embargo, estos resultados no significan que nunca se deba planificar. Es más, la investigación mostró que planificar un evento a grandes rasgos (sin fijar la hora exacta, por ejemplo) genera los mismos niveles de placer que las actividad espontáneas.

Esto último fue observado en un ejercicio en que los autores instalaron un stand en un campus universitario donde se entregaba café y galletas gratis a los estudiantes que se estaban preparando para sus exámenes finales.

Antes de levantar el puesto, los alumnos recibieron vales para que recogieran sus bebidas y galletas, ya fuera en un momento determinado o durante una ventana de dos horas.

Mientras ingerían los productos, los jóvenes llenaron una breve encuesta. Esta fase de la investigación reveló que aquellos que tenían una pausa programada disfrutaron menos su colación que quienes planificaron a grandes rasgos su "break".

Algunos de los Experimentos

Actividad con un amigo

En una de las pruebas, los voluntarios que planificaron un panorama con un amigo lo percibieron como un "compromiso" y una "tarea".

Videos de YouTube

En otro test, los participantes que vieron un video en YouTube apenas lo eligieron, pasaron un mejor momento que aquellos que lo programaron para más adelante.

Stand de café

Cuando los expertos instalaron un stand de café en un campus, observaron que aquellos que se lo tomaron a una hora fijada con antelación lo disfrutaron menos.

Panoramas libres de restricciones

En otro experimento, los académicos de Ohio encontraron que el sólo hecho de fijar una hora de inicio para una actividad es suficiente para hacerla menos placentera. La académica Selin Malkoc opinó que esto se debe a que, en general, "la gente no quiere poner restricciones de tiempo de ningún tipo a las actividades de ocio de 'libre flujo'". Advirtió, sin embargo, que estos resultados se pueden aplicar a eventos cortos de unas pocas horas.

Científicos descubren un nuevo mecanismo que regula las bacterias resistentes a los antibióticos

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Investigadores de la Universidad de Barcelona (UB) descubrieron un nuevo mecanismo de regulación de las comunidades bacterianas, lo que abre una vía de investigación para hallar nuevas terapias contra las bacterias resistentes a los antibióticos.

La investigación, publicada en la revista Nature Communications, describe cómo la proteína TomB, que actúa como una antitoxina, destruye otra proteína que, cuando es demasiado abundante, es tóxica para las bacterias.

El nuevo sistema está implicado en la regulación de los biofilms, comunidades de bacterias que participan en el 80% de las infecciones bacterianas en humanos y que confieren resistencia a los antibióticos.

Según el autor principal del trabajo, Miquel Pons, "inhibir este mecanismo podría ayudar a frenar la resistencia a los antibióticos".

Pons explicó que los sistemas toxina-antitoxina son mecanismos comunes de regulación de las comunidades bacterianas y, habitualmente, la antitoxina está unida a la toxina y así evita la toxicidad.

En determinadas condiciones, la antitoxina se destruye y la toxina actúa deteniendo el crecimiento o matando la bacteria.

"El sistema que hemos descubierto actúa por un mecanismo totalmente diferente: la toxina sólo es tóxica cuando aumenta la concentración, y sólo lo es para las bacterias que no tienen acceso al aire, ya que la antitoxina utiliza el aire para destruir la toxina", detalló el investigador Oriol Marimón.

Este mecanismo está implicado en la regulación de los biofilms, comunidades bacterianas pegadas a superficies que son muy resistentes a agentes externos, incluyendo los antibióticos.

"La capa de células más superficial está en contacto con el aire y está protegida por la antitoxina, pero en el interior del biofilm las bacterias no tienen acceso al aire. Por tanto, la toxina actúa y crea canales por donde el resto de la comunidad puede tener acceso a nutrientes y oxígeno y, además, permite la salida de bacterias, que pueden extenderse y colonizar nuevas zonas", describió Pons.

Según los investigadores, la inhibición de la antitoxina podría hacer que "la misma toxina, en vez de facilitar la extensión del biofilm, provocara la destrucción y, por tanto, se podría desarrollar como una nueva diana terapéutica para paliar el problema de la resistencia a los antibióticos".