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Rosario Bléfari

La argentina Rosario Bléfari presentó en Chile "Mis ejemplos" (Lecturas Ediciones), cinco relatos breves sobre la amistad y el amor. Aquí, la cantante del mítico grupo Suárez, actriz de cine y flamante escritora de cuentos, repasa las diferencias entre versos que se cantan e historias que se leen.
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Rosario bléfari es actriz, cantautora, escritora y poeta. De todo, lo que más le gusta tiene que ver con la música.

Ligada a la música desde siempre, Rosario Bléfari es más conocida en Chile gracias a su faceta de cantante en la banda argentina Suárez y la indeleble impronta que dejaron en los noventa. En la última Furia del Libro también subió al escenario a cantar y tocar junto a la banda que la acompaña por estos días y destinó tiempo a participar en una lectura de poesía. Presentó además "Mis ejemplos (Lecturas Ediciones), un libro con relatos breves sobre la amistad y el amor. Bléfari hilvana así muchas coloridas cuentas, que van de la escritura al teatro, pasando por el cine y la música.

-Cantautora, actriz, poeta, ¿cuál de estos oficios es el que más te acomoda?

-Creo que cantautora, es decir, persona que hace canciones y las canta, aunque el mote cantautora parece identificar a alguien que toca siempre solo o sola con su guitarra y yo acostumbro a armar bandas. Aunque algunas veces toco sola, la mayor parte de las veces toco con banda y lo prefiero.

-¿Qué fue lo primero que te cautivó: la música o la palabra escrita?

-Las dos cosas, pero la palabra escrita me permitió antes que nada hacer algo, porque pude escribir antes de aprender a tocar la guitarra. Sin embargo, antes de aprender a escribir, cantaba de más pequeña.

rock ayer y hoy

Su ingreso a la música ocurrió en la niñez, pero recuerda que a los quince años empezó a escuchar sistemáticamente música latinoamericana, "Silvio Rodríguez, Mercedes Sosa, Violeta Parra, Caetano, Bethania, Vinicius, Jobim, todos los brasileros"; y además rock argentino, "Pescado Rabioso, Charly García, Manal, Pappo, Los Gatos… andaba revisando para atrás", cuenta. Después, con unos años más, saltó a Los Abuelos de la Nada y Los Violadores, pasó una temporada con Los Twist y Sumo y luego tuvo una inmersión en Virus que la dejó con una revisión contundente del rock trasandino.

-¿Te sigue gustando esa música?

-Muchas de esas cosas me siguen gustando y cada tanto vuelvo a escuchar algo, en especial alguna canción que me acuerdo y siento deseos de oírla, pero así, aisladamente.

-¿En qué estás en tu faceta de músico?

-Con varios proyectos a la vez: Sué Mon Mont, mi banda nueva armada con músicos de la escena actual del rock (Gustavo Monsalvo, de Él mató a un policía motorizado, Marcos Díaz de Bosques, Tifa Rex de Los reyes del falsete), con ellos estamos por grabar algo nuevo, ya tenemos un disco y un EP. Luego, La canción sin límites es otro proyecto de canciones nuevas que montamos con dos músicos, sobre una marea de improvisaciones de la que emergen las canciones de modo más o menos inesperado y la idea es conservarlas en ese estado de nacimiento constante sin cerrarlas, sin fijarlas nunca del todo. Y el año que viene es posible que volvamos a tocar alguna vez más con Suárez.

Letras y relatos

La editorial en la que Rosario publica en Argentina es Mansalva, con quienes acaba de sacar "Antes del río", su segundo libro de poemas, esta vez en prosa. Su edición en Chile se armó en poco tiempo cuando Lecturas Ediciones contactó a Mansalva y obtuvieron de Rosario este flamante volumen de cuentos.

-¿Qué tan distinto es escribir canciones a escribir relatos y poesía?

-El mundo de la canción es un poco más misterioso, hay algo nunca develado, incluso en aquellas letras que pueden parecer más explícitas. Hay casos en que la canción completa puede funcionar como metáfora si alguien quiere escucharla así y lo misterioso es la elección, el por qué hablar de eso de esa manera.

-¿Cómo nace tu escritura?

-Suelo escribir porque sí, sin pensar si son canciones o poemas o si es la idea para un futuro cuento. Ha habido casos en que no toco nada de lo ya escrito y solamente lo canto y a veces trabajo mucho para conservar la idea del texto, pero que se transforme en una canción.

-¿Y cómo te das cuenta cuando se orienta hacia la música o hacia la narrativa?

-Es cuando vuelvo a leer, después de un tiempo que dejo reposar esos textos, que me doy cuenta cuál se transformará en canción o si ya es canción. Reconozco que en la letra, o mejor dicho en las posibles letras, hay rasgos de cierta liviandad, una liviandad de los significantes, no del sentido, que les permite viajar en la música, acoplarse, entonarse. Hay construcciones y vocablos que podría cantar, porque puedo cantar cualquier cosa, pero que no los quiero en mis canciones porque me parecen tal vez cerrados, pesados, determinantes y no es eso algo que me interese en mi cantar. Hay formas de decir que no quiero decir a voces, aunque sí me puede interesar dejarlo en el silencio de lo escrito para que cada cual lo entone en su lectura, pero no ponerle mi voz. El canto es algo muy insidioso y hay textos que pueden ser insoportables cantados, porque el cantar es de por sí una especie de exageración, un paso más: no te lo digo solamente, voy más allá, te lo canto.

-¿A qué alude el nombre del libro, eso de "Mis ejemplos"?

-Es un pasaje del primer cuento donde el narrador cuenta que le dio a su amigo pintor sus ejemplos de quienes se habían adentrado en algo más y más, como una salida posible en el avance del quehacer artístico. Me gustó como título porque un ejemplo no necesariamente es un ejemplo de algo bueno, sino una prueba de algo, un antecedente, algo que hizo alguien de determinada manera, o que existe como ejemplo de lo que es. Todos somos ejemplos, ejemplos de muchas cosas. Un ejemplo es una prueba de lo que es posible. Puede ser algo nefasto, insisto, o algo que merece la pena ser tomado como modelo. Es una prueba de existencia. Mis ejemplos son los ejemplos que narro como muestra de existencias posibles, como posibles combinatorias de elementos.

Amistad y viajes

-En el primer cuento, "Agenda suspendida", reflexionas sobre qué mantiene y qué diluye a una amistad. ¿Qué tan importante es para ti la amistad?

-La amistad es algo que me interesa especialmente como tema, porque es una forma del amor que de tan perfecta es frágil como nada. Es parte de su grandeza ser algo que puede desvanecerse, desaparecer. Como ese cuento de Clarice Lispector, "Una amistad sincera", donde dos personas son tan amigos que se dan cuenta que no quieren verse más y eso es parte y prueba de la amistad.

-¿Y la distancia, el paso del tiempo?

-A veces una amistad se sostiene en la distancia y pareciera que volverse a ver cada tanto es un dolor de cabeza. También hay casos donde te reúnes y es como si hubiera sido ayer, retomamos en el punto mismo donde dejamos. Hay fastidios, críticas mutuas, ofensas de distintos calibres, pero es raro desconocer a los amigos.

-¿Qué es lo más sugestivo de la provincia, de los lugares remotos que aparecen en algunos de tus cuentos?

-Lo atractivo es que todos los lugares en apariencia se parecen y tienen los mismos elementos. Por ejemplo, en las ciudades está el centro, las calles, los hoteles, las casas, los lugares donde comer, los paseos, el mate, la siesta, el helado, la plaza, pero eso es aparente, todo parece igual y no lo es y por momentos parece familiar, pero tampoco lo es.

-¿Y qué pasa?

-En algún momento se manifiesta lo distinto, el código propio de cada lugar que se nos escapa. Somos por momentos alguien que al fin encuentra su verdadero lugar y decimos "qué a gusto me siento aquí, siento como si perteneciera a este sitio y a su gente", y de pronto nos damos cuenta que somos forasteros, que estamos afuera aunque nos sintamos dentro y que jamás seremos de ese lugar y de ningún otro. Es el revés de lo mismo, todo parecía distinto y exótico y de pronto nos damos cuenta que se trata de lo mismo. Esa oscilación es constante y finalmente resulta familiar, porque eso también puede sucedernos en el mismísimo lugar donde nacimos: algo nos abraza y algo nos expulsa. Y esto ocurre también con los sitios más naturales, el campo, la montaña, el río, las piedras, los animales, somos y no somos parte.

El músico poeta

Sobre el Premio Nobel de Literatura a Bob Dylan lo que más le llamó la atención a Rosario fue la reacción de algunas personas en cuanto a un cierto desprecio por la canción. "Más allá de la seriedad o el respeto que pueda merecer o no el Nobel de Literatura, me llamó la atención -con cierto dolor- ver en esa reacción un desprecio por la canción como si fuera algo de menor categoría. Y ni siquiera lo siento así por mí o porque yo tenga en gran consideración a Bob Dylan, sino porque pude ver que algunos toman el trabajo musical, en general, como algo menor que no llega ni a los talones de la literatura.

-¿Y qué te parece que no fuera a la ceremonia de entrega?

-Me pareció genial que Dylan no lo recibiera con sus propias manos.

-Una pregunta de género: ¿qué es lo que más te gusta de ser mujer?

-No sé si me gusta especialmente ser mujer porque es lo único que conozco, lo que me fue dado, y es como pensar qué es lo que más me gusta de ser "humana". Cuando era chica pensaba en las cosas que los hombres pueden hacer y las mujeres no y eso me hacía pensar que a lo mejor hubiera sido mejor ser hombre en este mundo. Pero, por un lado, siempre encontré ejemplos de mujeres que hicieron lo que quisieron y, por otro lado, no me hubiera gustado ser hombre, porque los hombres cargan con muchas deudas, tienen que volver a decirse qué son, cómo son, cómo quieren ser, como todo y por qué, en sus roles de padres, de amantes, de hijos, de hermanos, de profesores, de amigos. Es un momento confuso y culposo y tienen que salir adelante, creo que lo pueden hacer, tengo mis ejemplos de hombres cercanos que a pesar del mundo han sido justos y han propiciado la independencia de la mujer desde su lugar: mis profesores de música fueron así, mis compañeros de banda, mi padre, mis novios han sido así y fui muy afortunada por encontrarme con esos hombres en medio de otros ejemplos de todo lo contrario que obviamente también me he cruzado, pero los mejores estuvieron en los puestos clave.

-¿Cuál fue la última película en la que participaste?

-"La idea de un lago", de Milagros Mumenthaler, que se estrenó este año en el Festival de Locarno y estuvo hace un par de semanas en el Festival de Mar del Plata. Allí interpreto a la madre de la protagonista, Carla Crespo, hija de un desaparecido que reconstruye la memoria de su padre a través de la fotografía.

-¿Qué estás leyendo? ¿Cuál es en estos días tu libro de cabecera?

-Al llegar a Chile estaba leyendo "El hilo perdido: ensayos sobre la ficción moderna", de Jacques Rancière. Ahora que volví de la Furia del Libro a casa me traje "Incompetentes", de Constanza Gutiérrez, y "Las cartas de Eros", de Enrique Lihn. Son los dos primeros de todos los que me traje y que ansío ir leyendo.


y la vida ejemplar

"Suelo escribir porque sí, sin pensar si son canciones o poemas o si es la idea para un futuro cuento".

andrés rozenfeld

Amaretto

Neve, Yuyo y Astri

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"Mientras nuestros pasos hacían sonar el pedregullo me preguntaba qué otra cosa sostenía mi amistad con Neve, además de su afilado sentido del tiempo y del espacio, que me permitía distraerme en estos pensamientos. Pensé que sin duda era la historia de nuestro encuentro, ese lanzamiento en simultáneo hacia otro mundo desconocido a explorar, cuando somos una pantalla con volumen y contorno humano en la que proyectamos y sobre la que nos proyectan visiones entretejidas con la realidad de algunos gestos y palabras. Algunos se preguntarían, no lo sé con certeza -nadie se atrevió nunca a interrogarme-, en qué consistía nuestra relación, pero a nosotros solo nos importaba nuestro encuentro, la situación límite cuando tuvimos que cruzar la creciente del Colanzulí -lo puedo contar solo una vez más- y trenzamos nuestros brazos con los de otra gente mientras el agua, el barro y las piedras nos sacudían y querían desprender la cadena humana, llevándose todo. Todavía tengo en el cuerpo una de las marcas -en el centro de mi pecho- de una rama que me golpeó, y los días de humedad me duele... Por el culto rendido a ese origen estábamos en el zoológico de La Plata un domingo de otoño y otro día podíamos llegar a estar quién sabe dónde haciendo vaya a saber qué".

"Cuando Mauro abrió la puerta del departamento se dio cuenta por el olor agrio que otra vez se había olvidado de sacar la basura. Aunque el camión ya había pasado, dejó las bolsas en la calle, abrió un rato las ventanas y encendió el televisor. Una propaganda anunciaba una nueva bebida alcohólica llamada Astri. Astri también se llamaba un dispositivo que llevaba la guitarra de su profesora para amplificar el sonido. Ella lo usaba en los conciertos para que el instrumento resonara mejor sin implantarle micrófono. Estaba hecho en Alemania, se lo había hecho traer por el marido. Aunque era concertista también daba clases porque tenía que alquilar un estudio para la hija pintora. La profesora le contó a Mauro que la hija pintaba con modelo vivo y que salía muy caro. Le explicó, antes que Mauro se imaginara nada, que lo que pintaba no era figurativo ni realista, que trabajaba con modelo vivo pero que eran traducciones del cuerpo humano a la abstracción. La vida de la profesora era misteriosa para Mauro. Cuando la puerta de la cocina estaba abierta, veía todo muy limpio y quieto. A veces había una taza sobre la mesada. Y la profesora también era inmaculada. Al marido lo veía en los conciertos, apenas se saludaban con un gesto a lo lejos. Mauro creía que sabía que era un alumno pero no lo individualizaba del todo, la profesora nunca los presentó".

Rosario Bléfari

Lecturas Ediciones

72 páginas

$7.000


"Mis ejemplos"


miniturismo

"Yuyo Gálvez no es equilibrista pero ha vivido siempre en la cuerda floja. Entre un pasado tan deslucido como glorioso y un futuro que a lo sumo será un palo de circo al que agarrarse, lo más sólido que tiene bajo sus pies es esa cuerda. Yuyo Gálvez es el sujeto fiscal que hizo un lote con sus amigos, los metió en un camión y los vendió. Actuó así más por restablecer cierto equilibrio que por un interés privado: amigos le sobraban, y le siguen sobrando; dinero, en cambio, siempre le faltó. Incluso le falta cuando lo tiene. En manos de Yuyo, el dinero pierde valor. No por un proceso inflacionario, ni porque lo abrumen las deudas, que, si bien las tiene -incluso conmigo- son sin embargo leves y en cierto modo, lo aguantan en el aire. No. El dinero pierde valor en sus manos por un proceso, digamos, sicofísico, por una alquimia invertida que no me veo en condiciones de explicar. Yuyo Gálvez es un transformador de oro en zinc. En plomo no, porque se caería".

Tres adelantos del libro de cuentos cortos "Mis ejemplos" (Lecturas Ediciones), de Rosario Bléfari.