Douglas Coupland: "Solíamos ser una cultura muy verbal"
El escritor y artista visual canadiense, autor de "Generación X", estuvo en Chile en el Congreso Futuro y conversó sobre Internet, Canadá, arte pop, McLuhan y sobre el tránsito cultural hacia los símbolos abstractos.
En las climatizadas inmediaciones del Salón de Honor del Ex Congreso Nacional, el canadiense Douglas Coupland aparece dando sorbos a un café. En pocos minutos se sumará al panel "Impactos de la tecnología en la sociedad", en el Congreso Futuro 2017. Alto y canoso, camisa blanca y centro abotonado que deja ver a un esbelto pájaro azul, tiene cierto aire al Arturo Prat del billete, como él mismo certificó alguna vez cuando unos garzones en Valparaíso le hicieron notar el parecido.
Quizás todos tengamos un doble en el planeta, considera Coupland. Es algo que ya había sopesado cuando en julio pasado llamó a un casting desde sus redes sociales para encontrar al doble del pintor Vincent Van Gogh. Llegaron cerca de 1.250 colorines de 37 países.
Este ejercicio de biometría rindió tributo a la gente colorina, una condición que llega al escaso 2% de la población mundial, y se coronó con una escultura (uno de los oficios que ha desarrollado Coupland) enclavada en una viña californiana de la cepa Pinot Noir.
Warhol y lichtenstein
A principios de los 90, Coupland se instaló como un poderoso referente literario con sus novelas "Generación X" (1993), "Planeta Champú" (1994) y "Microsiervos" (1997). En las dos primeras exploraba a los nacidos en los 60 que asomaban al final del siglo con resignación y poca rebeldía. En la otra, aludía a los empleados de Microsoft desplazándose en sus nacientes dominios de Silicon Valley.
Con una pluma vertiginosa y llena de alusiones a la cultura pop, hoy Coupland está lejos de ese ámbito y más interesado por las posibilidades de las artes plásticas. Su último producto literario es "Bit Rot", un conjunto de ensayos en los que siguen rondando sus obsesiones: la inteligencia, el futuro y la condición humana.
Otra de sus fuentes, sobre la que vuelve una y otra vez, es la cultura pop. A ella se aproximó en 1970, cuando tenía ocho años y estaba hojeando una enciclopedia en la escuela. En la letra "P", bajo la definición de "pop art", había unas cuantas imágenes que le gustaron y lo intrigaron: las 32 latas de sopas de tomate Campbell que Andy Warhol pintó en 1962 y la pintura de 1963 de Roy Lichtenstein, esa donde un avión dispara a otro y lo hace explotar con un cohete. "Miré y me dije 'ok, eso es lo que quiero', así que diría que durante toda mi vida he estado interesado en la cultura pop", recuerda Coupland.
Canadienses
En 2011, la editorial Penguin Canada publicó una serie de doce biografías llamada "Extraordinary Canadians" y Douglas Coupland escribió para ella la correspondiente a su compatriota Marshall McLuhan (1911-1980), llamada "You know nothing of my work" ("No saben nada de mi trabajo"). Usando variadas técnicas de estilo literario y encabezando cada capítulo con el nombre de diferentes comandos del teclado, Coupland siguió la vida de este profeta de la edad electrónica desde sus años de juventud a su paso por Cambridge y la Universidad de Toronto. En su afán de entregar más que un libro de texto, Coupland incluyó en el volumen un mapa de los lugares donde vivió este hombre que acuñó en 1964 la famosa expresión "el medio es el mensaje".
Coupland dice que escribió la biografía de Marshall McLuhan "para una serie de libros sobre canadienses vivos y muertos. La verdad es que no sabía mucho sobre él antes de comenzar el proyecto, casi nada para ser exacto, y mientras más leía y escribía sobre él, me di cuenta de que era muy afortunado de estar abocado a este canadiense que vivió un tiempo de cambios, de complejas coincidencias históricas y fue capaz de anticipar la existencia de la Internet. Sin embargo, él solo podía usar metáforas, no podía describir físicamente a la Internet con sus dispositivos, cosas como eBay o PayPal. Cuando empezó a hablar sobre estas cosas en los 60, creyeron que era una especie de loco. Ahora que estamos en el año 2017 sabemos que todo lo que escribió estaba en lo correcto. Escribir ese libro me cambió la vida en términos de cómo se relaciona la gente con las tecnologías, fue una gran experiencia".
-¿Cuándo asoma a tu mente la figura de McLuhan?
-Usualmente cuando escribo, cuando observo las situaciones tratando de figurarme lo que está pasando. Por ejemplo, he notado que en estos tiempos ya nadie quiere hablar por teléfono, la gente manda mensajes de texto o correos electrónicos, pero nadie quiere hablar por teléfono así que algo ha cambiado aquí. Solíamos ser una cultura muy verbal y ahora estamos más basados en símbolos abstractos. No es coincidencia que eso suceda, que las tecnologías se reemplacen unas a otras, que quizás se eliminen o quizás coexistan.
-¿Ya no hablas por teléfono?
-Poco, solo hago o recibo algunas llamadas telefónicas de tipo emotivo con mi madre o cosas por el estilo. Ella se niega a usar la mensajería y me pregunta "¿por qué ya nadie se telefonea?". Yo le digo que ya nadie quiere hacer una llamada y ella pregunta "¿por qué?, si es tan maravilloso hacerlo". Hace poco le mandé un Face Time y al verlo me dijo espantada: "No quiero verte ni quiero verme yo misma". No le gustó Face Time, así que cambié de opinión y ya no necesitamos videollamadas.
-¿Qué sientes por tu territorio, Canadá, por tu paisaje?
-El paisaje es hermoso, como el de Chile, ambos países son muy afortunados de tener bellos lugares. Creo que, de alguna manera histórica, hemos terminado siendo en Canadá una de las últimas democracias liberales. Alemania aún lo es también. Creo que buena parte de la presión política, que claramente se ve hoy en los Estados Unidos y gran parte de Europa, no está presente en Canadá. Tenemos un buen gobierno. Me pregunto si vivimos en un cierto tipo de tiempo prestado. Es casi como estar en una cápsula temporal del siglo XX. Es como Cuba, que ha llegado a ser una suerte de museo de cierta ideología, de cierto momento en el tiempo. Pienso que Canadá ha llegado a ser ella misma un museo y creo que es más bueno que malo, la gente está más políticamente consciente, mucho más consciente y con mayor compromiso.
-Cuéntame sobre tu proyecto de 2015, "The Living Internet".
-Fue una muestra montada en el museo Witte de With de Rotterdam, en Holanda, donde tomé y uní en una de sus salas objetos que la gente sabe que físicamente no existen. Son esculturas de yeso montadas sobre unas ruedas robotizadas, una estructura similar a la que usan las aspiradoras automatizadas. Puestas en ese espacio empiezan a desplazarse y a chocar entre ellas y es como visualizar el movimiento de la información de los datos, cómo los datos expresan el caos, lo aleatorio, cómo luce realmente Internet, tan extraña, la cosa más grande que ha existido en el planeta. En un libro puedes darte cuenta por su portada de qué se trata, pero la Internet aún puede ser cualquier cosa. "The Living Internet" es una expresión de eso, una suerte de "rodeo" de los datos.
Coupland estuvo en el panel "impactos de la tecnología en la sociedad", en el congreso futuro.
Por Amelia Carvallo
"En estos tiempos ya nadie quiere hablar
por teléfono, la
gente manda mensajes de texto o correos electrónicos
(...) algo ha cambiado aquí".
Victor Tabja