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En Calama existen 200 hectáreas de uso agrícola que están abandonadas

USO DE SUELO. La falta de agua y baja rentabilidad son las principales causas.
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María Isabel Pérez Rivera

Tres serían las principales razones por las cuales los terrenos, que en el actual plano regulador de Calama se describen como de uso de suelo agrícola, han ido disminuyendo. Primero, la utilización de estas tierras para ofrecer servicios hoteleros a la gran minería, en segundo lugar están las actividades industriales y por último, la calidad del agua en la zona.

Una situación que ha ido avanzando con los años. A modo de ejemplo, luego de la reforma agraria, en los años 70 Calama contaba con casi 5 mil hectáreas destinadas al sector agrícola y que eran utilizadas para dicha actividad.

Actualmente, dentro de las dos zonas identificadas por el plano regulador ( zona urbana con uso agrícola y zona agrícola rural), la situación es diametralmente distinta, puesto que el sector urbano posee sólo 300 hectáreas y el sector rural 240 hectáreas, las que efectivamente son utilizadas para la actividad agrícola.

Esta disminución de la actividad agrícola se refleja también en que hoy la ciudad posee 200 hectáreas de suelo agrícola que se encuentran abandonadas.

Lo anterior de acuerdo al último estudio realizado por el Servicio Agrícola y Ganadero (SAG).

Al respecto, la presidenta de la comunidad indígena de La Banda, Elaine Herrera, dijo que lamentablemente la actividad agrícola ha ido mermando debido a la pérdida de interés de los propietarios de los suelos destinados a la misma, ya que dejó de ser rentable.

"La gente prefiere recibir los dineros por un arriendo que cultivar la tierra ya que es más seguro, porque además existe el grave problema de la mala calidad del agua y de la tierra, afectadas por la contaminación que existe en Calama", dijo Herrera.

El antropólogo Freddy Viñales, quien se dedica a trabajar con comunidades indígenas y agrícolas de Calama, dijo que efectivamente la actividad en la zona ha ido disminuyendo pero que, sin embargo, continúa siendo la más importante existente dentro de la región.

"La agricultura de la zona tiene particularidades que la hacen especial, por ejemplo el hecho de que se encuentre en zonas urbanas, cerca de actividades industriales mineras, a lo que se suma también la mala calidad del agua que además cada vez es menos", dijo al respecto el profesional.

Efectivamente, Elaine Herrera confirma que además de no contar con buena agua para los riegos de los predios sembrados, éstos se han ido espaciando en el tiempo, lo que provoca retraso en las cosechas y productos de menor calidad.

"Las cosechas no son las mismas, el tiempo de riego es más espaciado y eso hace que vaya disminuyendo, por ejemplo el pasto que antes tenía cuatro o cinco cortes al año, hoy sólo alcanza para tres e incluso menos. El choclo ha mutado, no es el mismo de antes. Tradicionalmente La Banda siempre fue reconocida por tener un buen choclo, pero ahora se debe utilizar más fertilizantes lo que ha provocado que disminuya su tamaño y calidad en general", dijo.

Medidas para incentivar

Dentro de los planes y programas que el Gobierno de Chile por medio de su ministerio de Agricultura ha implementado para incentivar la actividad agrícola en la zona y el país en general, se encuentran aquellos que entregan fondos que permiten la compra de semillas e insumos, además del riego hidropónico como parte de la utilización de nuevas tecnologías, entre otros proyectos.

Al respecto, Elaine Herrera señaló que si bien estos programas buscan impactar positivamente para potenciar la actividad, no se adecuan a la realidad de cada zona. "La actividad agrícola en Calama es completamente distinta a la del sur, por el clima y la contaminación existente, lo que genera otro tipo de necesidades. Eso hace que los programas que se aplican no tengan el mismo impacto ya que no están de acuerdo a la realidad de la actividad en la zona", dijo.

Consulta indígena

Con respecto a las modificaciones a las que el plano regulador de Calama será sometido para ser aprobado en el transcurso del presente año, la dirigenta indígena dijo que están a la espera de que la municipalidad responda un petitorio realizado en diciembre de 2016.

Allí se solicita que la entidad dote de los profesionales asesores a las comunidades para preparar la propuesta que debiera ser considerada en el nuevo instrumento de ordenamiento urbanístico.

Al respecto, la asesora urbanística del municipio local, María Alejandra Rivera, dijo que efectivamente existe un petitorio por parte de las comunidades, los cuales esperan ser respondidos a la brevedad para continuar con el proceso de consulta indígena, la cual partió oficialmente el 4 de noviembre de 2016.

"Nos encontramos revisando y evaluando el petitorio, para acelerar el proceso que nos permita contar con aprobación de las modificaciones del plano regulador en el transcurso del presente año, ya que es de suma importancia para una ciudad como Calama que crece en forma constante y donde el antiguo plan no obedece ni refleja los cambios que ha tenido la ciudad", dijo la profesional de urbanismo.

Por su parte, el alcalde de Calama, Daniel Agusto, dijo que las comunidades y agricultores cuentan con la voluntad por parte del municipio de recoger sus inquietudes, pero que es imperioso avanzar. "Estamos también a la espera de que las comunidades nombren a un representarse para instalar la mesa que nos permita tomar acuerdos más rápidamente y avanzar para la aprobación final del nuevo plano regulador para la ciudad", dijo el edil.

Plazos

El alcalde de Calama dijo que, en cuanto a los plazos, esperan que la consulta indígena culmine a mediados de marzo para continuar con la etapa de revisión de las modificaciones al instrumento por parte de entidades gubernamentales, el cual debe llevarse a cabo en un plazo de 180 días, partiendo por la sesión de concejo que señale el inicio de esta etapa.

Pasado el plazo, el plano regulador regresa al concejo municipal para su aprobación o rechazo.

Mientras, quienes aún subsisten de la venta de productos agrícolas, esperan que se proteja y potencie esta actividad fundamental para el pulmón verde aún existente en el desierto más árido del mundo.

"La actividad agrícola en Calama es completamente distinta a la del sur, por el clima y la contaminación existente, lo que genera también otro tipo de necesidades".

Elaine Herrera

Presidenta, Comunidad Indígena La Banda"

300 hectáreas ubicadas en la zona urbana de la ciudad con uso de suelo agrícola son utilizadas efectivamente para esta actividad que ha disminuido a través del tiempo.

240 hectáreas en el sector rural son las que en la actualidad están siendo utilizadas para la actividad agrícola, de acuerdo a estudio realizado por el SAG en el 2014.

Marzo se iniciaría la consulta indígena para seguir con la actualización del plan regulador de la ciudad, instrumento que buscaría preservar el suelo agrícola que aún existe en Calama.

Hoy desde el mediodía estará cerrado un tramo de la calle Vicuña Mackenna

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Debido a la presentación del Cine Móvil de la Caja de Compensación Los Andes y patrocinada por el municipio loíno, este jueves y por seguridad de los asistentes, el tramo de calle Vicuña Mackenna, entre las calles Vivar y Latorre será cerrada.

La suspensión del tránsito en este tramo se hará efectiva desde las 12 horas hasta la medianoche del jueves. Para ello, la municipalidad por medio de la dirección de Tránsito y el gremio de taxis colectivos, sostuvieron una reunión de coordinación para desviar la locomoción colectiva y se acordó que, las calles alternativas serán Bañados Espinosa por el norte y calle El Manzano por el sector sur.

Loínos participan de comités vecinales de emergencia

OBJETIVO. Distintas juntas de vecinos trabajan en el tema de la prevención.
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Buena acogida tiene entre los pobladores de Calama el plan piloto para la organización de comités vecinales de emergencia que está impulsando la Oficina de Protección Civil en el marco del convenio de colaboración entre el gobierno y Codelco.

Tal es la impresión que queda en la retina a la luz de los talleres realizados con los vecinos de La Banda y Santa María, y que dada su ubicación en el plano de Calama -una, en el sector rural y la otra, en el corazón de la ciudad- "tienen características distintas, por tanto, quienes mejor conocen mejor su realidad son los propios vecinos del sector", dijo Patricio Sandoval, jefe de la Oficina de Protección Civil y Emergencia.

El fundamento que explica la organización de los comités vecinales pasa porque, "durante las primeras setenta y dos horas de una emergencia, la iniciativa de los vecinos es clave para afrontar la situación hasta que al paso de esos tres días, llegue la ayuda organizada", dice Sandoval.

Chip renovado

Por lo demás, es justo decir que muchos vecinos, en lo que a prevención se refiere, no están en pañales. Es el caso de Marta Araya, de la junta de vecinos Santa María, que tiene a mano una mochila casera premunida con los elementos básicos para enfrentar la emergencia, como linterna, radio a pilas, botiquín, agua, alimentos no perecibles y un par de mantas.

Patricio Sandoval precisa que, "la idea no es atosigarlos con presentaciones, sino darles las indicaciones necesarias para que ustedes, que conocen mejor su barrio, completen un catastro con información que será muy útil cuando llegue la asistencia pública a su barrio".

En consecuencia, al término del taller, los vecinos de La Banda y Santa María, quedan con tarea para la casa, la que es llenar el catastro con información relacionada con la zona de seguridad que hay en las viviendas, zona de evacuación de los vecinos, quienes son líderes de cuadra, entre otros.

"Este tipo de talleres da confianza, creo que es la forma para trabajar en conjunto y esperamos que como así como empezó tenga un buen final", opina Josefina Cortés, secretaria de la junta de vecinos Santa María.

Opinión que es compartida por Patricio Sandoval. "Disponer de un catastro, material con información proporcionada por los mismos vecinos, es algo que anhelamos hace mucho tiempo y que será útil tanto para los servicios como para las familias", puntualiza.