Chile ha experimentado uno de los mayores aumentos del gasto en salud entre los países del OCDE en la ultima década, llegando al 8% del PBI en el año 2012 (1204 dólares), versus 17% del PBI de Estados Unidos (9146 dólares), por lo tanto Chile gasta el 13% del gasto de salud de EEUU con indicadores sanitarios similares, como expectativa de vida, mortalidad infantil, entre otros.
Analizando un poco más a fondo nuestro sistema sanitario y su financiamiento, podemos señalar que el 72% de la población pertenece a Fonasa (en aumento), 16,5% al sistema privado Isapre y el resto a Mutualidades y Fuerzas armadas, según datos del año 2008, descartando estos últimos que tienen una lógica distinta, podemos señalar que el gasto de salud en Chile se divide el 35% por cotizaciones, 25% aporte fiscal y casi el 40% del gasto es del bolsillo de la población (fármacos, exámenes no cubiertos, co-pagos ,consultas médicas, etc.) posicionándonos como el tercer país luego de Turquía y México con mayor gasto por este concepto en la OCDE, factor de clara inequidad, porque los sectores de mayores ingresos aportan más dinero a la protección de salud, sumado a un sistema privado en Chile, con escasa regulación (tarea pendiente de los gobiernos democráticos) que selecciona a cotizantes de mayores ingresos y menos carga de enfermedad o por sexo y edad, los cuales aportan a contratos individuales de salud en promedio 10% de sus ingresos, anualmente 750 mil pesos per cápita, en contraste con el sistema público Fonasa, que financiado por el 7% de sus beneficiarios más el aporte fiscal, determina un gasto anual per cápita de 320 mil pesos, en un sistema solidario , que no discrimina y que a pesar de todas las dificultades, entrega prestaciones de promoción y prevención, recuperación y rehabilitación en altos niveles de calidad técnica a sus beneficiarios. Debemos por cierto mejorar la gestión de nuestros hospitales y centros de salud, con una lógica de equidad distributiva y la otra gran tarea pendiente, el mejoramiento de la satisfacción usuaria.
Las políticas públicas sin duda privilegian el gasto en salud, con grandes inversiones estructurales, la mejor tecnología al servicio del sistema, formación y retención de especialistas e incentivos a nuestro valioso capital humano, lo demuestran. Es tarea de todos cuidar nuestro sistema público y por otro lado, debemos exigir un nuevo marco regulatorio del sistema privado, que a pesar de sus ventajas comparativas discrimina y selecciona a población vulnerable.
Dr. Patricio Toro Erbetta,
Director del Hospital "Carlos Cisternas"