Escritora de libros infantiles publica su primera novela
La temuquense María José Ferrada acaba de lanzar "Kramp", una historia inspirada en su padre y un libro que la hace debutar frente al público adulto y el mundo de la crítica.
Publicar es algo habitual para la escritora temuquense María José Ferrada. Desde el año 2005 ha presentado más de quince libros infantiles que han circulado tanto en Chile como en el extranjero. Con ellos ha logrado el Premio de la Municipalidad de Santiago y el Premio Marta Brunet. Pronto viajará a la Feria del Libro Infantil de Bolonia, al lanzamiento de su libro "El lenguaje de las cosas" en su traducción al italiano, mientras prepara un volumen infantil sobre la Guerra Civil española y otro para Japón, sobre el autismo.
Lo que sí sael de lo común que ingrese al mundo de la literatura no infantil. Entre todo su movimiento, acaba de aparecer "Kramp" (Planeta), su primera novela. En ella, Ferrada cuenta la historia de una niña que acompaña a su padre, un vendedor viajero que recorre pequeños pueblos ofreciendo productos de ferretería. A medida que se adentra en la rutina de él y se aleja de la escuela, la protagonista descubre sutilmente los secretos de la vida adulta y de las pequeñas tragedias que la rodean.
-¿Cómo fue el proceso de "Kramp", luego de haber escrito literatura infantil por tanto tiempo?
-Por una parte fue fácil, porque estoy acostumbrada a escribir en fácil, con un lenguaje sencillo, porque mis lectores son niños. Sin embargo, por las características de la historia y los personajes, sabía que no era una historia para niños, aunque quisiera contarla desde ese lugar, desde la infancia. Lo que sí me resultó difícil fue tomar y mantener la historia tanto por tanto tiempo.
-¿Era importante mantener la sencillez del lenguaje en este libro?
-Fue una mezcla de situaciones, porque yo tampoco sé escribir de otra manera. Al libro le venía bien, porque los personajes son concretos. Intenté, de todas maneras, que los personajes, a través de esos elementos de sencillez y claridad, llegaran a un espacio más trascendente.
-¿Cómo empezó tu interés en la historia?
-Mi papá es vendedor viajero, como el padre del libro. Es una historia que siempre había querido contar, porque los vendedores viajeros son muy particulares y había mucha gente que no conocía ni conoce ese oficio. Cuando yo iba con él y lo acompañaba en mis vacaciones, mis amigos se extrañaban mucho. No sabían si era un vendedor ambulante u otra cosa.
-La estructura del libro es particularmente dinámica. ¿Cómo trabajaste en ella?
-Fui cambiando varias veces. A veces llegaba hasta la mitad y volvía para atrás. Creo que trabajé con la herramienta que tengo más a mano, que es armar historias pequeñitas. Que fuera un lenguaje muy sencillo, simple y que su estructura fuera divertida, porque si bien la historia tiene un giro trágico al final, los personajes no son trágicos. Aun así, aunque hay varias historias en "Kramp", no quería que fuera una historia fragmentada, sino que siguiera un poco esa forma de los relatos norteamericanos de los años 50 que tenían un comienzo, un desarrollo y un final. Era, por supuesto, un riesgo. El miedo que tenía era que se viera demasiado simple o muy tradicional.
-¿Y cómo enfrentaste ese miedo?
-Como me dedico a literatura infantil el día completo, he logrado algo de seguridad con el tiempo, aunque al principio me costó mucho. Sin embargo, el mundo adulto es muy agresivo, en el sentido que, por ejemplo, a mí nunca la prensa me ha hecho pebre, o he recibido una capotera pública, porque en la literatura infantil no se critican los libros.
-¿Y por qué crees que no se critican los libros infantiles?
-Creo que no se ha formado -o es muy incipiente-, la crítica en materia infantil. Solo ahora se ha profesionalizado, y existen magísteres y estudios, pero eso lleva cinco años, con suerte.
-En la contraportada de "Kramp" mencionan que este libro habla de un Chile ya extinto. ¿Crees que ese Chile aún vive en la región?
-Sí. Desconocemos mucho el funcionamiento de regiones. Conocemos las capitales regionales, pero no sabemos nada de los pueblos de Chile, de sus paisajes y su cultura. Me acuerdo que fui una vez a Comuy, que es un pueblo muy chiquitito, de casi una cuadra. Fui a ver a mis tíos y me quedé una semana. Se había casado alguien evangélico y en su matrimonio no había alcohol. Y en todo el pueblo se estaba comentado eso. Para uno habría sido un comentario de cinco minutos, pero para ellos duró semanas. Por ejemplo, uno asume que en todo Chile hay internet, pero hay muchos lugares y escuelas en las que no hay, y eso hace que, por ejemplo, los niños se eduquen de una manera radicalmente distinta.
-La protagonista es capaz de entender el mundo a través del silencio. ¿Qué tanto te importaba el silencio en la novela?
-En un momento de la novela ella dice sobre su padre -con el que entabla una relación de amistad-, que "más vale un buen silencio que un buen consejo". Se da cuenta que en eso consiste la verdadera amistad, y eso lo nota muy chica. Nota que el amigo que te sirve es el que está callado y que el lenguaje tiene sus límites para expresar ciertas cosas. En los libros de los niños también es muy importante, porque si bien su conocimiento del lenguaje es limitado y no manejan palabras abstractas, con los silencios pueden lograr entender cuestiones más significativas.
-¿Qué te interesa enseñar en tus talleres de literatura para nñiños?
-Me interesa tomar los espacios de libertad de la literatura adulta para la literatura infantil. Hace algunos años la literatura infantil era muy rígida, pero ese escenario cambió y hay que mostrarle a la gente que quiere hacer literatura infantil que si quiere escribir poesía, no necesariamente tiene que ser rimada, que si quiere escribir un tema triste lo puede hacer.
-¿Existe alguna responsabilidad de los autores de libros infantiles con los niños?
-Estoy en contra del rol social de la literatura en cualquier edad, porque se presta para crear libros muy efectivos, pero en los que, en el fondo, no hay un trabajo de verdad. Hay una cosa práctica y autoritaria en ellos que baja la calidad al libro y hace que los niños se alejen de la literatura. Al intentar meterles la literatura a la fuerza, en vez de que sea como un juego, lo hace menos efectivo. Si un niño no quiere leer, que no lea. Es como si te obligaran a ir a ballet o a escuchar música clásica: tienes que saber que existe el ballet, pero de ahí comienza un espacio de libertad.
Desde 2005 a la fecha, maría josé ferrada ha presentado más de 15 libros infantiles, en Chile y en el extranjero.
María José Ferrada
Editorial Planeta 132 páginas
$9.900
"Kramp"
Por Cristóbal Carrasco
mónica molina