"Tengo la tendencia enfermiza a creer que todos tienen razón"
El escritor español Enrique Vila-Matas presentó en la Feria del Libro de Bogotá "Mac y su contratiempo" (Seix Barral), una delirante novela que resume todas sus obsesiones: el origen de la literatura, el paso del tiempo y la posibilidad de corregir el pasado a través de la escritura.
enrique vila-matas fue uno de los principales invitados a la feria del libro de bogotá, donde el legado de violeta parra también fue protagonista.
Mac es un hombre de 60 años que está cesante y detesta a Sánchez, su vecino. Él es un escritor famoso cuyo primer libro ("Walter y su contratiempo") era una colección de delirios del que apenas puede recordar, pero que tenía que ver con las memorias de "un ventrílocuo y una sombrilla de Java (que ocultaba un artefacto asesino) y sobre un maldito barbero de Sevilla". Al menos eso es lo que Mac le escucha decir en una librería catalana -que también frecuenta- y se propone apropiarse de ella y reescribirla, a pesar de haberla dejado en la mitad. Mac quiere "iniciarse" en la literatura y qué mejor desafío que esta colección de relatos de Sánchez influenciados nada menos que por Carver, Cheever, Chesterton, Poe y Hemingway.
Esa es la premisa de "Mac y su contratiempo" (2016, Seix Barral), la nueva novela del escritor español Enrique Vila-Matas que llega a Chile en octubre próximo. La gracia es que en sus obras -que suman más de 40 títulos entre cuento, ensayo y novela- el goce de leerlas es directamente proporcional a la capacidad de resumirlas. Delirantes, chistosas, metaliterarias. Da lo mismo. Cualquier adjetivo deja claro que es imposible explicárselas a alguien sin perder lo que más importa: la experiencia. Esta no es la excepción.
Vila-Matas, sentado en su hotel de Bogotá y tomándose un café, se entusiasma con ese argumento. Aunque hay que estar atento, porque habla bajito y a primera vista parece un tipo serio. "Bueno, es que no puedo andar riéndome de mis chistes. Se vería mal. No sé por qué a la gente le parezco serio", dice.
El llanto de Pasolini
También asegura que la crítica española ha demorado demasiado en entenderlo, a diferencia de la francesa o la estadounidense. "Siempre dicen que escribo sobre literatura. Pero ¿de qué otra cosa se puede escribir? No es que no me afecte la crítica, pero recuerdo una anécdota de Pasolini, que se puso a llorar porque el cura responsable del boletín de una parroquia no entendió 'El Evangelio según San Mateo' (película de 1964). ¡No fue una crítica de diario o académica, fue una publicada en una parroquia!", cuenta el autor.
"Entonces, yo puedo decir que no me importa la crítica, pero no sería verdad. A mi me interesa igual que a Pasolini, pero eso no significa que voy a dejar de hacer lo que quiero", explica con la seguridad de ser uno de los narradores más trascendentes del mundo. Ahora es, de hecho, el invitado estrella -junto a Coetzee, Geoff Dyer y el tributo a Violeta Parra- en la Feria Internacional del Libro de Bogotá (ver recuadro).
Afuera llueve y luego sale el sol. Volverá a llover en unos minutos más. Vila-Matas, que está además en gira promocional, dice que con Chile su relación es lejana. "Conocí a Roberto Brodsky, Rodrigo Pinto y claro, Roberto Bolaño, quien no era chileno, en verdad, sino más internacional. Me parece que es un ambiente muy chico. En Buenos Aires, en cambio, puedes encontrar tu pandilla. Allá, no te dejan entrar", comenta.
EL MODIFICADOR
"Mac y su contratiempo" no es una novela: es una experiencia vertiginosa con juegos de espejos, múltiples referencias y la idea de un autor-lector que "corrije" una obra que en el universo de la novela existió, pero que ni siquiera fue terminada de leer. Es una marca registrada de Vila-Matas: generar caos literarios perfectamente estructurados.
"La novela se gestó en una conversación con Rodrigo Fresán. Me dijo que reconstruyera un libro anterior llamado "Una casa para siempre" (1988). No estoy seguro si le entendí bien, pero para él era un libro importante por su estructura, las voces que intervienen y la forma de relacionar las cosas. O quizá entendí otra cosa. Ya estamos entre ficción y realidad", dice el escritor y reconoce que es imposible seguir adelante con la explicación, porque la historia "cambia página tras página". De todas formas, la idea era esta: qué pasa si alguien se anima a reescribir un libro poco apreciado.
-Pero es un valor un libro que escape de lo acostumbrado. Incluso que a la primera no lo entendamos bien. Es divertido.
-Ah, es que es un tema complejo de analizar. Al tener una estructura donde se va montando un texto que se modifica, lo más difícil es la última modificación. Ahí el narrador vive lo que ha leído y que ha pretendido modificar, pero que no ha modificado, sino que ha dicho de qué forma lo modificaría.
-Son como los flujos mentales al momento de leer o escribir. Cuando uno lee, al mismo tiempo modifica lo que ocurre.
-Sí. Porque el libro trata sobre el arte de contar y narrar. Y lo que intento es explicar el origen del cuento oral y la narración. Algo desconocido para todos. Intento explicar el mecanismo por el cual se cuentan historias que se repiten y se modifican cada vez. No solo cuando las escribimos diferente, sino que cuando las leemos, modificamos. Mientras lo escribía leí que Manuel Puig modificada todo lo que leía. Y pensé en cómo los escritores y ciertos lectores modifican y analizan cómo está escrito un libro mientras los leen y cómo lo harían ellos en su lugar. Juan Marsé dice que los libros los modifica en seguida, pero en el sentido de los fallos gramaticales, ritmo y puntuaciones. Somos modificadores. Y Mac es un modificador nato.
-El libro se podría llamar "Mac, el modificador".
-Claro. De hecho, cuando veo televisión, modifico cada noticia. Sé que están diciéndome una cosa que no sé lo que es y que hay otra cosa detrás y más interesante. Trabajo mucho, intuitivamente, en estos territorios. Hay una idea que me gusta mucho de Graciela Speranza, que está en su libro "Cronografías" (2017). Ella dice que el arte contemporáneo es todo. Es el pasado que vamos modificando, pero también el presente y futuro. De hecho estamos en un futuro-pasado, donde ya no hay ciencia ficción ni gente pensando en lo que se viene, como los futuristas. Yo observo que trabajo hacia atrás y adelante, modificando al mismo tiempo, sin que haya un presente.
-¿No relaciona ese contexto con el surgimiento de la posverdad?
-Es que ha existido siempre, desde Tales de Mileto...
Frente al abismo
De repente, Vila-Matas mira por la ventana y, en un arrebato digno de Mac, reflexiona como corrigiendo lo dicho anteriormente: "Lo que sí tengo claro es que llevo 40 años como escritor y esa experiencia no voy a esconderla. Cuando publiqué 'Una casa para siempre' pensé que iba a ir mejorando y que este libro malo se transformaría en algo bueno. Como si estuviera viviendo en el futuro. A mí me molestó mucho cuando un amigo me dijo que 'Impostura' (1984) estaba bien, pero que me faltaba experiencia para aprovechar la historia. Pero era verdad. El paso del tiempo modificó la historia que conté".
Vila-Matas también reconoce que atiende mucho a lo que le dicen. "Tengo la tendencia enfermiza a creer que todos tienen razón. Cuando hablan mal y bien. Lucho con eso, pero debo seguir haciendo lo que me parece debo hacer", explica.
Sobre sus otras obsesiones literarias, está la de Bastian Schneider, un personaje que llama "El intertextual" y que ya presentó en una conferencia en marzo para el College de France. Se trata de un "servidor de citas" que "habla en primera persona. Está abandonado en un pueblo frente al mar, en una pendiente hacia el abismo. Y se lamenta de ser abandonado por el autor. Y dice que él siempre tiene teorías para justificar el uso de las citas en sus libros, pero que no cree en estas teorías. Mientras que 'El Intertextual', desgraciado y abandonado, sí cree en ellas".
-¿Y usted de que lado está?
-De parte de Bastián. Abandonado frente al abismo.
VIOLETA SUPERSTAR
La Feria del Libro de Bogotá tuvo como invitado de honor a Francia, pero Chile fue uno de los países que más llamaron la atención gracias a un pabellón centrado en Violeta Parra (homenajeada junto a Bob Dylan) y un grupo de embajadores compuesto por autoras (Sara Bertrand, Camila Gutiérrez y Alejandra Costamagna), ilustradores (Gabriel Ebensperger, Marcela Trujillo, Paloma Valdivia) y música experimental, como la Orquesta de Poetas. Instalado frente al de Argentina, el pabellón chileno -organizado por CNCA, ProChile y Dirac- siempre estaba lleno. Se repartían empanadas y vino tinto al público colombiano y a editores que buscaban hacer negocios. El tributo a Violeta Parra fue, de hecho, en la Carpa Vip con lleno absoluto, mientras llovía copiosamente.
Por J.C. Ramírez, desde Bogotá
"Estamos en un futuro-pasado, donde ya no hay ciencia ficción ni gente pensando en lo que se viene, como los futuristas".