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"Un gran reto para la educación es prevenir la violencia"

RAFAEL BISQUERRA. Impulsor de la educación emocional en Europa expuso en Chile los beneficios de este tipo de enseñanza en la edad temprana y sus atributos para una mejor convivencia en todo tipo de ámbitos.
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"Estamos en la sensibilización progresiva del profesorado, que debe extenderse a la sensibilización progresiva de la sociedad, las familias y de la clase política, que es quien toma decisiones sobre el currículum académico"."

sociedad

Mauricio Mondaca L.

mauricio.mondaca@mediosregionales.cl

Impulsor de la educación emocional en Europa, el doctor Rafael Bisquerra estuvo en Chile invitado por la Universidad Andrés Bello para exponer sobre los alcances de esta disciplina y su relación con la convivencia escolar.

Como director del postgrado en educación emocional y bienestar (PEEB) de la Universidad de Barcelona, este académico de orientación psicopedagógica, licenciado en Pedagogía y en Psicología, es fundador y primer director del GROP (Grup de Recerca en Orientació Psicopedagògica), desde donde ha impulsado una serie de jornadas de esta materia en esa casa de estudios. Desde mediados de los noventa se ha centrado en la investigación del mundo de las emociones, visitando diversos países en los que pone el acento en la importancia del profesorado y la familia como pilares de este ámbito.

Sobre la educación emocional, afirma que "en estos momentos no se le da la importancia que tiene. Falta sensibilidad" respecto de un trabajo en el que los profesores y los padres tienen un rol fundamental y que va mucho más allá que la tradicional adquisición y repetición de conocimientos específicos.

Un decálogo

En el cuerpo teórico de su propuesta se aprecia que los niños y jóvenes necesitan, en su desarrollo hacia la vida adulta, que se les proporcionen recursos y estrategias para enfrentarse con inevitables experiencias que la vida nos depara.

- ¿Qué es la educación emocional como concepto?

- Es un proceso educativo orientado a desarrollo de competencias emocionales. Tiene que ver con competencias emocionales como conciencia emocional, regulación, autoestima, habilidades socioemocionales para construir relaciones positivas con otras personas, la construcción del bienestar subjetivo y aspectos como el control de la impulsividad y la tolerancia a la frustración. Es un marco amplio que tiene que ver con las emociones. La intención es la prevención de algunas necesidades sociales, como la ansiedad, estrés, depresión, suicidios, consumo de drogas y otras más. Todo esto tiene un componente emocional importante.

- ¿Cree que en los ambientes educativos se le da la importancia que requiere?

- Creo que en estos momentos no se le da la importancia que tiene. Falta sensibilidad. La puesta en práctica de este tipo de educación, a mi modo de ver, pasa por tres etapas: sensibilización, formación y puesta en práctica. En estos momentos creo que estamos en la sensibilización progresiva del profesorado, que debe extenderse a la sensibilización progresiva de la sociedad, las familias y de la clase política, que es quien toma decisiones sobre el currículum académico. Esta sensibilización debe conllevar la formación del profesorado, de las familias y, como última etapa, la puesta en práctica de un programa de educación emocional. A veces insisto en que uno de los grandes retos de la educación en el siglo XXI es la prevención de la violencia a través de la regulación de la ira. Esto solo ya justificaría dedicar esfuerzos, presupuestos y formación para la prevención.

- ¿Cómo se puede aplicar esto a los niños de hoy, que muchas veces toman decisiones que no les corresponden, y con sus padres, que dejan pasar la disciplina a un segundo plano?

- Para mí es muy importante el trabajo con las familias. Se inicia desde una reflexión conjunta sobre qué desean para sus hijos. Y cuando entramos en lo que desean para sus hijos, tomamos conciencia de que la mayoría lo que quiere es la felicidad. Eso coincide con el bienestar emocional. Y ahí es donde entramos en caminos que no siempre conducen a la felicidad, porque pensamos que podemos lograr la a través del consumo de sustancias, comportamientos de riesgo o de la violencia. Y es todo lo contrario.

- Por ejemplo, el caso de un papá que cree que la felicidad para su hijo es comprar un teléfono o una consola de juegos...

- Ahí hay algo muy importante de formación, reflexión y educación. El bienestar material no lo es todo para la felicidad. Tomar conciencia de los aportes de las investigaciones científicas respecto de lo que nos puede facilitar el camión al bienestar emocional es algo muy importante para poner en conocimiento de las familias. Por lo tanto, que los medios también se impliquen en la difusión de estos conocimientos. Son necesidades sociales de las cuales no hay una conciencia en torno a lo que se puede hacer en base al trabajo de la investigación científica.

- En Chile se discute hace bastantes años una ley que tiende a la gratuidad en educación universitaria. Pero este tipo de temas quedan fuera de esa discusión legislativa.

- Creo que esto debería formar parte de la preparación inicial del profesorado como primer paso. Prácticamente en ningún país del mundo existe este tipo de formación para la relación entre el profesor y sus alumnos, a través de sus habilidades emocionales. Estamos centrados en la transmisión de conocimientos en las áreas académicas tradicionales. Por eso insisto en una creciente sensibilización respecto de qué estamos haciendo en educación. Para mí, la finalidad de la educación es el desarrollo integral de las personas, para que puedan convivir en paz en democracia, para que puedan contribuir al bienestar social y emocional.

- ¿Qué se lograría si agregáramos elementos de la educación emocional en etapas tempranas de la formación educativa y proyectamos eso a la economía y mercado laboral del futuro? ¿Puede haber efectos?

- Los efectos que se han comprobado empíricamente son, por una parte, un aumento del 11% en la mejora del rendimiento académico, en una mejora del bienestar subjetivo, en reducción de conflictos y comportamientos de violencia. Y a la larga se ha medido con estudios longitudinales que las personas que han desarrollado competencias emocionales de autorregulación y nuevas relaciones con otras personas llegan a tener buenas relaciones en la familia, con sus compañeros e incluso en el sueldo. Hay estudios que señalan diferencias salariales de 25 años después de haber seguido formación sobre estos temas.

- ¿Dónde se están tratando hoy estos temas?

- Hay una línea de investigación que va aportando evidencia de la importancia de la necesidad y propuestas para la práctica del hacer. Eso sería una parte. En la parte educativa estamos en la fase de sensibilización progresiva, en algunos países más y en otros menos. De momento depende del profesorado.

- ¿Hay una responsabilidad ineludible de los padres?

- Las familias, junto al profesorado, deberían ser los primeros destinatarios de la educación emocional. Porque ambos son los que comparten la mayor parte del tiempo de que disponen los estudiantes. Un adolescente está como mínimo 100 horas despierto a la semana, de las que pasa 25 en el centro educativo. Los estudiantes aprenden a través de modelos. Familia y profesorado, entonces, deben tomar conciencia de que su comportamiento es un modelo de lo que van a hacer los estudiantes.

- ¿Cómo se puede mejorar, a través de estas herramientas, aspectos como el reconocimiento del bullying o la resolución de conflictos?

- Los conflictos generan emociones y esas emociones pueden ser una dificultad para la resolución del conflicto. El conflicto es inevitable y puede aprovecharse para aprender, negociar o mejorar, porque nadie tiene toda la razón. Pero también puede activar emociones que nos bloqueen. El conflicto árabe-israelí, por ejemplo, tiene en las emociones un factor que impide llegar a una resolución, porque hay más un deseo de revancha y venganza que de otra cosa. Y esto pasa en los conflictos más domésticos también. No tomar en consideración la dimensión emocional de los conflictos supone no abordar en profundidad la complejidad de este. Sobre el acoso escolar, una investigación que preguntaba a muchachos implicados en acoso escolar por qué lo hicieron, tuvo como respuesta más frecuente que no sabían por qué lo hacían. Y cuando se analiza esto, significa que no son conscientes de sus estados emocionales. Muchas veces, en el fondo, hay desprecio frente al otro que va a ser la víctima.

"El conflicto es inevitable y puede aprovecharse para aprender, negociar o mejorar, porque nadie tiene toda la razón".

DAVID VON BLOHN/ AGENCIAUNO