No hay dudas que todos tienen derecho a conducir un vehículo si cumple con las condiciones, pero no todos tienen las habilidades para hacerlo. Pero según las estadísticas casi todos los postulantes terminan accediendo a sus licencias después de varios intentos.
El rechazo del 50 por ciento de los postulantes a una licencia de conducir en la primera instancia, puede ser analizado desde varios aspectos.
Lo primero, es que muchos de los aspirantes a conductores no acuden a las entidades que imparten estos cursos, los que debiera ser obligatorio, agregándose que no hay una fiscalización sobre la calidad de éstas capacitaciones.
A ello se suma, que los conductores fallan en su mayoría en el examen teórico lo que demuestra que no hay conocimiento cabal de las leyes del tránsito, que debiéramos saber al revés y al derecho.
Entonces es vital para la seguridad de automovilistas y peatones que quienes vayan a conducir sepan con absoluto dominio las reglas del tránsito, pero que además tengan la destreza para guiar una máquina y reúnan las condiciones sicológicas que los haga aptos para guiar un vehículo.
Creemos que es la única manera de poner atajo a tanto acto imprudente e irresponsable por parte de conductores, porque más allá de la pericia se requieren conductas y destrezas propias para el manejo en condiciones tanto normales como extremas.
Además, consideramos que es bueno que el sistema para obtener una licencia de conducir sea exigente, siempre que no se convierta en un negocio o se preste para situaciones anómalas.
Se deben seguir extremando los controles de calidad de los exámenes teóricos y prácticos para poder extender licencias a quienes realmente estén capacitados y cumplan con las habilidades necesarias para guiar un vehículo.
Además el respeto por las normas de tránsito es bajo, lo que se demuestra a diario en la ciudad con numerosas infracciones que se pueden observar en las distintas vías, y que deja entrever que somos malos conductores.