El catedrático estadounidense Sam Keen, escribió en una ocasión: "Una sociedad en la que la vocación y el trabajo se separan de la mayoría de la gente, crea gradualmente una economía que es a menudo carente de espíritu, que llena con frecuencia nuestros bolsillos a costa de vaciar nuestras almas". Esta experiencia es dura, pero es una realidad no de cientos, sino de millones de personas en nuestra sociedad contemporánea. Quizás por eso asistimos a tiempos particularmente desalmados. Pero Dios sigue tejiendo la historia, a pesar de que de mil modos nosotros, sus hijos, tratemos de borrar con el codo, lo que Él escribe rectamente.
Cuando hablamos de vocación, queremos hablar de un «llamado» interior, que sin duda quiere responder a una profunda aspiración de la persona humana, el amor. Buscar amar y ser amado, es la búsqueda esencial de la persona. Es desolador que nuestros jóvenes se hayan metalizado tanto que, al soñar un mañana, todo el mundo quiera ser millonario a cualquier costo, y pocos estén dispuestos a preguntarse, cómo amar cada vez más y mejor. Cómo responder a las búsquedas más esenciales de la persona humana.
Por eso, no puedo dejar de contarles acerca de tres jóvenes que han encontrado una forma de amar, tan radical que han respondido al llamado para ser sacerdotes. Una gran alegría para nuestra Iglesia Católica en la Provincia El Loa, tres jóvenes sacerdotes, para el servicio de las personas de nuestra tierra. En ellos, realización personal, alegría de servir y consagración a los más nobles ideales son uno, en un corazón que se ha dejado moldear por el Maestro en Amor, porque Dios es Amor, es entrega, es sacrificio y es vida eterna para todos los que le buscan con un sincero corazón.
Hace pocos días un grupo de treinta soñadores, todos universitarios nos visitaron desde la capital, y dejaron en pie un Templo en el sector de Tucnar Huasi de nuestra ciudad. Un lugar sagrado levantado martillo a martillo por jóvenes. Cuando uno mira estas acciones, se da cuenta que algo nuevo está naciendo y que, si afinamos la mirada, se multiplica la presencia de Dios en las pequeñas cosas de la vida cotidiana.
Oscar Blanco Martínez,
Obispo de Calama