Hoy estamos viviendo el ocaso evidente de una estructura sobre exigida por el tiempo y que, a pesar de todo, aún resiste orgullosa, amparada por el esfuerzo digno de su gente, hombres y mujeres que trabajan aquí, días y noches, desde la necesaria alquimia de hacer el pan, otros malabaristas gestionando recursos, archivando, controlando y consolando, parchando mil veces, las cañerías viejas que nos recorren o acompañando el mágico proceso de nacer o del buen morir, en guardias eternas velando los sueños, disecando, curando o apañando tristezas y delirios, rehabilitando con esmero, cada uno en sus puestos, articulando el esfuerzo en esta máquina que no sabe de descanso.
Pero hoy tenemos un desafío mayor y debemos estar a la altura de aquello, debemos mejorar los procesos asistenciales, incorporando la calidad en cada uno de ellos, el respeto de los derechos del paciente, del trato humanizado, de la gestión administrativa y financiera, la inclusión de una comunidad organizada atenta y vigilante.
Nuestro mayor capital es sin duda el recurso humano y debemos sin duda protegerlo, capacitarlo en forma continua, motivarlos creativamente y fundirlos en el arraigo necesario de nuestra misión.
A la comunidad que nos empuja a ser mejores ,al voluntariado cercano, necesario y multicolor y a todos nuestros funcionarios, por la suma de sus esfuerzos, los sueños dispersos por el viento calcinante en primavera inicial, el pensamiento mágico que nos impulsa a un futuro mejor.
En este período he aprendido que los médicos, aparte del privilegio y responsabilidad de curar, podemos y debemos aprender a gestionar nuestros proyectos, nuestros recursos y potencialidad, nuestra capacidad de convocar y liderar los procesos que nos vinculan a nuestra incombustible decisión de permanecer en el sistema público de salud, dándole sentido a la equidad distributiva y a la humanización de nuestros actos.
Agradezco también la oportunidad de relacionarme estrechamente con la comunidad, esa sociedad civil despierta, atenta y vigilante, que espera mucho de nosotros y a la que debemos sacar de la incredulidad y desconfianza por tantos sueños rotos o postergados por la desidia y la incompetencia. Con la más absoluta convicción de que todo este proceso pudo hacerse mejor, un abrazo agradecido.
Dr. Patricio Toro Erbetta,
Sub director del Hospital "Carlos Cisternas"