Secciones

La provincia de la literatura

E-mail Compartir

La voluntad poética es también voluntad política, en el sentido en que siempre hay que desarrollar procedimientos para la acción vital, en cualquier campo de la productividad, material o simbólica, y ésta tiene irremediablemente un efecto colectivo (e individual, por cierto). Yo siempre quise ser agricultor, un sujeto activo ligado a la economía real, no especulativa, y, paradojalmente (o no) terminé siendo un escritor, es decir, un operador simbólico algo inconforme con su trabajo, pero asumiendo una irremediable productividad. Hay en todo eso un buen fracaso o una frustración bien asumida que implicó un rediseño existencial. Hago esta reflexión personal y subjetiva, porque es común que el proyecto inicial de un sujeto cualquiera se transforme con el paso del tiempo en otra cosa muy distante de lo que era el momento inicial, y que ese cambio depende del autodiseño y de cómo nos aplicamos en ese proyecto personal.

De todas formas alcancé a desarrollar alguna práctica agrícola y pude experimentar la abyección y la simple (o compleja) maldad humana del mundo campesino, que puede ser paradojal para cierto sentido común urbano moderno que todavía cree que la gente del campo es más buena que la de la ciudad, cuando todo indica que son perversiones distintas. Asumo que mi concepción de lo humano tiene que ver con las patologías conductuales que blindan a los sujetos. Aunque en la práctica general la bajeza ética de los sujetos, incluidos los escritores y artistas, está determinada por procedimientos de política individual y de carácter colectivo, de un plan, en suma, consciente o no, aunque en el caso del mudo de la cultura siempre me pareció predecible y algo pueril esa abyección. La de la gente de campo siempre me asustó más por su peligrosidad física y, en el fondo, porque no manejaba los códigos, no así los del mundo cultural urbano.

Los artistas y la gente de la cultura suele moverse con una lógica que es homologable a la de la política escénica, esa que supone mediaciones y visibilidad, pero que también apela a las jerarquías o a las relaciones de poder, lo que incluye la crítica y la cuestión académica y la institucional, como también la colocación laboral y la visibilidad mediática, etc.

Mi fobia me ha impedido participar de los grupos de interés y de las "mafias" político culturales, pero no de las disputas. Esa misma fobia determinó que terminara habitando pequeños enclaves provincianos en donde, ingenuamente, imaginé que no llegaban los conflictos, craso error; adquirían otra forma, pero acontecían con la misma virulencia. Había otras modelos de ocurrencia, como el surgimiento del fenómeno de la municipalización del arte y la cultura, cuya clave originaria y determinante, al menos hace algunos años atrás, era que las obras de buena calidad se producen en la capital y la función de la provincia era llevar "lo bueno", estéticamente hablando, a las localidades que carecían de productividad. Hay que reconocer que eso ha ido cambiando, aunque muchas veces se confunde con chovinismo local o con operaciones políticas de corte patrimonialista, que es un modo de acceso a los recursos de los municipios y de colocación laboral de profesiones ligadas a las ciencias sociales. Hay un nuevo escenario cultural en las provincias, de eso no cabe duda.

Ahora, a nivel lúdico, debo decir que como no pude dedicarme a la agricultura, tuve que contentarme con la jardinería e intentar construir una obra posible a partir de una especie de analogía estructural entre esas dos realidades. Parece chiste, pero es así. Y, por otro lado, tratar de habitar una provincia maldita, resentida, falta de proyecto propio, que siempre tenía como referencia otro lugar o constituirse en otra cosa, combinado con una soberbia suicida.

Es probable que estos tópicos estén presentes en una novela que espero terminar el próximo año, asumiendo la desazón y el aburrimiento por los modos maledicente del campo cultural, pero sobre todo la imposibilidad de la vida urbana contemporánea. Y la necesaria búsqueda, y esto como eje de la historia novelesca, de un nuevo emplazamiento que tendría como objetivo la cordillera profunda.

Marcelo Mellado

* Escritor y profesor de Castellano.

Es autor de "La batalla de Placilla".

"Echadito para atrás": la nueva aventura discográfica de Sonora Barón

MÚSICA. El trabajo de estudio de la banda porteña ya está disponible a través de streaming. Iniciarán gira por Chile.
E-mail Compartir

Amelia Carvallo

La agrupación porteña Sonora Barón lanzó un disco con su acostumbrada propuesta cumbianchera, ideal para las pistas: "Echadito para atrás" es el nombre del trabajo que ya está disponible vía streaming y que en diciembre, bajo el sello de música popular Master Media, será lanzado en CD.

Once cumbias

Adelantando la temporada de festejos, el combo tropical dispuso en este segundo álbum de su repertorio once canciones que invitan al baile en clave cumbia, con cadencias que empiezan a calentar motores con el tema "Tren del amor" y sus dejos de carnaval nortino que dan paso al single promocional, "Gato chico", una explosión villera de ritmo que entona una historia graciosa: "Parecís un gato chico/ como te tiene esa negra/ todo chupetea'o/ tomando trago en el camarín/ le hablai por WhatsApp todo el día/ tanto cigarrillo te hace mal". Mezclando sintetizadores y trompetas prendidas, también invitan a moverse con los cortes "Chiquitita" y "Chúcara".

Más adelante, en clave romántica, aparece una reversión de Los Iracundos y su balada "Te lo pido de rodillas", donde el vocalista Cristóbal Flamm canta abatido: "Te llamé porque hace un año que no hablamos / para romper aquel adiós que nos juramos / voy a pedirte de rodillas que regreses junto a mí" y en la completamente instrumental "Amazonía" se permiten explorar, en casi 14 minutos, atmósferas más oníricas y un ritmo más hipnótico para cerrar el disco.

Flamm contó que las canciones empezaron a tomar forma en 2016: "Hicimos un catastro de los temas que teníamos y empezamos a seleccionar las mejores, ensayarlas, probarlas y ver si llegan a cuajar. Creo que este es un disco explorativo en relación al primero, que estaba bien enclaustrado en sus parámetros. Este disco sirvió para sacar las personalidades que están en la banda".

El nombre del disco está, según el autor, dentro de la canción "Gato chico" y alude a una cierta actitud de relajo y también a los ritmos menos rápidos pero sabrosos y ondeantes que imperaron en las canciones seleccionadas. Sobre el arte del disco físico, fue hecho por Antonio Allendes, un amigo artista visual de la banda que plasmó en dibujos coloridos cada uno de los once temas de esta nueva placa. Este mes, el tour "Echadito para atrás" visitará Machalí, Rinconada de Los Andes, Putaendo, Limache y Melipilla, entre otros lugares, y en la banda esperan muy luego recorrer todo Chile. Además, aprovechan de contar que estarán en los especiales del 18 de septiembre que preparan Radio Corazón y Radio Positiva.

Inicios

La Sonora Barón nació en el invierno del año 2003, en el puerto de Valparaíso, inicialmente como una agrupación de amigos universitarios, ninguno de ellos ligados a la música, que se presentaban ocasionalmente en pequeños escenarios de pubs y fiestas de amigos. Fogueados como número habitual de la sala El Huevo del puerto, saltaron a escenarios masivos cuando estuvieron, invitados por Giolito y su combo, en el Festival de Viña del Mar de 2008 y luego pasaron por el de Olmué en 2011 y 2015.

"Cumbiol forte" su primer disco lanzado en 2012 bajo sello Master Media que reunía quince canciones, muchas de ellas mix clásicos de cumbiones, cinco canciones inéditas y otras versiones de conocidos éxitos, entre algunas de ellas "Ilarié" de la brasilera Xuxa y "The final countdown" de Europe en versión tropical. Se vendía por casi dos mil pesos en los kioskos del país y fue éxito de ventas a las pocas semanas de su salida, convirtiéndose a su vez en doble vinilo de oro y triple de platino con las más de 28.000 copias vendidas.