Durante septiembre, la conmemoración de la Independencia de Chile y las Glorias del Ejército, es el marco propicio para poner en valor y realce las tradiciones y valores patrios que nos han caracterizado como República; sin embargo, esta ocasión, también nos permite brindar un reconocimiento a nuestras culturas diversas como diverso es nuestra historia y territorio.
En nuestra mirada como Estado, respecto a entender quiénes somos y hacia dónde nos dirigimos, hoy se abre la oportunidad para realzar el valor territorial de Atacama y específicamente del oasis de Calama, que con su ubicación geográfica estratégica, desde antaño era capaz de abastecer las necesidades alimentarias locales como de los grupos que atravesaban el territorio, lo cual favoreció su reconocimiento como centro de abastecimiento.
Históricamente, desde tiempos prehispánicos, Atacama recogió el traficó caravanero tradicional y, posteriormente, también la arriería colonial, convirtiéndola en un eje para el intercambio interregional de bienes y ganado, como también un lugar de descanso y resguardo.
Adicionalmente, si se quisiera establecer los límites del territorio atacameño en los tiempos prehispánicos sería infructuoso, pues su alcance superaba las fronteras administrativas y naturales.
Hoy, en que el Estado de Chile ha priorizado el corredor vial que favorece la integración regional del Pacífico y Mercosur, desde Campo Grande, en Brasil, hasta los puertos Antofagasta - Mejillones - Iquique, en Chile, Calama aparece en su rol ancestral de eje de intercambio, abastecimiento y resguardo, con la plataforma de infraestructura, servicios e institucionalidad que ha alcanzado a través del tiempo. Además, se potencia su centralidad estratégica en la distribución de los flujos hacia los puertos del norte de Chile.
Nuevamente, es Calama la que se proyecta como la plataforma de integración regional, desde y hacia Brasil, Paraguay y Argentina, por el Atlántico, y Chile y sus puertos del norte por el Pacífico. Esta oportunidad para nuestro territorio está respaldada por los compromisos públicos y privados, por lo que nos queda avanzar en un Plan de Trabajo que potencie su rol estratégico, que reconozca su historia ancestral y que contribuya a cimentar su futuro.
Alejandra Álvarez Mansilla,
Gerente Proloa