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La Causa Original de los Desastres

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Si bien Chile es uno de los países que registra menos fallecidos en los desastres, es lamentable ver cómo los fenómenos de origen natural y antrópico afectan a sus habitantes, evidenciando los mismos errores en cada respuesta a emergencias. En enero, los incendios forestales desbastaron más de 550 mil hectáreas, quemando pueblos enteros, y en mayo la zona norte fue embestida por los aluviones, destruyendo nuevamente decenas de hogares. Esto, sin mencionar los cortes de agua potable a más de 4 millones de personas producto de otros aluviones ocurridos en invierno en Santiago.

Aunque parezca absurdo, estas situaciones se vuelven lógicas si se analiza el cumplimiento de las metas establecidas en el Plan Estratégico Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (PENGRD) dirigido por ONEMI. En este instrumento se trabajaron los cinco ejes establecidos en el Marco de Acción de Hyogo de Naciones Unidas, que da recomendaciones para crear comunidades más resilientes y lograr la reducción del riesgo de desastres en los países: fortalecimiento institucional; fortalecimiento de los sistemas de monitoreo y alerta temprana; fomento de la cultura de la prevención y el auto aseguramiento; reducción de los factores subyacentes del riesgo y fortalecimiento de la preparación ante los desastres para lograr una respuesta eficaz. Se definieron en estos ejes metas que debieron haberse cumplido a diciembre de 2016. Sin embargo, a la fecha se ha llegado a un 33% de ellas, dejando en evidencia la precaria gestión de riesgo de desastres que se realiza en el país, con consecuencias negativas en las respuestas improvisadas que sólo buscan culpables en vez de soluciones reales.

Luego del terremoto del 27/F una comisión de Naciones Unidas visitó Chile para evaluar el estado de cumplimiento del Marco de Acción de Hyogo mencionado anteriormente. La evaluación fue nefasta, no se había cumplido ni con el 30% desde que se firmó el tratado.

Con esto queda demostrado que elaborar instrumentos de carácter indicativo no sirve si no se tiene un ente rector que fiscalice su cumplimiento. Si a esto sumamos que dicho instrumento no tiene financiamiento, es hablar de letra muerta.

Si bien existe un proyecto de ley que crea el Servicio de Gestión de Riesgo y Emergencias (que propone mejoras a la actual institucionalidad, subiendo de categoría de ONEMI a servicio), éste debiese considerar inyectar recursos a la base de la pirámide de la gestión del riesgo de desastre y los municipios. La nueva institucionalidad debe ser creada desde los gobiernos locales, entregándoles mayores recursos para realizar una verdadera gestión del riesgo.

El nuevo Servicio de Gestión de Riesgo y Emergencias debe tener la potestad suficiente en esta materia y voz y voto en la aprobación de instrumentos de ordenamiento territorial que regulen el uso de suelo donde existen riesgos de desastres, por ejemplo. A su vez, debería contar con la autoridad para controlar el cumplimiento de instrumentos como el PENGRD, fiscalizando a los diferentes servicios y entidades públicas que se comprometen con acciones para reducir el riesgo.

Si el Estado de Chile no asume la responsabilidad de un país que por sus características geográficas requiere de instituciones fortalecidas, los sistemas frontales, terremotos y erupciones volcánicas seguirán ocasionando desastres, mientras los gestores de riesgos y emergencias sólo crearán instrumentos que no se cumplen ni se financian. Es decir, instrumentos que en la práctica no sirven.

Fabiola Barrenechea

"Elaborar instrumentos de carácter indicativo no sirve si no hay un ente rector que fiscalice su cumplimiento. Si sumamos que el instrumento no se financia, es hablar de letra muerta"."

Directora del Observatorio en Gestión del Riesgos de Desastres y directora de la Escuela de Ingeniería en Geomensura de la Universidad Bernardo O'Higgins.

Desarrollo computacional chileno predice el comportamiento humano frente a catástrofes

HERRAMIENTA. El innovador sistema recrea escenarios ficticios que permiten analizar la conducta de las personas frente a desastres naturales y otros.
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Stephanie Ríos Molina

Una herramienta computacional única en el mundo, capaz de modelar y predecir el comportamiento humano frente a diferentes catástrofes, está siendo diseñada por el equipo del doctor Tomás Pérez-Acle, investigador del Instituto Milenio Centro Interdisciplinario de Neurociencia de la Universidad de Valparaíso (CINV) y también director del laboratorio de Biología de la Fundación Ciencia para la Vida.

El programa computacional se aplica tanto para desastres naturales, como terremotos, huracanes y tsunamis, como para enfermedades infecciosas y atentados terroristas, entre otros eventos críticos.

"Este es el único programa computacional existente hoy que puede seguir la historia de vida de cada persona", manifestó el científico a este medio.

Sobre cómo el modelo tecnológico funciona, Pérez-Acle explicó que se debe a la simulación de escenarios ficticios y sus interacciones.

"Somos capaces de simular el comportamiento de personas en forma individual y los datos serían similares a lo que ocurriría en la realidad. Esto representa una ventaja, ya que las aplicaciones existentes se preocupan de analizar a grupos poblacionales más que a sujetos en sí. Sabemos que ante un escenario de riesgo o pánico un individuo puede hacer toda la diferencia", afirmó el investigador.

Propósito del estudio

El equipo de investigadores chilenos señaló que la aplicación se puede poner en práctica siempre que existan personas que estén frente a una situación de pánico. Pérez-Acle cuenta que, gracias al financiamiento de la Oficina de Investigación de la Fuerza Aérea de Estados Unidos, su laboratorio logra estudiar la interacción entre las personas frente a escenarios de desastres.

El doctor en biotecnología señaló que sus investigaciones están centradas en dos variables: La primera, en la información que se mueve entre las personas, mientras que la segunda en cómo ésta genera cambios en el comportamiento de los individuos.

"Mientras mayor es la entrega de información a las personas, mejor es el manejo del pánico y la toma de decisiones correctas. Nos interesa estudiar cómo el comportamiento individual es influenciado por esta indagación -ya sea positiva o negativa- y la manera en que actúan las personas; entender cómo la sociedad reacciona no sólo frente a las catástrofes naturales, sino que a escenarios como la dispersión de enfermedades infecciosas", complementó el investigador del CINV.

Equipo de trabajo

Para materializar el modelo se requirieron supercomputadores con alta capacidad de procesamiento. Junto a esta tecnología, el científico trabaja con un equipo interdisciplinario integrado por otros seis profesionales entre los que destacan sociólogos, biólogos, físicos, matemáticos e ingenieros en computación.

Pérez-Acle aclaró que esta aplicación computacional no predice el futuro, sino que ofrece distintos escenarios posibles como resultado de la combinación de variables que permiten modificar, gradualmente, la reacción de los seres humanos ante todo tipo de desastres.

Mal información y rumores en la red

Según el equipo, la disponibilidad de la información cambia el comportamiento de las personas y uno de los problemas es la circulación de rumores y la desinformación. "La divulgación reciente por Whatsapp anunciando un megaterremoto en el norte dividió a la población. La desinformación llevó a que las autoridades desmintieran a la autora del mensaje, con el objetivo de evitar que la gente entrara en pánico. Hay individuos susceptibles que actúan mal por este tipo de rumores", dijo Pérez-Acle.