Secciones

La tarea de la oposición

E-mail Compartir

Para una buena historia el conflicto debe oscilar entre dos posturas antagónicas, definidas y claras. Si estamos de verdad en política hay que marcar nítidas las posiciones, para hacer buena política se necesita una sana oposición. Y esa es la ardua y compleja tarea que tenemos por delante en el mundo de la centroizquierda.

Estamos llamados a una reflexión profunda que nos permita construir una alternativa de firme oposición a Sebastián Piñera, con una clara vocación de cambio, desafiando el futuro y lejos del fatalismo, una opción que entusiasme. El primer paso es definir un cierto ideario, que responda a las problemas del presente y del futuro, pero que a la vez sea capaz de resolver las inequidades que impiden el salto definitivo al desarrollo, la desigualdad, la concentración económica, la discriminación, el clasismo, etc.

Y atreverse a hacerlo desde la Región, son tiempos nuevos y hay que asumir con pragmatismo que Chile cambió, ya no más consensos santiaguinos, ya no más acuerdos cupulares, es indispensable ir cimentando nuevas formas más horizontales, que garanticen la competencia de las ideas, instalando desde ya, las primarias como forma de resolver todos los conflictos venideros.

Hay que enfrentar decididamente el riesgo de enamorarse de un pasado glorioso, de aferrarse a un legado inexistente o quedarse anclado a viejas consignas, porque ello impide una agenda de futuro, que es la tarea de la política, construir futuro para todos, sin exclusiones.

Existe la amenaza real de un largo ciclo de gobiernos de derecha, y ello desafía las capacidades de quienes aspiramos a corregir el actual modelo, con clara conciencia que no hay atajos para el desarrollo, debemos generar espacios de convergencias y acuerdos, que puedan dar forma a una suerte de nuevo pacto social, basado en lógicas colaborativas y comunitarias, para enfrentar la fuerte oleada neoliberal que asoma en la región.

Habrá tarea suficiente en la oposición para volver a articular una coalición capaz de enfrentar a la derecha, sin la épica de derrotar la dictadura militar, o el simbolismo que encarnó el segundo mandato de Bachelet. Ahora sí partimos de cero, y están a prueba nuestras capacidades de incidir en el espacio publico, con audacia, marcando posiciones, para ir construyendo una oposición inteligente, creíble, amplia, sin vetos, que pueda aspirar nuevamente a conducir la región.