Mi ideal político es una centro-derecha democrática, republicana, de fuerte compromiso social y ciudadano. En las últimas décadas, en distintas etapas, el sector se alejó de este ideal, especialmente cuando los "mecenas" compraron la batuta política. Eso implicó conflictos y divisiones, nuevos equilibrios y la emergencia de referentes y liderazgos que reprochan esa corrupción.
Afortunadamente se ha debilitado la hegemonía del dinero, del tráfico de influencias y corrupción que alcanzó a todo el espectro político. La fuerza de los hechos sociales, políticos, electorales y sobre todo los judiciales, han terminado por atenuar, aunque no erradicar los liderazgos (políticos y mercantiles) que permitieron esos abusos.
El gobierno del Presidente Piñera tiene que afianzar un sector político moderno, ciudadano y amplio, con políticas públicas de alto sentido social. Debe cautelar los bienes públicos: salud, educación, seguridad, espacios y servicios públicos, etc. Ello aliviará las demandas de las mayorías sociales: el centro político, la clase media y los independientes. Si esto se logra la centroderecha habrá cambiado la historia, orientándose hacia un futuro promisorio. Por el contrario, si no responde a las expectativas, ese electorado ya definió la tendencia alternativa en favor de una izquierda radical.
La imagen de la administración Piñera cristalizará a poco andar. Hasta ahora la instalación del gobierno ha mostrando luces y sombras: lo mejor está en los cuatros ministros claves de la columna vertebral, lo peor es la falta de revisión de los antecedentes en los nombramientos, lo que resulta alarmante a nivel regional. En general, se observa escasa consideración por la experiencia y las competencias para las funciones a ejercer. La prensa nacional critica la tendencia a conformar círculos cerrados en lo social, cultural y político (endogamia), y la preferencia por familiares en los nombramientos en el ámbito público (nepotismo). En lo regional la escasa experiencia y falta de liderazgo está dando lugar al desorden y la emergencia del poder detrás del trono (asesores empoderados) y liderazgos enfocados en su propia proyección.
La luna de miel o el período de autocomplacencia será corto. Se debe cuidar el capital político y no asumirlo como botín de guerra. Deseamos sinceramente que se corrija, que al gobierno le vaya bien y tenga el mayor de los éxitos.
Carlos Cantero Ojeda,
Geógrafo, Master y Doctor en Sociología