En estas tardes, tardes de otoños y cielos con arrebol, y hojas caídas de los arboles. El frío matinal y nocturno empieza a sentirse con más intensidad. El sol desaparece antes. A la distancia vemos las humaredas del Volcán Láscar recordándonos su presencia. Escuchamos que después del crudo invierno e influenzas en los países del norte, todos se alegran con la llegada de la primavera. En Japón cientos de cerezos florecen, celebrándose un día festivo. Aquí tenemos las cuatro estaciones en un día, no notamos los cambios estacionales, solo lo que dicen los calendarios y vacaciones escolares.
El 23 de abril para los millones de habla hispana, es un día muy especial, celebraremos el Día del Libro. En la Universidad de Alcalá, España, recordando la grandeza del creador del Quijote de la Mancha, entregan premios a los escritores que contribuyen enriqueciendo con obras nuestro legado literario el premio Miguel de Cervantes. Esta distinción es una de las más importantes en las letras latinas, celebrando la riqueza, y viveza de nuestra lengua. Como incentivo monetario los premiados, reciben 168 mil dólares. En Chile Nicanor Parra, Gonzalo Rojas y Jorge Edward lo recibieron.
Recuerdo que antes, sin televisión, celulares e internet, teníamos más tiempo para nosotros. Los niños jugábamos, íbamos a la matiné, conversábamos en familia y leíamos. En nuestros hogares había poco dinero y menos libros, solo religiosos, y el Séptimo de Línea. Pero yo tuve la suerte, de leer muchos libros pequeñitos, cuentos universales que rescataban la magia y guardaba como tesoro en mis bolsillos. Pero un día, un niño con quien jugábamos, me prestó un libro más grande "Corazón" de Edmundo de Amicis, relatando historias de vida de un niño pobre, lectura que dejó en mi mente infantil grandes efectos; contagiándome con el gusto a la lectura, descubrir nuevos mundos, que nos inspiran y han hecho feliz mi vida para seguir leyendo el "El Principito", "Juan Salvador Gaviota", "Papelucho" y otros.
Supe que un nuevo jefe de correo, nunca había entrado a un correo ni escrito una carta. Debe ser igual para muchos jóvenes que nunca han visitado una biblioteca, leído, hojeado, comprado un libro. Esperamos que le regalen uno como delicado elogio.
Nancy Monterrey Caro,
Escritora chuquicamatina