En los últimos años hemos estado expuestos a un sinnúmero de discursos, promesas, propuestas y planteamientos, que quedan solo en eso, y no logran materializarse en acciones.
Nadie podría cuestionar las intenciones que tiene cada uno, pero se puede percibir que muchas expresiones son solo palabrerías que dejan frustración o desencanto en la sociedad.
Esta conducta es transversal en todos los sectores e instituciones, y es un signo de nuestro tiempos.
Al respecto, es importante que podamos reaccionar y tomar conciencia de este problema que genera conflictos, porque las expectativas crecen, pero a la hora de materializar las ofertas, éstas no llegan.
Las ciudades, las regiones, la comunidad y los diversos actores sociales reciben un sinnúmero de ofrecimientos, pero muchos quedan en el camino.
Entonces es necesario actuar consecuentemente y que las palabras que decimos se conviertan en acciones efectivas. De lo contrario mejor no pronunciar discursos que terminan siendo para el marketing, para dar una buena imagen, para querer mostrar que estamos haciendo algo, pero al final, no estamos haciendo nada.
Días atrás, los concejales de la comuna manifestaron una crítica a la administración local, pidiendo entre otras cosas, que exista concreción de proyectos.
La edificación de la ex finca San Juan para terminar con este sitio eriazo en medio de la ciudad, es una promesa de al menos sesenta años. El Loa Región, fue el "caballito" de batalla de varios parlamentarios y no hay nada hasta ahora. Potenciar el turismo de la provincia, más allá de la comuna de San Pedro, también ha sido otra promesa incumplida. El listado podría continuar, pero más allá de enumerar lo que no se ha hecho, sería importante que quienes tienen responsabilidades y liderazgos, cumplan lo que prometen, se esfuercen por lograr soluciones a los problemas que dicen estar preocupados, que consigan lo que se les ha demandado.
En general, la comunidad ya está aburrida de promesas y hoy quiere acciones.