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Impuestos por el puente Chacao no quedarían en Ancud: irían a Calbuco

CHILOÉ. Inversión contempla alrededor de US$ 700 millones.
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El presidente de la Cámara de Comercio de Ancud y representante de los "Pro Puente" Chacao, Selim Barría, mostró su preocupación porque los impuestos generados por la megaobra no quedarían en Ancud, sino que en Calbuco, a causa de que allí se están levantando los primeros pilotes.

El dirigente espera "que a lo menos el (dinero del) peaje quede en esta parte sur", dijo a radio Bío-Bío, porque "ahí hay contribuciones por patente de esta actividad comercial pero, al mismo tiempo, nosotros necesitamos y queremos que parte de la inversión del puente y de los coreanos se asiente en Ancud, (...) para que las contribuciones queden en la isla".

"No puede ser que nuevamente el continente se esté llevando todos los beneficios y en Ancud nosotros nos quedemos rezagados", concluyó Barría, en vista del comienzo de las faenas.

La inversión del puente Chacao contempla alrededor de US$ 700 millones, ya que será, en palabras del ex ministro de Obras Públicas, Alberto Undurraga -quien dio comienzo a las obras a fines de febrero pasado- será el puente más importante de Sudamérica, a causa de sus 2.750 metros de extensión.

Inversiones

La construcción de la megaobra está en la fase de instalación de los pilotes que sostendrán la infraestructura, tarea que ocupa a cerca de 200 personas, entre soldadores coreanos y chilenos.

La llegada de estas personas marca un hito en la historia del Pargua, un poblado de Calbuco, que contaba con alrededor de mil habitantes.

La actividad demanda nuevos suministros y servicios para los recién llegados, cuyo número se prevé que aumente conforme avancen las obras. Esto ha llevado a que el precio de los terrenos también suba, pasando el precio de una parcela desde los $ 5 millones a $ 60 millones.

Que terminar con la pobreza te mueva tanto como…

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Joel, de 17 años, no sabe quién es su papá. Tiene cinco medios hermanos, dos de ellos con graves problemas de consumo de drogas. Su mamá estuvo presa porque trabajaba como nana para unos traficantes y cayó con ellos. Joel dejó de ir a la escuela y se dedicó a vagar por Santiago. Se subía a cualquier micro y se perdía, luego volvía a pie, preguntando por su población, la misma donde vive hasta ahora. Al llegar a casa, las peleas y los gritos lo desesperaban y volvía a la calle.

Dice que, de repente, tuvo una revelación y se dio cuenta de que no podía seguir así. Con la ayuda de una tía, que hoy es su tutora, buscaron una escuela donde pudiera recuperar el tiempo perdido. No fue fácil. El suyo era visto como un caso imposible.

Hoy Joel estudia gastronomía en Inacap, tiene "proyectos, no sueños", como ser contratado en un crucero y recorrer el mundo. Logró graduarse de enseñanza media luego de haber sido aceptado el año 2013 en la escuela de reingreso Betania, que queda en La Granja y es una de las cinco que tiene Fundación Súmate del Hogar de Cristo.

Entró con un nivel de conocimientos de tercero básico, logró nivelarse y hacer la enseñanza básica y media en cuatro años. No fue para nada fácil, pero Joel sostiene que en sus nuevos profesores radica el éxito de su "conversión". Dice que en sus experiencias escolares anteriores, nunca nadie le preguntó la razón de sus continuas inasistencias, lo tachaban de revoltoso, de indisciplinado, de niño problema, y lo suspendían.

Acá, en cambio, cuenta que los profesores lo vieron y se preocuparon por él, lo estimulaban cuando estaba mal y reconoce, emocionado, que lo fueron a buscar a su casa cuando estuvo enfermo, física y psicológicamente, en 2016: "Tuve una depresión y ellos me sacaron de ahí".

En el Hogar de Cristo hemos aprendido que ayudar a salir de la exclusión -y de la auto exclusión -, es una batalla trinchera a trinchera, venciendo mil resistencias que impiden que las cosas cambien.

Por eso les cuento la historia de Joel, porque él representa a cualquiera de esos más de 77 mil niños y adolescentes que están fuera del sistema escolar y han interrumpido sus trayectorias educativas por graves problemas de vulnerabilidad de todo orden, económica, familiar, social.

En su caso, el micro tráfico de drogas, los conflictos familiares, el consumo problemático de sus medio hermanos han sido el telón de fondo de su vida y, gracias a Dios, no lo ha vencido, porque la ha padecido: la droga le repugna.

El trabajo que hacen las escuelas de reingreso es no sólo encomiable, sino esperanzador, pero cubre apenas al 3% de ese universo potencial de más de 77 mil niños y adolescentes descartados por el sistema.

La brecha entre los salvavidas existentes y los que realmente necesitamos es desoladora, pero el "rescate" de ese 3% es literalmente de vida o muerte para ellos.

La historia de Joel podría haber sido la misma de Juan, hoy de 40 años, que sigue trabajando de "loro" para los traficantes de su pasaje. Recibe pasta base como salario, ha sido convertido en un esclavo. Hacer la diferencia entre la vida de Joel y la de Juan, abrir una alternativa en vez de quedarnos con la injusticia, es la misión del Hogar de Cristo.

Pablo Walker, sj