Pareciera que detener el microtráfico de droga en una ciudad es una batalla perdida, porque es como si al levantar una piedra salieran de allí cientos de cucarachas corriendo hacia todos lados, donde muchas se esconderán nuevamente en otro sitio para seguir en lo suyo.
Esta lucha genera muchas interrogantes, porque algunos plantean que si gran parte de la población hoy consume marihuana, por qué nos empecinamos en seguir combatiéndola. Por qué mejor no legislar su consumo y así tenerla controlada, y sancionar a aquellos que buscan llegar a los menores, o a los que hacen de esta adicción un tremendo negocio, entre otras medidas.
Además estudios afirman que el consumo controlado de marihuana en adultos no es dañina y en muchos casos se está utilizando en forma medicinal.
Pese a esta postura, sí coincidimos en que la otra droga, la dura, hay que seguir combatiéndola, en una lucha sin cuartel.
Mientras tanto, la ley 20.000 sigue vigente, y el trabajo policial es arduo para hacer frente a este problema que lamentablemente involucra cada día a más jóvenes que se convierten en consumidores.
De acuerdo al informe policial, se han realizado múltiples allanamientos en la ciudad y se ha podido identificar los sectores donde más ocurren estos delitos. E incluso hay clanes familiares dedicados a este ilícito.
En este tema, también surgen inquietudes como por qué no se ataca a los distribuidores, a los capo de la droga, para así cortar con este microtráfico que redunda en un trabajo desgastante.
Debemos destacar el arduo trabajo policial y de aduanas para desbaratar el tráfico, de lo contrario, el problema sería más grave, porque lamentablemente hay drogas de gran peligro, adictivas y que también circulan en el mercado ilícito.
Todos debemos colaborar en este lucha sin cuartel en torno a la droga, que destruye a muchas personas, que genera daños irreparables en menores, que origina organizaciones criminales que aniquilan nuestra sociedad. A esos debemos combatirlos, sin piedad.