Hallan posible santuario prehispánico en el sector cordillerano de Ascotán
INVESTIGACIÓN. Vestigios de antigua construcción fue descubierta a más de 5 mil metros de altura, en un sector donde los quechuas realizaban ritos ceremoniales.
Hace una semana una expedición realizada por dos profesionales de ascendencia quechua a un cerro ubicado al costado del Salar de Ascotán, casi en paralelo al Cerro del Azufre, descubrió las ruinas de lo que podría tratarse de un antiguo punto de peregrinación de tiempos previos a la llegada de los españoles.
La estructura de rocas desmoronadas marca la base de una construcción apostada a metros de la cima de un macizo que limita con Bolivia.
Estos vestigios fueron encontrados a más de cinco mil metros de altura, por lo que coincidiría con estructuras que se construían en ese nivel para realizar ceremonias dado a la influencia inca, ya que se buscaban elevadas montañas para realizar los ritos ceremoniales y así estar lo más posible cerca del sol.
Hallazgo
Fue el 28 de abril de este año que Héctor Meruvia, ingeniero geomensor y presidente de la Comunidad Indígena Quechua Cebollar-Ascotán, junto a su colega, Roberto Machuca, iniciaron la travesía con el fin de descubrir un antiguo santuario del cual ya tenían una vaga referencia.
"Como soy de una comunidad Quechua, mis abuelos me contaban que sus abuelos subían al Cerro Jardín (nombre del lugar donde se encontraron las ruinas) a realizar sus ceremonias porque en la cima hay una laguna, y también una ancestral estructura. Con el tiempo se dejó de subir hasta allá, realizando las ceremonias en el mismo pueblo o a lo más en una zona apartada, pero ya no en una cumbre", dijo Meruvia.
Esta historia fue lo que motivó a ambos hombres a subir a dicho cerro, no obstante la planeación de la aventura tardó dos años por problemas principalmente climáticos. Así, finalmente realizaron el ascenso a fines de abril de este año.
Llegaron en camioneta hasta la ladera, se bajaron del vehículo y escalaron por dos horas a pie. Y a los 5.135 metros (medido con altímetro) se encontraron con la formación rocosa, la que se hallaba poco antes de llegar a la cumbre.
"Felizmente encontramos unas ruinas de lo que sería una habitación de cuatro paredes, pero una de sus alas estaba derrumbada hacia dentro de la misma, no obstante estaba ahí. A su alrededor habían restos óseos. Difícil saber a qué pertenecían", dijo Meruvia.
Investigación
A pesar de los datos aportados por las fotografías, y a que el sector se halla en un área donde figuran antiguos asentamientos de pueblos recolectores, no se ha realizado hasta el momento una investigación para determinar el origen de la estructura.
No obstante el director del Museo de Historia Natural de Calama, Osvaldo Rojas dice que lo que se puede apreciar de las características arquitectónicas de estas ruinas, tiene relación a la técnica empleada por los incas, civilización que tuvo gran influencia en el Alto Loa.
"Por lo observado en las imágenes captadas en el sitio, se trataría de vestigios vinculados con los santuarios de altura, que tienen relación con la ocupación inca del territorio. Éste pudo ser reutilizado en tiempos posteriores, ya sea en la época colonial o durante el desarrollo minero en la región.
"Los santuarios son construcciones en las cuales pernoctaban los sacerdotes o las comitivas dedicadas a estos procesos. Ellos se guarecían en estos espacios en las laderas de los cerros para posteriormente, subir hasta la cúspide a hacer su rogativa", explicó.
Otra de las variantes que el experto advirtió fue que no correspondería a una mera construcción para habitar, dado que las extremas temperaturas que imperan prácticamente todos los días del año no permitirían actividad humana alguna.
Aquí tuvo que haber mucha dedicación y coordinación para construir una habitación en base a rocas, pues se necesitaría la fuerza y la perseverancia de más de una persona para lograr la obra, que según estima su descubridor, cubre una superficie de cuatro por cuatro metros.
Reticencias
El doctor en ciencias antropológicas y académico de la Universidad de Antofagasta (UA), Agustín Llagostera, también tuvo acceso a las imágenes tomadas de las ruinas (de momento, la única fuente de información), y manifestó que éstas no serían prehispánicas.
"Estos son asentamientos levantados por cateadores de azufre, ya que en esa zona se trabajó mucho ese mineral y casi todos esos volcanes presentan ese tipo de construcciones. Las características de la misma no tiene que ver con los asentamientos prehispánicos", dijo.
En ese punto, Osvaldo Rojas dice que son necesarias más investigaciones de la zona, pero discrepa del punto planteado por Llagostera.
"Podemos verificar más con observaciones directas en el sitio, pero lo que nos dicen las fotografías es que corresponden a una construcción bastante delicada con ángulos muy cuadrados, lo que era propio del patrón de edificación de los incas".
Héctor Meruvia, el descubridor, prepara una siguiente expedición, esta vez, con expertos para analizar in situ la construcción, la cual no intervino en su primera visita por respeto a su valor ancestral.
Contexto geográfico y cultural
El cerro en donde fue hallada la construcción es conocido en la zona como "Cerro Jardín" y forma parte de las cumbres que limitan con Bolivia. El sector se encuentra paralelo al Cerro Azufre, cerca de este último pasa la Ruta 21 que conecta a Ollagüe. En la misma cima del cerro en cuestión existe una laguna (demarcada en la imagen), la cual habría sido el sitio en donde se llevarían a cabo las ceremonias. La construcción se encuentra poco antes de llegar a este lugar, por la ladera misma del cerro. Antecedentes de pueblos que hayan realizado rituales en las cumbres hay muchos, como vestigios encontrados en la cima del volcán Llullaillaco, o enterramientos de infantes, siendo el "niño del cerro El Plomo" el más conocido. Éste corresponde al descubrimiento de la momia de un niño inca, el cual fue enterrado a 5.400 metros de altura, como una ofrenda al dios inca Inti (Sol) en el cerro El Plomo, en la Región Metropolitana.