Un nuevo capítulo en la teleserie de la construcción del Centro de Alto Rendimiento (CAR), en el terreno donde hoy se emplaza la denominada cancha roja en la ex finca San Juan, se vivió el pasado viernes. Y, este episodio, había tenido sinopsis que apuntaban a que la idea original no sería mejorada, optimizada o replanteada, sino que sería borrada completamente y reemplazada por un nuevo concepto: un parque temático.

La oficialización de esta iniciativa hizo que "ardiera troya", porque los deportistas y dirigentes deportivos se abalanzaron contra las autoridades y exigieron el respeto a la idea original.

Demanda que fue recogida sólo a medias, porque no se accedió a lo planteado, pero se determinó que sea la comunidad la que defina. Sí, se abrirán urnas físicas y virtuales, para que sea la gente la que decida si es que quiere un gimnasio o un parque en la ex finca San Juan.

Una salida salomónica ante dos posturas tan diametralmente opuestas.

La fórmula de sufragio será estudiada y comunicada oportunamente, igualmente las fechas de esta suerte de plebiscito obligado por la posición del mundo deportivo.

Sin la necesidad de juzgar la importancia, el impacto social o la necesidad, es preciso reiterar que la sustancial diferencia entre ambos proyectos es el tiempo empeñado.

Son años en que los deportistas, junto al Consorcio Calama Plus y la administración municipal anterior, fueron quemando las etapas obligatorias para llegar a consolidar un proyecto.

Son más de cuatro años que hoy pueden quedar en nada debido la irrupción de una nueva idea, que según sus gestores será de mayor utilidad que un gimnasio techado.

Duele conocer que Calama, una ciudad ávida de proyectos de toda índolde, esté frente a la posibilidad de lanzar al tacho de la basura una iniciativa deportiva de años.

Algunos aseguran que no es tarde para corregir pero quienes conocen de los procesos sabemos que el tiempo y el trabajo no se pueden desperdiciar.

Este pensamiento tan íntimo de la mujer que sufría de hemorragias por doce años, concentró toda la fe que ella pudo reunir para tocar a Jesús… tan fuerte fue su gesto, que el Señor se vuelve buscando con su mirada a aquella que en la multitud que lo apretujaba, lo había tocado.

Ella no sólo sanó con solo tocarlo, sino que además captó la atención de Jesús, que descubrió en el secreto de su gesto, un torrente de gracia que se dirigió a esa persona sencilla que supo extender su mano y buscar al Señor.

Es el camino que siento nos propone el Evangelio de este domingo, a cada uno de nosotros, para poder sanar de nuestras heridas interiores. Hacer acopio de la fe que venza el mal, que pueda vencer la multitud que nos apretuja con sus clamores, y sus búsquedas, tantas veces sin saber hacia dónde dirigirse… el camino de la sanación interior es tan necesario y profundo que sólo puede traernos vida en abundancia, pues al contacto con Cristo la persona puede por fin encontrarse con el perdón para sí, y para el que la agredió. La lógica de la venganza, nos está matando, y disfrazamos de justicia, lo que sólo es compensación.

El camino de la reparación, tiene dos ingredientes fuertes: el amor y el perdón. No se trata de enterrar el dolor de la herida, sino de que sane y deje de manar sangre. Por esto que la lógica de las espadas, trae más muerte que vida. Así comienzan las guerras fratricidas, así continúan las sediciones, y a fuerza de pedir cabezas, no nos daremos ni cuenta cuando perdamos el corazón.

La actitud sencilla y llena de fe, de la mujer del Evangelio, me despiertan un nuevo horizonte desde el que puede brotar sanación y vida. Hemos sido testigos de tanto dolor que terminamos devastados. No es noticia, ni la paz ni la bondad humana. Como pastor, yo prefiero creer en la bondad de la persona.

Eso me llena de esperanzas, y de creer que después de todo diluvio, hay un Arco Iris esperando a esa nueva humanidad que desea levantarse y sanarse para ponerse en el sendero de su Señor, que ya pagó en la cruz, los múltiples pecados de la humanidad.