Desde hace años que se viene anunciando para el 2019 la puesta en marcha de Chuquicamata subterráneo y que el yacimiento a tajo abierto dejará de funcionar, generando un profundo cambio en el sistema productivo de este mineral, con más de cien año de antigüedad.
Lo preocupante es que en todos estos años sólo se han realizado planes de egreso para reducir la dotación de Codelco, pero no se ha aplicado ninguna política para enfrentar este cambio, y no se han activado nuevos proyectos para enfrentar esta crisis que golpeará fuertemente a Calama.
Los planes de reconversión han sido mínimos, y las frías cifras hablan que 1700 trabajadores de Codelco Chuquicamata quedarán sin puestos de trabajo, más 2800 empleados que prestan servicio en Chuqui a través de contratistas.
En total serán 4.500 puestos de trabajos menos que se estima desaparecerán de la zona en los próximos cinco años, y no se vislumbran otros proyectos alternativos para disminuir la cesantía y no generar una recesión en la zona.
Esta drástica disminución de puestos de trabajo afectará también a los servicios que se prestan en la capital provincial, y se estima que se dejará de consumir unos 2.500 millones de pesos mensuales.
El gobierno debe buscar algunas alternativas, y Codelco apurar algunos proyectos estructurales que realizará en la zona para reactivar la economía local, que está resentida desde el 2015 y sin señales de recuperación.
Es sabido que los sistemas de turnos, también han perjudicado a la economía de la zona, debido a que un grupo importante de trabajadores reside con sus familias desde la cuarta región al sur.
Según los dirigentes locales, son los trabajadores de Chuqui los que viven en la ciudad y gastan sus recursos aquí, estimando que esta transformación provocará un profundo daño a la comuna.
Por su parte Codelco, el gobierno regional y la municipalidad de Calama están trabajando en un programa para generar cerca de tres mil puestos laborales en los próximos cinco años.