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Familia gana demanda contra colegio por caso de bullying contra menor

PRIMER CASO. No se tiene registro de acciones legales anteriores por este tipo de casos.
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Escuchar de voz de un profesional, que afirme que una menor de 11 años sufre de una depresión profunda, es un duro golpe para cualquier padre.

Comienza en ese momento una serie de interrogantes sobre cómo se llega a un extremo así. Qué ocurrió y principalmente cuál es el camino para sanar las heridas de ese pequeño.

Es lo que debieron asimilar Alfonso Álvarez y Loreto Vermejo, quienes comenzaron un largo recorrido para recuperar la alegría de su hija, quien hoy ya tiene 13 años.

Por resguardo y respeto al proceso que ha debido vivir la menor, no entregaremos detalles sobre su identidad.

Largo proceso

Sentados en el living de su casa y con la tranquilidad que la justicia le dio la razón a su hija, este matrimonio nos cuenta lo que significó el largo camino que debieron recorrer.

Su hija hace dos años, en el 2016, comenzó a presentar cuadros de angustia que iban en aumento y ellos no lograban comprender qué los provocaba.

Decidieron acudir en busca de ayuda profesional. Fue en ese momento que se encontraron frente aun panorama que desconocían por completo.

"Nos dicen que estaba siendo víctima de bullying y que eso provocó un cuadro agudo de depresión, para nosotros fue muy duro", afirmó Loreto.

En ese momento comenzaron a reconstruir los últimos años de su hija, quien según pudieron indagar, vivía este calvario desde que comenzó su enseñanza básica.

"Siempre fueron las mismas personas, pero ella desde la empatía que nos dice su especialista, intentaba comprender su actitud. Con el tiempo finalmente esto no lo pudo controlar y terminó sufriendo crisis de angustia", agregó Loreto.

Efectivamente cuando escucharon el diagnóstico y tal como reconoce su padre, comenzaron a reconstruir muchos episodios que en ese momento les hicieron sentido.

"Es ahí cuando, por ejemplo, te das cuenta por qué salía triste de clases cuando la íbamos a buscar o por qué le dolía la guatita y no quería ir a clases", explicó Alfonso.

La descripción de sus padres de lo que vivía la pequeña, causan la pena de cualquiera. "La excluían de los juegos, prácticamente la iban aislando de a poco. Yo fui al colegio y seguí los protocolos en más de una oportunidad, pero nunca mejoró. Finalmente hubo una especie de tregua en quinto básico, donde incluso se acercaron, pero luego en sexto vuelve lo mismo y mi hija se descompensó", explicó Loreto.

Una pequeña que en medio de su inocencia, no lograba comprender por qué la exponían sus pares a situaciones como éstas.

Crueldad

Ella sufría con el rechazo y con los actos en su contra. En una oportunidad, incluso, llenaron su mochila con agua, dañando todos sus útiles escolares.

Acudieron a todas las instancias en el colegio, pero al ver que esto no tenía solución, decidieron ir por el camino legal.

"Necesitábamos que nuestra hija se sintiera respaldada. Que se reconociera que ella siempre dijo la verdad y es lo que conseguimos", precisó Alfonso.

Presentando una demanda por indemnización de perjuicios por responsabilidad extracontractual del colegio ante el Segundo Juzgado de Letras de Calama.

Se trata de la primera de la que se tenga registro en la ciudad y donde finalmente la justicia estableció una sentencia en primera instancia que acogió la demanda y condenó al colegio a pagar prestaciones económicas porque se le asignó que tenía responsabilidad y que no adoptó las medidas de resguardo.

Determinación que efectivamente respaldó la postura que no sólo tuvieron sus padres, más importante aún, que puso en valor el testimonio de una niña que en la época en que comenzaron este largo proceso tenía sólo 11 años de edad.

Antes de eso hubo algo que también marcó a este matrimonio. "Se realizó una reunión para hablar específicamente de este tema y tras contratar a profesionales externos con los que no contaban en esa época, se reconoció que se trataba del primer caso de bullying en los 25 años del colegio y eso nos dio un poco de tranquilidad", explicó Alfonso.

El colegio, en tanto, declinó referirse a la sentencia, argumentando que aún no han sido notificados por la Justicia.

Hoy su hija está en otro establecimiento, donde además de sentirse acogida por sus profesores y compañeros, volvió a ser la niña feliz que siempre había sido.

El llamado de estos padres que encontraron acogida a su demanda, es que los apoderados estén atentos a los cambios de conductas de sus hijos, que a veces se normalizan y pueden ser una señal de alarma.