El 14 de agosto pasado se cumplieron 28 años desde que Chile ratificó la Convención sobre los Derechos del Niño (CDN), basada en cuatro principios fundamentales: la no discriminación; el interés superior de la infancia; su supervivencia, desarrollo y protección; así como su participación en decisiones que les afecten, es decir, el respeto por su opinión.

La CDN es un tratado internacional aprobado en 1989 por la Asamblea General de las Naciones Unidas, y precisamente, el 14 de agosto de 1990, este convenio es ratificado por nuestro país. En este contexto, nuestra prioridad como Servicio Nacional de Menores (Sename), es el bienestar de los niños, niñas y adolescentes que han sido vulnerados en sus derechos y a quienes debemos garantizarles una adecuada protección.

Ese es nuestro eje principal en las transformaciones que vienen en este nuevo periodo de transición hacia un nuevo sistema de cuidados alternativos. Para ello, a nivel nacional estamos trabajando para abordar todos los cambios que sean necesarios para tener un nuevo trato con la niñez vulnerada.

Para efectuar dichas labores, actualmente, el Sename posee tres grandes áreas para velar por los derechos de los niños, niñas y adolescentes; dentro de ellas se encuentra la Unidad de Adopción, regulada por la Ley 19.620 sobre Adopción de Menores y su reglamento. La que además, se conjuga con la normativa establecida en la Ley 16.618 de Menores, la Convención sobre los Derechos del Niño y la Convención de la Haya, sobre protección del niño y cooperación en materia de adopción.

En relación al área de Justicia Juvenil el Sename es el organismo encargado de ejecutar las medidas y sanciones establecidas por un tribunal cuando adolescentes de entre 14 y 18 años cometen un delito. Y en el área de Protección de Derechos se rige por la Ley de Tribunales de Familia, la cual consta de una oferta de programas de tipos residenciales y ambulatorios cubriendo la Región de Antofagasta para niños de 0 a menos de 18 años de edad.

Esta área de Protección de Derechos tiene como objetivo el interés superior de los niños, niñas y adolescentes, es decir, la protección y restitución de sus derechos vulnerados, a través de la intervención y reparación que se otorgan en distintos programas implementados en nuestra región.

Bianca Matamoros,

Directora (s) regional del Sename

La implementación de un corredor bioceánico que abra los puertos de Chile a la carga proveniente de la macrozona del Brasil, además de la proveniente de Argentina y Paraguay, viene trabajándose hace más de dos décadas y los avances no han sido tan céleres como se presupuestó en los orígenes. Lo que no implica que no hayan existido avances, porque los hay y por ello la concreción de esta iniciativa económica hoy se ve más cercana, cuando se disponen a revisar los temas puntuales.

Fue allí que se encendieron las luces de alarma de las autoridades, empresarios y gremios locales quienes vieron como existía una prevalencia hacia pasos, rutas y puertos que dejaban de lado a la provincia El Loa.

La justificación era clara, porque la intención era disminuir los tiempos de traslado de la carga camionera y para ello lo óptimo era ingresar a Chile por el paso Sico y luego tomar la ruta directa a Baquedano hasta los puertos de Mejillones y Antofagasta.

Un trayecto que puede disminuir en promedio una hora el recorrido y tener como destino el puerto seco que se instalará en Baquedano.

Este trayecto no solo deja fuera a Calama y San Pedro de Atacama, también a Tocopilla, comunas que necesitan descubrir nuevas estrategias económicas de subsistencia y no depender solo de la minería.

Esta preocupación se ha hecho patente y por ello las autoridades regionales han aprovechado los diversos espacios para aclarar que la intención es potenciar a la zona como región y no favorecer a provincias en particular. Dentro de ello, hasta el momento el Paso Jama sigue asomándose como la mejor alternativa para que atraviese la carga extranjera y tener un paso por Calama para definir sus salidas a puerto, donde la más cercana es Tocopilla.

Entonces Calama y Tocopilla deben trabajar en conjunto para convertirse en alternativas de servicios y portuarias respectivamente, pero proyectándose como manufactureros o capaces de elaborar la materia prima que llegará y exportarla como productos acabados al Asia.

Es un enorme desafío que se debe enfrentar con proactividad, imaginación y recursos.