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Laura Esquivel y la cocina como acto de resistencia

La mexicana autora del best seller "Como agua para chocolate" continuó la saga con "El diario de Tita" (2016) y "Mi negro pasado" (2017). El 4 de octubre vendrá a Chile a hablar de lo comido, lo escrito y lo bailado.
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El próximo 4 de octubre la escritora mexicana Laura Esquivel hablará sobre cocina y felicidad en el INACAP de Santiago, donde se presentará en el encuentro Manka Tantay, una expresión quechua que significa "Olla que reúne". Con una ponencia llamada "Con el corazón en los labios", la autora azteca retomará un tema que siempre le ha importado: somos lo que comemos y la comida además perfila nuestra alma.

En 1989, hace ya casi treinta años, Esquivel publicó su novela "Como agua para el chocolate", una ficción emplazada en la época de la Revolución Mexicana que rápidamente se convirtió en un best seller traducido a más de 30 lenguas, y que en 1992 Alfonso Arau, en ese momento su esposo, llevó a la pantalla grande también con mucho éxito.

La novela, "en doce entregas con recetas, amores y remedios caseros", sigue la historia de Tita, quien junto a sus hermanas Gertrudis y Rosalía viven bajo la opresión del matriarcado de su madre, Elena.

Desde niña, Tita pasa entre las ollas junto a su nana, la cocinera Nacha, y se vuelve una experta en preparar delicados platos que llenan el alma y despiertan emociones, como sus codornices en pétalos de rosas, los chiles en nogada o el mole con guajalote con almendra y ajonjolí que son capaces de cambiar existencias y torcer destinos.

Veinticinco años después, en 2016, la pluma de Esquivel volvió a retomar con "El diario de Tita" la continuación de las vicisitudes de la protagonista, esta vez en primera persona, y finalmente la saga alcanzó el año pasado el formato de trilogía con "Mi negro pasado", última entrega que sigue la trama de estas vidas hasta llegar a nuestros días con la obesa María, una descendiente del linaje de Tita que no sabe cocinar, que come de manera compulsiva y que inexplicablemente da a luz a Horacio, una guagua negra por la que su esposo la repudia.

Cocina y felicidad

En conversación telefónica desde su hogar en México, la autora cuenta que agradece mucho que con su libro "Como agua para el chocolate" haya podido entrar en contacto con muchas personas relacionadas al mundo de la cocina.

"He conocido chefs maravillosos en el mundo entero. Uno de ellos lo tienen ahora ustedes en Chile, me refiero al venezolano Sumito Estévez, y claro que también está el peruano Gastón Acurio. Y hay muchas latinoamericanas fabulosas que son grandes cocineras, como la venezolana Fernanda Di Giacobbe que es una apasionada del cacao, o la colombiana Leonor Espinosa, que usa ingredientes nativos de su tierra, todos ellos tienen no solo el conocimiento sino que también una conciencia global y social de su oficio", relata Esquivel.

-¿Cómo ve a la cocina actual?

-En el origen de la cocina está la búsqueda de la felicidad, del bienestar. Cuando uno está bien, cuando uno tiene armonía y salud, vive en un estado de dicha, de felicidad. Cuando no ocurre así hay dolor, enfermedad, sufrimiento, hay desbalance, y ese es el mal de nuestra época por la manera equivocada en la que comemos. Esto se ha ido incrementando al creer que la modernidad, o el mundo material y económico, nos pueden proporcionar felicidad, y no es así.

-¿Por qué nos alimentamos mal ahora?

-Porque sembramos también de una manera equivocada, en contra de la armonía de la naturaleza. Nos hemos separado, fragmentado, y hay también un sistema económico que se ha impuesto sobre la forma en que sembramos. Cuando la Humanidad descubrió la siembra, cuando surgieron las grandes civilizaciones, el conocimiento, el saber que había en la siembra garantizaba la vida misma.

-¿Y ahora cómo es?

- Hay un sistema que determina qué se siembra, cómo se distribuye lo que se siembra. Todo esto arrojando consecuencias desastrosas para los seres humanos. Hay laboratorios que se han apropiado incluso de las semillas. Y hay campesinos a los que nadie les ha explicado que están sembrando semillas estériles, transgénicas, y que al ser estériles ellos ya no controlan las siembras. Cuando quieran volver a sembrar tendrán que comprar de nuevo semillas. Hay todo un mecanismo global que está fomentando esto y en nuestros hogares también se refleja en la medida en que la gente está tan ocupada produciendo y consumiendo que no tiene tiempo de cocinar lo que debe cocinar. En muchos lugares cocinar es casi un acto de resistencia, de conservar un conocimiento, el que tiene la gente del campo, los abuelos, las abuelas, los que saben de ciclos, de ritmos, los que saben cuál es el verdadero momento para cosechar y sembrar.

-¿Por qué la cocina mexicana es patrimonio de la Humanidad?

-Me maravilla la cocina mexicana porque es una cocina producto del mestizaje. Sin el mestizaje no tendríamos esa riqueza cultural y patrimonial que tiene. Es una pena que mucha gente de pronto no está comiendo ni elaborando estas recetas, y la prueba es que hay un alto índice de diabetes y obesidad en nuestra población. Todo eso es producto de una desconexión con esta cocina tradicional, algo que sucede en todos los países del mundo. La gente come lo que sea antes de irse a trabajar, supuestamente no hay tiempo para dedicarle a la cocina, cocinar de pronto es un lujo cuando preparar nuestros alimentos es lo que nos garantiza bienestar y salud. A veces uno le pregunta a la gente qué necesita para vivir y generalmente confunden la cuestión económica con las verdaderas necesidades humanas como beber agua, respirar, comer adecuadamente, y creen que lo que se necesita es dinero.

-¿De qué manera se enseña a los niños a comer bien?

-Hay que cocinar junto a los niños, dejarlos entrar a la cocina cuando se preparan los alimentos. Disfrutar y hacerlos disfrutar sin miedo, haciéndolos partícipes de la maravillosa actividad que puede haber en nuestra cocina. Cocinar es un acto ritual, comunitario, donde se entra en comunión con los demás.

-¿Qué fue lo último que cocinó con mucho cariño?

-A diario cocino y lo hago con cariño, así que lo último fue el desayuno que preparé esta mañana.

En Agosto se reeditó en versión rústica "como agua para chocolate" (Sello DEBOLS!LLO).

Por Amelia Carvallo A.

La escritora mexicana asegura que "cocinar es un acto ritual, comunitario, donde se entra en comunión con los demás".

carla weinberg