En busca del amor en un mundo en rápido cambio
El vértigo de un trago fuerte es lo que produce "Ferocidad" (Overol), debut literario de Virginia Gutiérrez. Parte con un guión robado y sigue a un protagonista en transición de género, al ritmo de un rock imposible.
Ciudades de Chile y Estados Unidos son el escenario de la ágil "Ferocidad". Se trata de un trío de personajes con asuntos pendientes. Quien protagoniza y narra las acciones se piensa en femenino, aunque a veces la llaman Julia o Javier por la transición de género que aún no completa. El resto cumple un perfil estático que podemos sostener porque ella o el protagonista hace de todo una experiencia para recordar con ternura y humor negro, pese a que se entrega a la voluntad de un hombre por el que siente un amor platónico.
Las locaciones norteamericanas se explican porque Virginia Gutiérrez (1979), es doctora en Literatura titulada en Estados Unidos, donde ocurren incidentes oscuros con una rockera llamada Hildegard.
La autora le dedica su libro a la familia de escritores, que considera a su hermana Camila Gutiérrez ("Joven y alocada"), vínculo que reconoce en su ambivalencia: "Mi relación literaria con mi hermana es de admiración, en primer lugar. Su prosa es súper divertida, incisiva y tiene un carácter muy marcado. Mi hermana también implica una exigencia: escribir a la sombra de ella no es fácil. Por un lado siento que tengo que estar a su altura y por otro, que tengo que escribir de forma distinta. Quizá por eso, en parte "Ferocidad" es ficción. Quizá por eso el/la protagonista de "Ferocidad" no tiene familia: muchas cosas le pesan, pero de ese referente está libre".
Paradójicamente, el perfil de la/el protagonista descansa en la propia imagen de Virginia, como explica: "La construí como se han construido tantos personajes, al menos desde el Romanticismo: a partir del autor mismo, en este caso, a partir de mí. Es alguien parecido a mí: le falta valentía y quiere llegar a ser, y no le resulta ni el llegar a ser, ni el escaparse de quién es. Tiene más desparpajo que yo, eso sí. También, el/la protagonista se enamora como me enamoro yo, perdidamente.
-"Ferocidad" es un libro dinámico, que detona el centro argumental. ¿Planeas escribir un libro más tradicional o piensas que ya no tiene sentido trabajar de forma clásica los géneros literarios?
-Uno es de una ceguera infinita cuando se trata de lo que uno mismo hace. El punto ciego casi se transforma en el horizonte único. Y yo, con mi punto ciego abrumador, no veo "Ferocidad" como un libro poco tradicional, porque el peso se lo lleva la historia, la trama, mucho más que el estilo, o eso creo ver. Quiero que al lector le interese saber qué va a pasar con Julia Javier, con Luca, con Bernard: el libro está hecho para eso, para que uno simplemente se pregunte, como cabro chico "¿Y qué pasó después?". Pero a ti te parece no tradicional, y los editores, en su momento, me dijeron que el libro era raro, tal cual, con esas palabras.
-Háblame de la transición del protagonista.
-No se siente cómodo tal como es físicamente, pero no cree que podría ser amado tal como quiere ser.
-¿Fue deliberado insertar este tema en tu literatura?
-Nada fue completamente deliberado, pero nada fue al azar tampoco. El ser trans era y es un tema que me importa mucho y era imposible que no apareciera. Pero ser trans en Chile es heroico y mi libro no tiene héroes, así que la relación con el tema es incómoda. No hay una aparición decisiva del tema, siempre es en relación a otros personajes. No hay, tampoco, un "orgullo" trans. Hay ocultamiento, titubeo, deseo, miedo, tanto en el/la protagonista como en la escritura misma.
-Hay un ambiente gringo y otro chileno, que son los que has vivido. ¿Cuál es, en tu caso, la relación entre experiencia y ficción?
-Hay un consejo muy sabido que se les da a los escritores y que puede ser absurdo o brillante, dependiendo de cómo se interprete: hay que escribir de lo que uno sabe. No sé si hice eso, porque en realidad, pensándolo ahora, sé poco de Chile y poco de Estados Unidos. Sí sé de la violencia posible en los dos lugares, de tratar de ser uno mismo, de intentar determinar qué significa eso. Entiendo el mundo como me imagino que todo ser humano que se haya sentado dos minutos a mirarlo lo entiende: un lugar innecesariamente violento y peligroso, como dice un personaje de John Irving. Esa es la experiencia que traté de traspasar a la ficción.
-¿Podemos imaginarnos una historia así sin alcohol y drogas?
-Evidentemente, yo no pude, ja. Igual, las drogas no son muy importantes en la narrativa, solo se mencionan drogas legales. El alcohol sí, y ahí hay una referencia a la responsabilidad que es fundamental en la narrativa. ¿Soy yo el que hace las cosas si estoy borracho? ¿Me emborracho para permitirme una libertad que me elude si no? ¿Me emborracho para fingir ser el que me gustaría ser? Creo que el alcohol, en la novela, permite que los protagonistas manifiesten un deseo que no saben si tienen o no, que no saben si es constitutivo de su persona o no. Creo que el alcohol les permite simultáneamente mentir, o ficcionalizarse, y decir la verdad, sobre todo en el caso de Julia/Javier.
-El rock también es un tema.
-En mi caso, tiene que ver con un cliché: creo que pasó el tiempo de los rockstars. Creo que están todos muertos. Gente como Bowie, por ejemplo, en quien pensaba en la novela, gente como Lou Reed, ya no existe ni podría existir. Hay una suerte de exceso en esos rockeros que no veo en los músicos de hoy o en los estilos musicales que predominan. No sé mucho de música, pero lo que veo no me parece desafiar convencionalidades de la forma en que la ambigüedad de Bowie, por ejemplo, sí lo hizo. El rockstar era una persona desafiante, incómoda. Hay un ensayo de Zadie Smith que habla sobre la manera en que bailan David Byrne y Bowie, que dice que Bowie elige el arte de no bailar, de no encontrar armonía y ritmo, sino de hacer ángulos raros, espasmos, no calzar con la música. Creo que Smith dice que Byrne y Bowie se preguntan si su cuerpo es realmente suyo. No veo ahora ese tipo de ambigüedad, de renuncia a las certezas desde el propio cuerpo, desde la relación con la propia música, a cambio, existe la profesionalización. En mi libro, Hildegard también se presenta desde esa pregunta sobre la relación con su cuerpo, aunque en su caso es a partir de la violencia.
Virginia Gutiérrez estudió literatura en EE.UU. y debuta este año con "ferocidad".
"Ferocidad"
Virginia Gutiérrez
Editorial Overol
128 págs.
$ 10 mil.
Por Cristóbal Gaete
Wilson Gajardo Blackwood