Hay lugares aledaños a nuestra ciudad que se van dañando y perdiendo su encanto producto del abandono y de los pocos cuidados por preservar determinados sitios que otrora fueron lugares de gran encanto.
Quizás, uno de los más emblemáticos fue Ojo Opache, sector ubicado al poniente de la ciudad, lugar de grandes paseos, campamentos juveniles y con un gran atractivo natural del cual ya quedan pocos vestigios.
En la actualidad hay otro lugar que está viviendo la misma suerte. Es el sector de Yalqincha, donde a menudo se escuchan reclamos de residentes que ven como este remanso del río Loa, sufre daños ambientales y a su naturaleza.
El valle de Yalquincha es constantemente afectado por la industria que se acerca a ese lugar, y pese a las denuncias de las comunidades y agricultores, los daños al ecosistema no se detienen.
Se requiere entonces, políticas y leyes más agresivas que protejan lo que va quedando de nuestro entorno, antes de que sea tarde.
Es más, el nuevo Plan Regulador, debiera proteger áreas como Ojo Opache, Yalquincha y otras que son parte de nuestro valle que cruza la ciudad y que cada días va desapareciendo, producto de la urbanización e industrialización de algunos terrenos cercanos a la ciudad.
Habiendo tanto sitios eriazos en nuestra comuna, éstos debieran destinarse para sitios industriales y no ocupar parcelas y predios agrícolas para guardar maquinarias o contenedores.
No hay dos opiniones. Y debiéramos ser categóricos en que tenemos que defender nuestro valle que riegan las aguas del río Loa y protegerlo con medidas reales, con prohibiciones claras y con acciones que contribuyan a preservarlo junto con desarrollar tareas agrícolas en el sector.
Tenemos que resguardar los hábitat de flora y fauna que aún subsisten en nuestro entorno y aislarlos del daños que generan algunas industrias. Y debieran ser las propias empresas las que asuman esta valiosa tarea de cuidarlos y protegerlos.