Tome cualquier noticia de una página web de medios informativos serios y tómese el tiempo de leer los comentarios sobre ella y nos daremos cuenta que nuestra sociedad está enferma, donde la ceguera, el fanatismo no nos dejan razonar.
Resulta alarmante leer un sinnúmero de comentarios descalificadores, de personas anónimas que amparadas en nombre falsos se toman la libertad para disparar sus frases despectivas, de intolerancia, de rencores y amarguras acumuladas, xenófobas, discriminatorias, racistas y que expulsan odio, pero no propuestas o planteamientos que contribuyan a construir una mejor sociedad.
Resulta cada vez más común ver a gente atrincherada en sus creencias, pensamientos, filosofías o dogmas sin sustentos, incapaces de poder escuchar otros planteamientos, nuevas visiones u otros argumentos.
Y allí se quedan toda la vida luchando no por convicciones sino por dañar a otros, para mirar en menos a los demás, para jactarse de su presunta verdad, para atribuirse supremacía que nadie les dio.
Podemos no estar de acuerdo con muchas ideas, pero no por ello voy a matar o condenar a otro por el solo hecho de dar una opinión.
Debemos detener estos ataques que lo único que están logrando es dividirnos y fraccionarnos como nación.
El exponer comentarios incendiarios gratuitamente nos está haciendo mal, no permite construir y avanzar desde el punto de vista social, donde todo encontramos malo, poco, feo, despreciable, repugnable y otros epítetos que nos hunden en vez de salir a flote.
Quizás es necesario revisar nuestro pobre léxico y preguntarnos qué pasaría si cambiáramos nuestra visión y habláramos más de "amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio".
La sociedad camina en la búsqueda de un punto de consenso, pero debemos tener en claro que siempre los extremismos son perjudiciales para este objetivo y es el deber de cada uno ser lo más objetivo y justo posible.