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Anotando poemas en el desierto de Chihuahua

Mario Montalbetti, uno de los mayores poetas peruanos vivos, visitó Chile para presentar "Fin desierto y otros poemas". Habló de su libro de poemas de dos metros y se comparó con un jugador de fútbol.
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uno de los libros del autor peruano mario montalbetti mide 12 metros: "son como rezos eclesiásticos"

Extravío es una sensación poco usual en la lectura de una obra literaria. "Fin desierto y otros poemas" (Ediciones Komorebi) nos arroja a una caminata tras las palabras, donde nuestro horizonte, el sentido, es un espejismo que avanza más lejos a cada página. Mario Montalbeti (1953) lo escribió de cara al desierto de Chihuahua.

Estos antecedentes son pistas para la comprensión de la obra, como también que pasaron 17 años entre el primer libro ("Perro Negro", 1978) y "Fin desierto y otros poemas". El mismo poeta complementa: "Me dediqué a estudiar lingüística. Justo después de 'Perro Negro' dejé Perú, me fui el año ochenta. Abandoné mi necesidad de publicar. Trabajé como lingüista en El Paso".

El poemario apareció por primera vez en Perú -como relata el poeta y académico Felipe Cussen en el epílogo de esta edición chilena- en formato desplegable. Montalbetti lo recuerda así: "Era una sola hoja de papel pegada de 12 metros 40 centímetros, que se hizo en Chile, que tiene como antecedente un libro vanguardista peruano de 5 metros de poemas. Studio A, se llama, la oficina de publicidad, que le regalaba a sus clientes un objeto de arte para Navidad. Eligieron regalar "Fin desierto" en 1995. El primer formato era casi imposible tenerlo en la mano y la fuente era chiquita, se leía como un libro de rezos eclesiásticos".

"El libro nunca se vendió, reapareció de vez en cuando en Lima, en un sitio llamado Tacora, donde venden objetos robados. Roban la casa de un gerente y aparece ahí por nada. Dos años después hice una reedición en formato normal".

Esta es la segunda publicación chilena tras "Simio meditando (ante una lata oxidada de aceite de oliva)" (2016, Cástor y Pólux). La poesía reunida de Montalbetti ha sido editada en México, España y Argentina. Su nombre fue parte de la presencia peruana en FILSA y en el Festival de Poesía a Cielo Abierto.

-¿Cómo se sedimentó el desierto en usted para escribirlo?

-El desierto es la gran metáfora del lenguaje. Todo lo que estoy diciendo del desierto en realidad lo digo del lenguaje. La sequedad, la aridez, la falta de fundamentos, los vientos que lo arrasan, todo eran predicaciones del lenguaje.

-¿Para quién escribe?

-Yo soy el otro, es una curiosidad que trato de satisfacer, me escribo a mí. No tengo otro en mente. Ahora, cuando termino algo y lo voy a publicar, hay ciertas concesiones que tengo que hacer, porque hay ciertos pasos que, a veces cuando escribes para ti, te ahorras.

-¿Tiene alguna rutina?

-Mi rutina es estar atento al lenguaje.

-¿Cuál es el destino de la escritura no publicada?

-Queda mucho fuera, a veces la canibalizo, entonces la guardo y la uso en otro poema, la reciclo. Hay una buena cantidad de escritura que no sale a la luz pública. Porque no es tan interesante, suena fea, me aburre.

-Nos acostumbramos durante este último par de años a leer poetas peruanos que estaban en grupos literarios. ¿Por qué usted nunca integró ninguno?

-Probablemente por constitución interna no soy apegado a ser socio de un club ni nada. En general siempre he trabajado solo, siempre he hecho las cosas solo y lo mismo ocurrió con mis poemas. Eso me dio cierta libertad para ir donde yo eligiera en ese momento, no había ni consigna ni dogma, ni pensamiento.

"La Mía no cabeza"

Mario Montalbetti, además de dedicarse a la academia y la poesía, ha cultivado el ensayo. El último de ellos es "El más crudo invierno" (Fondo de Cultura Económica, 2016), donde escribe 30 mil palabras sobre un poema breve de Blanca Varela, una de las mayores poetas peruanas. Montalbetti explica a la autora: "Es una poeta extraordinariamente literal, tiene un talento, una finura y una inteligencia para que esa literalidad se vuelva poética. Es algo muy difícil de conseguir".

Todo partió por el descubrimiento de una agramaticalidad: "La no mía cabeza". Eso lo hizo escribir unas notas que resultan muy distintas al típico ensayo literario: "Lo último que yo quería era interpretar el poema, es de las peores cosas que se puede hacer con un poema. Mejor es leerlo, con la misma creatividad que la persona que lo escribió. Normalmente como lectores somos terriblemente conservadores, queremos saber qué quiere decir esto, de qué va. Y cuando nosotros escribimos poemas jamás pensamos en eso".

-¿Qué fallas observa usted en los ensayos o críticas literarias?

-Las lecturas son conservadoras, son metafóricas. La estructura de la metáfora A es B: "el tiempo es oro". Esta metaforización es infinita, desvanece el elemento poético, porque cualquier cosa es como cualquier otra si lo haces al infinito. Creo que si nos libramos a sugerir, a movernos con más libertad, sería bastante más interesante. Los comentarios más interesantes a los poemas son los más libres.

-¿Qué entregan los poetas escribiendo de poetas?

-Como el de un ex futbolista hablando sobre fútbol. Hay algo que sabe, ha jugado. Hay excelentes comentaristas que no han jugado, pero los ex jugadores tiene n un ingrediente, saben cómo se hace, conocen la dificultad. Es como Juan Román Riquelme, el ex 10 de Boca Juniors, es una joya escucharlo. Dice: "si estás en el medio del campo y el 4 está solo, se las das al 4". O dice: "jugar fútbol es como andar en la autopista, si ves muchos carros por acá te vas por el otro lado". Un poeta puede decir tienes demasiados adjetivos, quita un adjetivo sería su crítica, o anda por el otro lado de los sustantivos. Y no es por inteligencia ni sagacidad.


"Fin desierto y otros poemas"

Mario Montalbetti Komorebi Ediciones 82 páginas $ 8 mil

Por Cristóbal Gaete

"El desierto es la gran metáfora del lenguaje. Todo lo que estoy diciendo del desierto en realidad lo digo del lenguaje".

John Uberuaga