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Lina Meruane, o la biografía clínica de una familia

La escritora chilena residente en NYC, Lina Meruane, publicó "Sistema Nervioso" , novela sobre una familia atrapada en sus enfermedades. Por estos días viajó a Chile a cuidar a su madre.
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"En mi casa se hablaba todo el tiempo de cuestiones médicas", dice Meruane a propósito de ser hija de dos médicos que planteaban casos complicados en la mesa de la familia.

La enfermedad ronda a la escritora chilena y profesora de escritura creativa en la U. de Nueva York Lina Meruane. Y, justamente ahora, está en Chile, cuidando a su madre enferma. Suyas -de Lina- son las novelas "Fruta podrida", "Sangre en el ojo" y el ensayo "Viajes virales", todos referidos al cuerpo. Luego quiso ponerle punto final a la saga, "enferma ya del tema". Con "Sistema Nervioso" retomó el tema con rigor científico, aunque confiesa nunca se ha desconectado completamente: "Sigo leyendo y pensando mucho la cuestión del cuerpo, su lugar político no sólo en la enfermedad sino en el trabajo, el cuerpo de las mujeres. Entonces, aunque me había jurado no volver a escribir sobre enfermedades, ya ves, ¡no es tan fácil escapar de las obsesiones! Yo estaba escribiendo otra novela cuando me pidieron que diera una charla sobre el concepto de precariedad en un congreso. Escribí un ensayo híbrido que pronto entendí quería ser novela. Tal vez por eso 'Sistema Nervioso' sea una novela híbrida, con momentos más científicos, más ensayísticos, que dan cuenta del origen de este libro".

La novela narra la historia de Ella, extranjera en un país sin nombre y profesora de Astrofísica, que sostiene una relación ambigua con su extravagante familia, a la vez que intenta escribir una tesis de astronomía financiada por el Padre, con dinero de la herencia de la Madre biológica, muerta en el parto.

Radical en los temas que plantea (ademas de la enfermedad, se cuela el aborto y la pornografía infantil) y en su escritura (hay aquí ensayo, prosa y poesía reunidas), Lina describe personajes complejos, encerrados en su deterioro físico, en cuerpos somatizados.

Cortocircuito

Página 149: "El cirujano estaba abriéndole otra piel con su bisturí, estaría cortando tejidos en busca de qué, ¿un asteroide o una mezquindad de su marido, de un pan quemado, la excesiva radiación del verano, su aversión al Primogénito? ¿Dónde terminaban los enredos de la Madre y empezaba su tumor?", anota Lina en su libro.

Y mientras iba armando "Sistema Nervioso" dice que pensaba sobre si se puede culpar al enfermo de su mal. "Como se hizo -un tiempo- con las mujeres que sufrían de cáncer, acusándolas de enfermarse 'por reprimir sus sentimientos'.

Sobre esta idea - cuenta Lina- escribe también la pensadora norteamericana Susan Sontag, que había sufrido de cáncer.

"La Sontag hace un análisis brillante sobre las metáforas nocivas que surgen alrededor de enfermedades como el cáncer y la estigmatización a la que estas metáforas conducen. Sin embargo, separar el cuerpo de las emociones, al cuerpo de la mente, es ignorar que somos seres complejos, que todos nuestros sistemas están íntimamente imbricados. Entonces, sin entrar en las metáforas de culpabilización, lo que yo imaginé en mi novela es que cada uno de estos personajes estaba viviendo en su cuerpo, somatizando en su organismo, una pérdida, un dolor síquico, un cortocircuito mental", dice.

- ¿Cómo se cuela tu crítica a la salud presente también en otros libros tuyos?

-Cada uno de los personajes de este libro, incluso los secundarios, están enfermos de algo. Todo cuerpo vivo está en una relación permanente con la enfermedad o con su posibilidad inminente. Esto está planteado en los libros anteriores, pero acá no hay un personaje enfermo, enfermos están todos.

Lo enfermo se normaliza, es lo normal. Pero más allá del cuerpo de cada uno, están los cuerpos "impuros" de los otros, de los migrantes (la protagonista es extranjera, y está rodeada de migrantes) y elabora una reflexión sobre la necesidad de la contaminación para procurar un equilibrio. El contagio fortalece la inmunidad, es decir, mejora la salud; el contacto con los otros, a nivel social, se piensa como algo fundamental de la vida social. La exclusión es la muerte.

Error 404

"¿Te acuerdas de esa acequia inmunda, en la casa de tu abuela? Ella estaba abriendo las cortinas, ¿los higos que lavábamos o más bien ensuciábamos ahí? Estábamos adquiriendo inmunidad, contestó la voz medicada de la Amiga… Su cara descompuesta, la pintura de labios corrida como la abuela que Ella todavía podía ver con el polvo del camino pegado a los pómulos", escribe Meruane.

-¿Cómo te vinculas con la memoria, con tu memoria?

-Yo soy muy desmemoriada, recuerdo mal los detalles y me los voy inventando; en ese sentido me parezco a la protagonista de "Sistema Nervioso". He llegado a pensar que por eso escribo novelas.

-En la novela, Ella -la protagonista- vuelve a su pasado permanentemente, pese a su desmemoria.

-Una de las cuestiones en las que pensé es que este personaje tiene grandes limitaciones, una de ellas es la desmemoria (pero el narrador de la novela, por más que está cerca de Ella, no es Ella, está por fuera, es más móvil, logra contar cosas del pasado familiar que Ella ha olvidado). Pero es precisamente no recordar, o no recordar bien, lo que abre las posibilidades de la especulación sobre lo que verdaderamente sucedió. No es casual que Ella se dedique a la astrofísica, esa ciencia que ha sido hasta hace poco completamente especulativa. Su especulación se ha dirigido al inicio de la vida (astral pero también humana); el cielo que observamos pertenece al pasado pero es parte de nuestro presente.

-¿Y esa línea convierte su vida en un permanente Error 404?

-La memoria por supuesto está llena de "errores", pero el Error 404 que aparece con frecuencia en la novela lo pensé sobre todo en relación con los fallos que Ella sufre literalmente en su computadora, y más figuradamente, en los fallos de comunicación con los demás. Estos errores también aparecen en la comunicación telefónica, y en los mensajes de texto que se graban en la lengua equivocada.

Página 202: "Deposita los pelos de la Madre en otro frasco, Ella, que ha vivido recogiendo, nombrando, etiquetando y perdiendo pedacitos de materia muerta en envases de tamaños distintos. Ella, que aún guarda uñas pestañas cálculos biliares estrellitas de papel. Y las uñas de su Padre".

-La relación de Ella con el Padre es bien edípica ¿Cómo la trabajaste? ¿Existe alguna referencia cercana?

-Esa familia se fue armando lentamente, a medida que yo comprendía qué movilizaba a cada uno. Ella, como personaje, viene muy maltratada por el hermano mayor cuya violencia se reitera en la relación con varios "muchachos inconvenientes" que se le han cruzado por la vida. El Padre, que a diferencia de la Madre adoptiva, es genéticamente su padre, aparece entonces como la única figura masculina que la ampara y le paga los estudios en un lugar lejano que le permita salir de la toxicidad que Ella ha experimentado. Pensé ese Padre como un médico general, un médico viejo, parte de una generación en extinción de médicos sabiondos y memoriosos que entienden el cuerpo como un sistema, en vez de como órganos sueltos. Uno de esos médicos que se toman su tiempo para examinar y escuchar a sus pacientes. No un hombre perfecto ni un médico infalible, porque el padre tiene también sus fallos, pero sí una suerte de cómplice en quien Ella puede confiar como no puede confiar ni en sí misma.

-¿Por qué optaste por personajes sin nombre, designados de modo genérico, a partir de sus roles sociales?

-Los personajes no me interesaban en términos realistas, sino como figuras en un rol específico. Se relacionan con los otros desde el rol que tienen dentro del sistema familiar y dentro del sistema social de esta novela. Yo pensé este libro como una articulación de distintos sistemas conectados que va del cuerpo como sistema, al sistema cósmico. Incluso imaginé a cada personaje como una suerte de planeta que gira alrededor de otros planetas siempre peligrando colisionar.

Agujero negro

Página 55: "Ella había acabado por aceptar que sólo le importaba lo que no entendía, lo que no podía verse, lo conjetural, ese moverse a tientas por el cuarto oscuro del cosmos. No meter el ojo por telescopios tan potentes que permitían leer un periódico abierto en la luna".

-La metáfora del universo y del tiempo elástico te permite abordar el tema de la muerte de manera poética. ¿Qué te pasa a ti con la idea de la muerte?

-He vivido con la presencia de la muerte desde muy chica, siempre consciente de que la muerte era una presencia y una posibilidad inminente. No sólo desde la propia biología sino, un poco más grande, desde la certeza de la desaparición y muerte de otras personas por sus posiciones políticas, por sus identidades sexuales o raciales e incluso de clase. Eso está clavado en mi consciencia, y aunque es un asunto presente en muchos de mis libros, se volvió el gran agujero negro de esta novela.

-¿Cómo lo pasaste escribiendo?

-Escribir un libro para mí es entrar en un trance obsesivo-compulsivo, y eso es como estar bajo los efectos de una droga: puedo prescindir de la gente, de la comida, del sueño, y todo parece remitir única y exclusivamente a lo que escribo. Entonces, escribir es entrar en un tiempo extraordinario. En un estado vital efervescente.

-¿No sufres?

- Con esto no quiero decir que no se sufran las limitaciones que una experimenta en el proceso de la escritura (no encontrar la palabra justa o el devenir de la trama, no saber por qué se están tomando ciertas decisiones, por ejemplo), pero el solo hecho de poder sentarme a escribir con continuidad, cosa que rara vez me ocurre porque yo soy asalariada, me llena de felicidad.

"Escribo desde que me acuerdo. No lo puedo evitar", dice la ganadora del premio de literatura Sor Juana Inés de la cruz.


Agujeros negros

El país se había quedado a oscuras. Era un agujero negro, sin velas. En otro tiempo, en otro lugar, su casa estuvo llena de velas flacas largas nebulosas, envueltas en papel azul o amarradas con un cordel, para emergencias. No había velas en el país del presente donde la luz no se iba nunca. Nunca, hasta que se fue. Ella vio morir la lámpara que a medias iluminaba su cara y apenas la noche. Se quedó unos segundos con las manos sobre el teclado, parpadeando ante la luz de su pantalla llena de números. Ella. Preguntándose si habrían saltado los tapones. Si sería un mero apagón o un atentado en la vieja estación nuclear construida y abandonada durante la guerra fría. No muy lejos de su edificio, esa energía atómica que en cualquier momento podía estallar. Siempre al borde de la catástrofe, su país del pasado solía sufrir de fallos eléctricos por las inundaciones, o por la caída de nieve sobre los árboles y de ramas sobre los postes de luz. Cables pelados electrocutando al viento. Se subían los canales y los ríos. Y se estremecían los edificios por el roce perpetuo de las placas subterráneas. Crepitaban los volcanes salpicando lava. Los bosques ardían, los árboles se desplomaban chamuscados hasta la raíz, las casas en sus cimientos, los caminos carteles panales derretidos, los pájaros aleteando. Calcinados sus cuerpos si no apuraban la evacuación. Esos, sus cuerpos, poseídos de la luz. *** Esto me va a atrasar, exclamó Ella levantando los brazos; más, me va a atrasar aún más, y le aullaba a Él que seguro ya la había sentido en alguna esquina abriendo y cerrando cajones con violencia, en vano buscando una linterna. Ella revolvía papeles y llaves y maldecía. Él subió su voz incendiaria para decirle deja eso, Electrón. Era lo que llevaba meses diciéndole, que cerrara su computadora, que renunciara a su tesis de doctorado y a las angustias que le acarreaba la cadena perpetua de semejante investigación.

Trabajar horas tan largas podía hacerla estallar. Eso decía Él, que sabía de estallidos. Pero no dijo estallar ni dijo reventar, dijo, quemándose la lengua en un café que acababa de prepararse y que ahora equilibraba a oscuras en su mano. Como si escupiera, dijo cortocircuito. Y ella vio una chispa rápida recorriendo sus nervios. La piel cubierta de pelos encendido vibrantes eléctricos.


Sistema Nervioso

Lina Meruane

Random House 280 págs.

$ 14 mil.

Por Alejandra Delgado

LA HIJA Y EL PADRE

"Escribir un libro para mí es entrar en un trance obsesivo-compulsivo, y eso es como estar bajo los efectos de una droga".

alfonso gonzalez ramirez

"Puedo prescindir de la gente, de la comida, del sueño, y todo parece remitir única y exclusivamente a lo que escribo".

alfonso gonzalez ramirez

Fragment0 del libro "Sistema Nervioso"

Por Lina Meruane

"No había velas en el país del presente donde la luz no se iba nunca. Nunca, hasta que se fue".