Secciones

La banda que fue en un principio, dibujo animado

Vitami, la reina hip hop de los Pulentos

E-mail Compartir

-Eres la voz de los Pulentos. ¿A quien le cantas cuando cantas?

-Cuando soy Nea le canto a todos los que tengan espíritu de niños. Con Sonido Acido (Barry) concordamos en eso. Y es que ser niño es una actitud con la que se vive el presente: con energía, con una mente inquieta que busca respuestas y que es creativa; que inventa soluciones y pone límites. Sin la angustia del futuro. Con la felicidad de estar aquí y ahora, disfrutando el día a día. Yo cuando canto me olvido del mundo, y soy realmente feliz.


En resumen

Vitami lleva más de 15 años en la música. Es la voz de Nea de Pulentos, JIngles, música para series y películas. Además, ha sido convocada para cantar con artistas de diversos estilos como Mamma Soul, Bronko Yotte, Seo 2, Ceaese, Entrópica. En esta edición de Lollapalooza 2019, Vitami se presentará como la voz de Nea junto a Pulentos en Kidzapalooza.

-¿Como cazas tus letras? ¿De donde vienen tus canciones?

-Siempre he sacado de Rilke o Whitman el sentido de filosofar a través de la poesía o del arte en general. Ahora, después de "Esto es", estoy produciendo con Camilo Artigas (Colombina Parra, Soy Irracional) un disco más maduro. Las letras usan menos metáforas y van directo al hueso. Me atrevo a decir directamente lo que me sucede o me ocurrió: frente al bullying, la muerte, las drogas. La música -además- en esta producción es un regreso a mi hogar musical: la raíz negra.

-¿Qué significa hacer Hip Hop en Chile?

- Hace poquito tuve la fortuna de ser presentadora en el "Red Bull Music Festival", 30 Años del Hip Hop en Chile, y salí feliz recordando y viendo todo lo que hemos construido. Aún recuerdo cuando mi papá me decía que me sacara "esos pantalones anchos, porque el rap era una moda que iba a pasar". O cuando cantaba en canchas de tierra en tocatas de cero presupuesto en Renca, La Florida o Maipú. Estábamos ahí porque lo amábamos, sin redes sociales, sin likes, sin nada.

eN KIDZAPALOOZA vITAMI (nEA DE LOS PULENTOS) RAPEARÁ TEMAS CLÁSICOS Y NUEVAS CANCIONES.

3 preguntas

1

2

3

Claudia Valenzuela @frutigrafia

El western de los Coen inspirado en Bugs Bunny

Netflix estrenó "La balada de Buster Scruggs" un western dividido en seis episodios que despliega una variedad de exploraciones estilísticas con la violencia del Lejano Oeste como común denominador.
E-mail Compartir

Si hay algo que define a los hermanos Joel y Ethan Coen, además de su gusto por el humor negro y los guiños cinematográficos, es una inquietud por incursionar en distintos estilos y géneros, lo que ha dado como resultado una filmografía curiosamente irregular. En el mapa deforme de su obra cinematográfica, grandes películas ("Blood simple", "Barton Fink", "Fargo", "El hombre que nunca estuvo") conviven con comedias menores ("El amor cuesta caro"), remakes poco inspirados ("El quinteto de la muerte", "Temple de acero") y cintas derechamente fallidas ("¿Dónde estás, hermano?"), por lo que no es fácil predecir cuál será el siguiente paso.

"La balada de Buster Scruggs" aterrizó el fin de semana pasado en Netflix tras su estreno en el Festival de Venecia, donde recibió el premio al mejor guión. No hubo mucho ruido mediático previo. Se sabía que se trataba de una iniciativa de los productores de la plataforma de streaming, quienes contactaron a los cineastas. Como éstos no tenían un proyecto en marcha, desempolvaron cuentos que escribieron a lo largo de 25 años sin propósitos fílmicos. Esta condición de film por encargo se siente y da pie para que los Coen combatan la integridad a fuerza de un despliegue de estilos que ya han puesto a prueba en sus distintas películas. Lo que atraviesa los seis episodios es, sin embargo, un cóctel de humor negro y brutalidad que funciona bien al contexto de un territorio peligroso y dividido. Es el Lejano Oeste con toda la fauna humana que el western ha mostrado desde sus inicios. Un epicentro de bandoleros, justicieros, caballos, indios y damiselas atrapadas en un mundo de luchas de poder y testosterona.

El Buster Scruggs del título es rápidamente presentado en el primer corto. Una comedia gore y desfachatada que no teme en rozar la ridiculez a través de las andanzas de un pistolero sonriente que va interpretando canciones a medida que va matando a sus rivales. Aquí las influencias de los Coen no son John Ford ni Howard Hawks, sino que esas animaciones de "Bugs Bunny" en las que las leyes de la física alimentan la comedia.

El segundo episodio es apenas la microhistoria de un ladrón de bancos (James Franco) que debe sobrevivir en su escapada de la ley. Con un caballo, una horca, un par de balazos y flechas, los Coen demuestran su habilidad para generar tensión a través del lenguaje cinematográfico. El tercer relato podría ser una de esas canciones tristes de Tom Waits. Se centra en la tragedia que envuelve a un actor que no tiene piernas ni brazos y al administrador de su show itinerante (Liam Neeson; es una fábula oscura que habla de lo obsoleto y, si se quiere, de la muerte misma del western. El cuarto cuenta justamente con la actuación de Tom Waits como un metódico y esforzado buscador de oro. Es un luminoso canto a la persistencia. El quinto capítulo introduce a una mujer (Zoe Kazan) que intenta iniciar una vida junto a un hombre en Montana. Y el último juega con el gótico americano a través de un grupo de personajes que se encuentran en una diligencia.

"La balada de Buster Scruggs" está lejos de ser lo mejor de los Coen pero prueba que el streaming también puede acoger experimentos cinematográficos para contrarrestar el avance sin frenos de las series.

La última cinta de los coen ganó el premio al mejor guión en el festival de venecia.


en resumen

"La balada de Buster Scruggs" es un western divido en seis episodios que los hermanos Coen realizador por encargo para Netflix.

Por Andrés Nazarala R