Apoyo a nuestros adultos mayores
En las zonas andinas son muchos los ancianos que viven en condiciones indignas y que requieren del apoyo la comunidad y autoridades Hay situaciones pendientes y que afectan mayormente a las personas de más avanzada edad que poco a poco van quedando solas debido a la migración.
El caso de la señora Plácida Jira, quien a sus 80 años vive en solitario en el poblado de Chiu Chiu y en condiciones paupérrimas ,nos hace reflexionar respecto al apoyo que requieren nuestros adultos mayores que sobreviven en sectores apartados de la comuna y la provincia.
No son casos aislados, porque son parte de la realidad de pueblos andinos y sectores aledaños donde la presencia de los servicios básicos es casi nula y la modernidad parece haber pasado de largo.
Ni siquiera en San Pedro de Atacama, que ha tenido un crecimiento importante en el último tiempo, se ha podido contar con los suministros mínimos para el desenvolvimiento familiar.
Hay situaciones pendientes y que afectan mayormente a las personas de más avanzada edad que poco a poco van quedando solas debido a la migración de los nuevas generaciones que salen desde sus poblados en busca de empleo o estudios en ciudades más desarrolladas.
Son ellos, quienes viven sus últimos años en una suerte de abandono y en condiciones indignas.
Ver como una mujer de 80 años recorre largos kilómetros a pie para ser atendida en una posta rural o para comprar algunos alimentos es una escena impropia para la modernidad que la que se jacta el país y la región.
Y lo que es peor demuestra un desínterés e indolencia con quienes por años trabajaron para el sustento personal, para mantener vivas las tradiciones ancestrales y dar vida a sectores que han sido duramente golpeados por el desarrollo industrial.
El progreso hoy está lejos de ellos y requieren de la preocupación de las actuales autoridades y de la comunidad en general para poder vivir sus últimos años dignamente.
Es necesario que se pueda censar la cantidad de adultos mayores que viven en los poblados andinos y zonas apartados, mejorar su habitabilidad, apoyar con los suministros básicos, recibir atención de salud periódica y ser visitados constantemente en señal de preocupación o para verificar que todo marche bien. Es una tarea de la que no nos podemos desentender, especialmente nuestras autoridades comunales y regionales.