Cobreloa está de fiesta y conmemora sus 42 años de vida. Son más de cuatro décadas de grandes éxitos deportivos en las competencias de fútbol a nivel nacional e internacional. Por ello, el 7 de enero en Calama y en muchos otros rincones del país, no pasa inadvertido, pero es en casa, donde están los orígenes de la institución, donde se realizan actividades de celebración en las que puede participar no sólo la hinchada también toda la comunidad.

Y estas comenzaron mucho antes de la fecha aniversario con actividades como la presentación de la nueva indumentaria deportiva para la temporada, el show de Esperando el 7 y con la entrega de un ajuar al primer bebé nacido en el cumpleaños de la entidad. Además de la visita solidaria a un hogar de ancianos que debiera concretarse en esta jornada.

Es que Cobreloa desde siempre ha entendido que debe llegar a la gente, que debe estar más cerca de los ciudadanos y que ese lazo es el que los fortalecerá para enfrentar los desafíos deportivos que se les presente.

Eso quedó demostrado el año pasado, cuando en el partido final que definió el último ascenso a la Primera A, la gente quiso estar presente y no escatimó en esfuerzos para comprar una entrada y estar apoyando.

Fue una efervescencia no antes vista y que demostraba el cariño a la institución y un reencantamiento después de temporadas de dolor y frustraciones deportivas.

Es esa unión y esa magia la que no se puede perder para esta temporada, porque tras no poder ascender y ya en su cuarto año en la categoría, el objetivo no es otro que retornar al fútbol de honor y para ello la suma de esfuerzos es prioritaria.

Cobreloa ha demostrado en los últimos años que está haciendo las cosas bien y gran mérito de ello es la directiva, la que tuvo un rotundo respaldo en las recientes elecciones, pero el camino es largo y se requiere de aunar esfuerzos.

Y ese es el mensaje que surge en este aniversario, el de retomar la unidad para lograr los fines propuestos con un club sólido en lo institucional y con la conquista de los logros deportivos.

Esta última semana se ha puesto una vez más en tabla y en la discusión pública, el debate en relación a la donación de órganos en Chile, centrado en la trágica muerte de Joaquín Adasme, quien pese a ser prioridad nacional, falleció a la espera de un hígado.

Esta noticia que enlutó al país, estuvo seguida por el entrampamiento que tuvo en el Senado, el proyecto de ley que recoge gran parte de mi propuesta, que busca eliminar las trabas, haciendo más expedito y eficaz el proceso de donación de órganos.

Sin embargo, hoy quiero detenerme en el tema que debe ser el de fondo, y que no se aborda en forma técnica ni legislativa, que es el generar las bases para el cambio cultural que Chile necesita en la materia.

Sin esto, cualquiera sea la ley, los problemas no se van a sortear, y aquellas cifras que hoy hablan de sólo 7 donantes efectivos por cada millón de habitantes, y de cerca de 2.700 personas en lista de espera para un trasplante, irán en incremento.

El entorno familiar debe ser el lugar donde comienza ese diálogo. Día a día son demasiadas las familias que se enfrentan a la posibilidad de donar los órganos de un familiar, viéndose obligados a tomar una decisión sin la convicción de saber exactamente lo que él hubiera deseado.

Esto provoca que ese momento emocional y difícil, sea aún más complicado de sobrellevar. Es vital que el seno familiar conozca de antemano la voluntad de sus integrantes, conocimiento que facilitará la determinación, y que hará que la misma se efectúe de manera informada no sólo en términos de intenciones, sino comprendiendo también las significancias médicas y humanitarias que esta conlleva.

Me consta, como muchas familias que han participado en el proceso de donación, el mismo les ayuda en su dolor, acompañando el desconsuelo con un sentimiento enorme de orgullo al saber que su madre, padre, hermano, hermana, hijo o hija, siguió salvando vidas después de su muerte, dando a otros la oportunidad de un nuevo comienzo.

La invitación es esa, a crear las instancias de conversación, para que el proceso legislativo que se lleva en paralelo, no quede en la mera letra, y que en nuestro país existan transformaciones culturales de fondo para impregnarse realmente de la antigua frase que donar órganos, es donar vida.