En estos días he tenido el privilegio de escuchar a algunos de los expositores del Congreso Futuro. Dejé llevar in extenso mi cavilar, a un viaje interior embarcado en una inusual embarcación denominada: Realidad.
El conocernos constantemente es un proceso de trascendencia, y considero fundamental, ad hoc a esta nueva era, estar consciente respirando la comunión. Una pregunta me hice pensativo: ¿Por qué la realidad es individual? ¿Por qué percibimos distinto? ejemplo, al mirar un punto determinado, no todas las observancias son símiles, nuestros sentidos forman realidades individuales.
El Apóstol Pablo, revela la necesidad de ejercitar nuestros sentidos, justamente para que esta sea cada vez más real (Hebreos 5:14) con el objetivo de madurar, es decir percibir, captar, experimentar lo invisible, cumpliendo a la vez propósitos de libertad en Cristo.
Eliseo marcó todo un hito, vislumbrando atisbos de comprensión en este proceso llamado realidad, quien trabajaba arando la tierra acompañado de sus bueyes y de su mundo particular, respirando burbujas que se rompieron de súbito al recibir el llamado divino. Conoce a Elías el profeta, e inicia la metamorfosis hacia el mundo real.
Observando a Elías su maestro aprendió lo divino. Eliseo se transforma en profeta y cambia su realidad pidiendo a Dios una doble porción del espíritu de Elías, que a la postre lo lleva a conocer la realidad espiritual. Desde ese momento caminó mirando lo invisible, veía los ejércitos de demonios y la grandeza de los ejércitos del Dios vivo, moviéndose entre una humanidad ciega a esta realidad y la propia. En tanto Giezi su ayudante, caminaba a su lado conformado a una realidad limitada que lo lleva a otra realidad desgraciada, alejado de lo verdadero.
Si Eliseo caminó entre ángeles y demonios: ¿Cuánto más Jesús, que vivió entre realidades dispares? ¿Cuán solo estuvo? ¿Qué miraba en las multitudes? ¿Entiendo la realidad crucificada, y la realidad nacida de su resurrección?