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Misterio en Diapositivas

El chileno Matías Celedón compró una caja de imágenes antiguas en un persa. Allí vio un bolso del Clan Infantil y cuadros en la cabecera de una cama. Así empezó última novela: El Clan Braniff (Hueders).
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-El Clan Braniff parece distanciarse de tus otros libros. ¿Por qué?

-Llegué a la historia por una cuestión bastante coherente con los otros libros, por eso no lo siento distinto. Si bien es un libro sobre una intriga política y espionaje internacional, casi sacado de una película, se disparó a través de un objeto.

las imágenes

Fue una cajita de diapositivas que Matías Celedón encontró en un mercado persa la que originó la historia: "Era de un rollo de veinte diapositivas, pero venían quince. Me llamaron la atención porque venían en un formato más pequeño. El objeto mismo me llamó la atención, y cuando llegué a mi casa me encontré con una serie de fotografías bastante particular".

-¿Cómo eran, en detalle?

-La secuencia de fotografías se volvía cada vez más extraña. Intenté unir los puntos de las fotografías, que es, básicamente, el ejercicio narrativo por definición. La secuencia remataba con la imagen del interior de una habitación con las cuatro fotos de los miembros de la Junta Militar en la cabecera de la cama. Me dio escalofríos cuando lo noté, porque si bien cada cual puede poner las fotos que quiera en su cabecera, me parecía una coincidencia decidora. Fue esa imagen la que disparó la novela. Desde ese punto nació otra investigación que tuvo que ver con encontrar las historias podrían estar sucediendo en las otras imágenes que encontré.

-¿Quién tomaría esas fotos?

-Lo que tienen esas fotografías, en el fondo, es que uno ve lo que ve alguien, pero nunca a quien está tomándola. Esa es una posición deliciosa para escribir.

-¿Cómo urdiste esta historia?

-Investigando fui encontrando los materiales con los cuales iba a trabajar.

- ¿Y las diapos cómo se colaron?

-En un primer escaneo de ellas leí que el bolso que aparece en las imágenes era de "El clan infantil". Por eso, en algún momento, la historia pareció acercarse a Sábados Gigantes. Así empecé a atar cabos y vi que el universo de la aerolínea era alucinante. Braniff había sido una aerolínea decisiva en esos años, que le dio un marco, por así decirlo, glamoroso, a la década de los ochenta. Esa enajenación, entre esa estética y lo que pasaba realmente, me sirvió para consolidar la historia.

-¿Cómo fue retratar, en la novela, la figura de Pinochet?

-Nací en 1981. Por eso tengo recuerdos de las cadenas nacionales, de la voz y de la figura de Pinochet. Tengo incorporada su figura que es parte de la cultura inevitablemente. Está en mi psiquis, en nuestra psiquis. Por eso el libro es sobre esa figura y cómo hasta hoy nos sigue penando Pinochet.

Una amistad

-El Clan Braniff se centra en la historia de dos personajes, Bob y Bill. ¿Por qué ahondaste en esa relación?

-Me interesaba mostrar la historia de una amistad. La amistad es un asunto fundamental. Por eso, el silencio que se mantiene hasta ahora sobre la dictadura tiene que ver, creo, con una lealtad mal entendida, una noción de honor y amistad totalmente distorsionada.

-Todo transcurre por pasajes en Estados Unidos. ¿Por qué?

-Era como estar en Chile sin estar en Chile. Se menciona la palabra Chile, se matiza, se muestra la bandera, pero todo ocurre permanentemente afuera.

-Hay una escena en la que los protagonistas discuten la diferencia entre cine y fotografía. ¿Crees que hay mucha diferencia?

-En una fotografía intentas saber lo que está pasando en ese momento. Y ese fue el ejercicio de El Clan Braniff. En el cine -salvo lo que postula Raúl Ruiz, que cada cuadro tiene que tener relación con el anterior y no con el que sigue- cada imagen genera el deseo de saber qué es lo que va a pasar después.

- ¿Novela o guión?

-Se ha criticado, por ejemplo, a algunos autores que tienen formación de guionista y que en sus libros han dejado de lado la descripción. Pero mostrar es también una forma de describir: si alguien cuenta que un personaje miente puedo entenderlo, pero si lo muestras mintiendo ese hecho me parece irrefutable.

-¿Cómo armaste la relación entre imagen y narración?

- La narración es lo que manda. Fue más bien un ejercicio de montaje. Todo tenía que ver con el horror y la frivolidad para sacar ventaja, en esa época, de una posición privilegiada absolutamente arbitraria. Eso es, justamente, parte de lo que muestran esas imágenes: que existiera esa alegría y esa fiesta. Me interesaba, con eso, mostrar el descaro con que se vivió en esos años.

- La historia gira, en parte, en torno a la relación que tuvieron los ochenta con la cocaína. ¿Cuál crees que es el rol que cumple en la historia esa substancia?

-En mi historia la cocaína es un desinhibidor social para gente disociada emocionalmente. Pero, además de eso, en los ochenta -creo yo- la cocaína fue un elemento geopolítico.

-¿En qué sentido?

- Generó complicidad y alianzas para financiar - indirectamente- movimientos que de manera oficial hubiesen sido impresentables. En ese sentido, la cocaína es una droga muy vinculada a la política, que enajena completamente. Y esos años fueron particularmente enajenados y disociados.

-¿Justifican el actuar de los agentes de la dictadura?

-Cocteau decía que uno no cae por la droga, sino con la droga. Por eso no eximiría -ni culparía a la cocaína- de actos conscientes y voluntarios cometidos por mayores de edad.

Antes de este libro celedón publicó "buscanidos" y "la filial".

Matías Celedón Editorial Hueders 205 págs.

$ 14 mil.


"El Clan Braniff"

Por Cristóbal Carrasco

En una de las últimas diapositivas aparece la imagen de una cama deshecha y, encima de ella, una repisa con las imágenes de los cuatro miembros de la Junta Militar. Antes, fotos de fiestas y saludos protocolares y, entremedio, la bandera chilena y un bolso de viaje con la etiqueta "El Clan Braniff". Fueron esos elementos, que el escritor Matías Celedón encontró casi por azar, los que dieron origen a su última novela, El Clan Braniff. En ella articula y reconstruye parte de la historia de la dictadura a través de Bob y Bill, dos agentes de espionaje que se esconden en Estados Unidos y que conviven entre redes de apoyo. Entremedio, Celedón muestra cómo las imágenes, tan presentes hoy en nuestra cultura, funcionan como un registro casi imborrable del horror. Este es el cuarto libro de Celedón después de "Buscanidos", "La filial", "Trama y urdimbre" y "The subsidiary".

Alfonso Gonzalez Ramirez.