Según el Ministerio de Energía, nuestra región es "la capital de la energía del norte grande, generado aproximadamente el 85% de la energía del SING". Esto gracias a que en los últimos seis años la capacidad energética instalada creció en un 30,8%.
Esto lo valoramos, sin ninguna duda. Más aún, cuando la discusión de la producción de la energía que utilizan las grandes compañías mineras, así como el uso de agua en sus procesos de producción, siempre es parte de la conversación de la Comisión de Minería y Energía de la Cámara de Diputados.
Si bien el panorama es auspicioso, la automatización que tantos beneficios nos trae a la vida cotidiana, en el plano social se yergue como una amenaza a la empleabilidad de las personas. La semana pasada conocimos el informe "¿Cómo es la vida en la era digital? Oportunidades y riesgos de la transformación digital para el bienestar de las personas", publicado por la OCDE, y sus conclusiones sólo confirman las alarmas que se vienen encendiendo hace rato.
Según el estudio "el 53% de los empleos podrían desaparecer debido a la automatización en Chile. De ese total, un 31% enfrenta un riesgo significativo de perderse para siempre debido al impacto de las nuevas tecnologías y otro 22%, afronta altísimas posibilidades de desvanecerse".
La pregunta surge de inmediato, ¿cómo estamos preparados para esto que ya llegó? No es la primera revolución industrial pero a diferencia de las precedentes, la velocidad actual del cambio es tal que afectará a una generación sin posibilidades de adaptación tan rápida.
¿La Municipalidad de Calama está capacitando en los liceos técnicos para que sus jóvenes tengan una rápida inserción laboral en esta nueva era digital?; por lo menos no veo - públicamente -que estén preocupados de esta discusión. Lo cierto es que el Estado también tiene que hacer lo suyo, desde la implementación de políticas públicas, hasta la presentación de iniciativas legales, que permitan modernizar y estar preparados para una era digital que está en pleno desarrollo por los rincones de nuestro Chile, a contra reloj, en una sociedad que cada día se envejece más y que si bien tiene acceso a tecnología, aún depende en la resolución de la mayoría de sus problemas del contacto cara a cara.
Marcela Hernando
Diputada Región de Antofagasta