Porque hay alegría y permiso para hacer de todo; se está celebrando el Carnaval en todo el mundo. Actualmente aquí vemos, poca alegría y celebraciones. Recuerdo cuando, nos desafiábamos a jugar con agua en las calles; a la challa, lanzar proyectiles de harina al que pasaba o simplemente papel picado en los grandes bailes.
Hoy nos conformamos viendo como celebran el Carnaval las fraternidades en Iquique, Arica, Río de Janeiro, con su rey Momo recibiendo las llaves de la ciudad y por supuesto Oruro. Al que acostumbrábamos participar viajando desde Calama en el tren Internacional. Hoy es Monumento Inmaterial de la Humanidad, donde ciento de turistas, llegan a ver los bailes, diabladas que recorren las calles hasta la Virgen del Socavón.
Esta fiesta se prepara todo el año. Sus trajes son hermosos, las bandas de bronces han ensayado sus melodías y caminan acompañando a los bailarines.
Pero no debemos estar tristes porque la alegría y celebración del Carnaval está desapareciendo aquí; aún hay celebraciones cristianas, y atacameñas en el alto del Loa, donde el carnaval comienza con rituales prehispánicos: el pago a la tierra, a la pachamama, ceremonia propias del talatur y el convido a la semilla, relacionados con la fertilidad y reproducción. Homenaje al maíz planta sagrada de los andinos y al agua.
En cada ayllu los alféreces están encargados del carnaval y del cumplimiento de las tradiciones. Invitan al evento y al almuerzo sirviendo aloja de la vaina de algarrobo, pan amasado, patasca (maíz cocido con papa, carne y zapallo) corderos, llamas. El Carnaval y la Carnavala recorren las casas de los vecinos alegres con cantos, challa.
Cuando los cristianos acudimos a la Iglesia el miércoles, para que nos coloquen ceniza en nuestra frente recordándonos que somos polvos, y…. en los ayllus se entierran y despiden al Carnaval; empezando un periodo de penitencia y moderación hasta el Viernes Santo.
Nancy Monterrey Caro,
Escritora chuquicamatina